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Martes, 8 de septiembre de 2009

CORREO

Tenencia de drogas

Ante el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación por el cual se despenaliza la tenencia de drogas para consumo personal, el Equipo de Pastoral Social de la Arquidiócesis de Rosario quiere expresar, aún con el mayor respeto al fallo de esta alta Institución su coincidencia con la preocupación expresada por nuestro Arzobispo, Monseñor Dr. José Luis Mollaghan, y por otros organismos y miembros de la Iglesia Católica y de la sociedad.

Como nos enseñaba Juan Pablo II, "la droga no se vence con la droga, sino que es necesario una amplia acción de prevención, que sustituya la cultura de la muerte con la cultura de la vida" (20.X.2000).

Sin una política integral del Estado de prevención de adicciones, cómo será posible pedagógicamente orientar a nuestros jóvenes hacia el abandono de la adicción y del consumo de drogas, si a la vez oyen que es legal la tenencia y el consumo personal.

En tal sentido sostenemos que, si bien no se debe criminalizar al adicto porque sería un despropósito, ya que "no se debe agregar una aflicción al afligido"; en cambio se deben ofrecer todos los medios para librarlo de este mal y alcanzar su recuperación.

Despenalizar la tenencia para consumo en estas condiciones, puede interpretarse, sin un adecuado sistema de protección y reinserción, dejar abandonado al adicto, y no hacerse cargo de su derecho a la salud.

Se puede decir que se trata de un salto sin red, porque es proclamar la libertad, y al mismo tiempo saber que los sectores más vulnerables no lo consiguen, tanto por culpa de la adicción, como por no contar con recursos del Estado para promover su recuperación.

No se puede desconocer la realidad de tantas familias que deambulan buscando un lugar donde internar a un adicto a las drogas. Ni tampoco se puede desconocer que en las cárceles hay quienes están allí porque han incurrido en el delito para poder conseguirlas.

Son siempre los más débiles los que fácilmente acuden a estas sustancias, muchas veces movidos por la miseria y la marginación, y los que consumen las peores y más dañinas drogas porque no tienen medios para adquirirlas, aunque ahora lo puedan hacer sin incurrir en una figura penal.

La pretendida libertad que hoy se invoca empuja a los más postergados hacia las drogas más lesivas, que paradójicamente no eligen libremente, porque frecuentemente lo hacen como una reacción desesperada y asediados por las situaciones en que viven, que tantas veces no son atendidas.

Comisión de Pastoral Social

Arquidiocesis de Rosario

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