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Jueves, 13 de septiembre de 2007

PSICOLOGíA › LAS VARIACIONES DE LA CURA ANALITICA EN EL TIEMPO

Identidad en movimiento

La definición del psicoanalista no es un ideal, incluye la historia misma del psicoanálisis y sus contextos de discurso. Las subjetividades de cada época y el lugar de la ética.

 Por Silvia Ons y Marcelo Marotta *

Nos referimos a las "variaciones de la cura analítica" porque, siguiendo a Lacan, desechamos la idea de una "variante" relacionada a una cura que pretenda identificarse a un tipo. Sería un pleonasmo que en sí mismo encerraría una contradicción. Se trata entonces de la "cura analítica" y no de la "cura﷓tipo", porque no podría reducirse a un protocolo técnico que la convierta en una cura estándar.

Además, si "un psicoanálisis es la cura que se espera de un psicoanalista", cabe recordar que Lacan se aboca al estudio de las "variaciones" de los analistas a propósito del análisis y a lo largo de su historia. Con respecto a este tema podemos remitirnos al octavo de los "Principios rectores del acto analítico" presentados en ocasión de la Asamblea de la AMP del 2006 en Roma. Citemos un párrafo: "La definición del psicoanalista incluye la variación de esta identidad. La definición es la variación misma. La definición del psicoanalista no es un ideal, incluye la historia misma del psicoanálisis y de lo que se ha llamado psicoanalista en distintos contextos de discurso". Así en cada circunstancia el psicoanálisis y el psicoanalista producen su variación. Y si planteamos "variaciones de la cura analítica hoy" es porque sabemos que nuestra operación tiene como horizonte la subjetividad de la época.

Sin dudas el psicoanálisis presta un beneficio terapéutico ya que el actuar con la palabra atempera el sufrimiento que produce lo real del síntoma. Está presente desde los inicios del psicoanálisis en dos sentidos: desde los primeros desarrollos freudianos y desde el momento en que específicamente comienza una cura, con la puesta en forma del síntoma.

Por cierto también se encuentra un efecto terapéutico cuando el sujeto logra "desinvestir" o ir más allá de un fantasma pudiendo abandonar el lugar de objeto que ocupó para obturar una falta del Otro. En ese momento, decimos, queda cumplido un ciclo del análisis y puede ser la ocasión en la cual el analizante, satisfecho con la experiencia, decida dejar a su analista, quien a su vez debe saber si acompaña o no esta decisión.

Se comprueba que las "variaciones de la cura analítica" responden tanto a que ésta pueda ajustarse a la hora de sus tiempos, como que respete las distintas modulaciones que imponen los tiempos de la experiencia.

Una "variación", por ejemplo en términos musicales, consiste en una modificación de los elementos secundarios de un tema melódico, ya sea sustituyendo la nota original por un grupo de notas de menor duración, cambiando el ritmo de la melodía, o incluyendo un ritmo contrapuntístico. La condición indispensable, más allá de estas modificaciones, es que el tema original se mantenga.

¿Cuál es la condición indispensable que debe mantener el psicoanálisis, más allá de las variaciones que puede presentar su clínica hoy? Que la experiencia que él comporta, además de sus efectos terapéuticos, mantenga su dimensión ética, donde la acción del analista se corresponda con el estatuto ético del inconsciente. Lacan articula la ética del psicoanálisis con el imperativo freudiano Wo Es war, soll ich werden, afirmando que su raíz nos es dada en una experiencia que merece el término de experiencia moral y que se sitúa en el principio mismo de la entrada en el análisis. Este imperativo es inédito, ya que tiene lo universal del categórico, pero no excluye lo hipotético del uno por uno.

"Allí donde era ello yo debo advenir" no hay análisis sin la universalidad de este requisito, pero al mismo tiempo se verificará en el caso por caso que para Freud habrá que abordar como si fuese el primero. No hay entonces cura tipo de la que se derivaría un estándar clásico con sus "variantes". Hay variaciones en las que se modulan de diferentes formas principios indeconstruibles donde abreva la ética del psicoanálisis. ¿No alberga acaso el "más allá del efecto terapéutico" el recuerdo de esa interpretación inolvidable que nos implicó en un goce desconocido? ¿No derivó aún un brevísimo tránsito por el psicoanálisis en la firme convicción en la existencia del inconsciente﷓convicción que Freud pensaba como objetivo de la cura?

El análisis consiste en interpretar el saber textual del inconsciente como para poder abrir las vías del deseo y modificar la economía de goce de un sujeto. El analista que, por cierto, no prescribe ni da preceptos, se llama a un "decir silencioso" para que sea el sujeto quien decida, pues en la experiencia es quien está "llamado a renacer para saber si quiere lo que desea". Tanto el psicoanálisis puro como el aplicado a la terapéutica se oponen a cualquier tipo de psicoterapia, ya que en una cura que se despliega por medio de la palabra, el deseo del analista es la renuncia al poder sugestivo que ésta otorga para dejar la elección al sujeto.

* Psicoanalistas Escuela Orientación Lacaniana.

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