rosario

Jueves, 5 de mayo de 2011

CORREO

Combatir al narcotráfico

Pensar en los consumos problemáticos de sustancias obliga a reflexionar sobre múltiples historias y complejos contextos. Pensamos el vasto escenario juvenil sufriendo los atravesamientos de un modelo neoliberal que no termina de morir; y de uno nuevo y superador que buscar nacer. ¿Cuál es nuestro papel ante esta problemática? En primer lugar salir del discurso del poder central que nos dice que no hay nada por hacer. Así, las juventudes más vulnerables son abordadas desde un Estado que no siempre sabe cómo hacerlo, que no siempre quiere hacerlo o directamente que busca otras opciones por vías represivas. Será más y mejor Estado el que potencie experiencias territoriales innovadoras, desde la salud, lo deportivo, lo cultural, lo socio-político, con dineros públicos para equipos profesionales, capacitación, equipamiento y movilidad.

Pero también hablamos de narcotráfico y punteros políticos, de redes delictivas complejas y sostenidas desde hace años, de precursores químicos que inundan el mercado, y también de la necesidad de la radarización en el país; de lo crucial de apuntalar y acompañar el trabajo de centenares de Ong's que creativamente intentan abordar este problema. Debemos pensar juntos en la necesidad de revisar conceptos y prácticas propias y ajenas, en torno a la problemática de las adicciones, desde conceptos centrales como la intersectorialidad fundante o el anclaje territorial. Habrá que reconstruir allí objetivos comunes, revalorizando a los sujetos y sus vínculos, en condiciones socioculturales específicas.

Los efectores públicos en sus diferentes niveles de atención explotan frente a las urgencias y el desborde. Frente a la desolación, el silencio y la impotencia hay que avanzar desde la organización que permita resubjetivarnos y afianzarnos en un eje central: la necesidad de alojar. El problema "drogas" no se resuelve con respuestas parciales desde el sistema bipartidista; es éste quien evade un serio abordaje respecto de las adicciones, con visiones cortoplacistas, cerradas o corporativas; sosteniendo prejuicios y estrategias fragmentadas, aisladas o superpuestas; tampoco impulsa el recambio institucional que se necesita. Podemos modificar el paradigma de abordaje del consumo problemático de sustancias en nuestro país, con más articulación política, social e institucional, quebrando los múltiples mitos que giran en torno a lo jurídico y cultural, en un contexto de profunda revisión de una penalidad que ya se cae de madura y requiere ser revisada. De las 12 mil causas que se abren por infracciones a la ley actual de drogas, sólo 3 fueron abiertas por comercio de estupefacientes y el resto por tenencia. Despenalizar el cultivo y la tenencia para consumo personal es combatir seriamente el narcotráfico.

Lautaro Danna

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