rosario

Viernes, 22 de septiembre de 2006

CORREO

Menores

Bajar la edad de imputabilidad penal, no es sintónica con el cambio educativo, que necesita esta sociedad. Es difícil encontrar un niño o adolescente "delincuente", que no haya sido víctima del fracaso educativo. Esto, sumado a la detención (no institucionalización para la maduración y educación), que propone el sistema penal a edades cada vez más tempranas, recuerda al antro materno, cuando pierde la función, de "alimentar" y desarrollar al feto, para parirlo maduro, al mundo extrauterino. Los alimentos no son solo proteicos, necesitan lo afectivo y normativo. Los experimentos realizados en ratas, en los años 60, del siglo pasado, que podrían ser confirmados en humanos, gracias a los avances de la tecnología, demostraron que la alimentación, el juego y la libertad de movimiento, es una tríada que desarrolla el cerebro, en las primeras etapas de vida. E. L. Bennett y colaboradores, en 1964, tomaron dos grupos de ratas, en medios ambientes diferentes. Un grupo, fue alimentado en una jaula grande, en la que se movían y contactaban con libertad y disponían de múltiples objetos para jugar. Otro grupo, se crió en una jaula estrecha, hacinadas, sin libertad de movimiento y sin objetos estimulantes de exploraciones y juegos. Al sacrificarlas, los investigadores encontraron que las primeras, desarrollaron más el cerebro. El mismo año, otro grupo de investigadores, reprodujeron la experiencia: J. Altman y G.D. Das, lograron demostrar, que había mayor proliferación celular, en estructuras como el neocortex (zona evolucionada de la corteza), el hipocampo (vinculado a la emoción y memoria) y el cerebelo (con funciones en el equilibrio entre otras). Según el informe de la FAO: "la Argentina produce 10 veces más alimentos de los que consume"; mientras muchos niños (no importa cuantos) padecen hambre, en edades que los marcará para siempre, otros padecen obesidades varias. Una sociedad tan desigual y desequilibrada, dividida o compuesta por hartados y hambrientos, enciende fácilmente, volcanes de venganzas y crueldades. Algo semejante pasa en el campo educativo, con abortados y excluidos, a diario, que nadie está salvando y estresados por exigencias de post y sobretítulos, que inventa el mercado de consumo. La British Medical Association (Asociación Médica Británica), dio cuenta en el mes de junio, que uno de cada diez, menores de 16 años, presenta algún "desequilibrio" mental. Millones de alumnos, padecen: depresión, anorexia, bulimia, hiperactividad, rabietas y tendencia al suicidio. Tal vez sea el momento de imaginar, que sentiríamos los adultos, si nos encerraran, todos los días a escuchar, 5 o 7 "conferencias", o monólogos en distintos formatos (al margen del interés temático), y luego nos evaluaran, bajo amenaza, los contenidos aprendidos, no "aprehendidos". La solución no está, ni en estirar o extender los años de escolaridad, ni en penalizar a los derrotados. La propuesta de bajar la edad de imputabilidad, es parte de las reacciones vengativas, de una sociedad encerrada en dilemas, que le impiden encontrar soluciones justas y cuerdas.

Mirta Guelman de Javkin

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