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Lunes, 21 de julio de 2008

OPINIóN › SIETE DÍAS EN LA CIUDAD

El estado, la renta y la gente

Los números dicen que la construcción no se detuvo en Rosario a pesar del conflicto con el Agro. Sin embargo, los miles de departamentos sumados no hicieron más fácil el acceso a las viviendas para quienes las necesitan, ni posibilitaron que bajen los alquileres. ¿Qué tienen que ver con esto las fallecida 125, los errores del gobierno, el voto de Cobos, el Campo y las políticas públicas?

 Por Leo Ricciardino

Los informes publicados sobre el ritmo de la construcción en Rosario, a diferencia de otros rubros, no parecen haberse detenido por el conflicto agropecuario. Más allá de las cifras -seguramente discutibles-, es claro que éste ha sido uno de los sectores sobresalientes en los últimos tiempos para identificar el excedente financiero del campo más cercano a esta ciudad. No había, no hay, otra manera de explicar cómo es que de pronto tanta gente al mismo tiempo y en el mismo lugar, se puso a levantar edificios. Basta hablar con los operadores inmobiliarios que confesaban que cerraban operaciones desde los cimientos, y particulares que con el boleto de compra-venta en la mano del mes anterior, vendían luego de 30 días en un casi 10% más. Mucho dinero ganado, en muy poco tiempo. No le vendían a tontos, sino a clientes muy ávidos.

El ejemplo del boom de la construcción en esta ciudad sirve para ejemplificar cómo funciona la renta excedente que -por motivos varios como la en los bancos, invariabilidad del dólar, tasas poco tentadoras y bonos que no atraen a quienes no son expertos-; se direcciona en un sentido y crea ese boom que tanto nos emocionó a todos al comienzo.

Pero rápidamente se fueron dando respuestas a preguntas básicas sobre el asunto. Una de ellas: ¿Permitió el boom de la construcción una mayor accesibilidad a la compra de inmuebles para sectores medios interesados en adquirir su primera vivienda? Todos saben que no porque no hubo créditos que acompañaran ese crecimiento, con lo que el boom era todo cash. Más allá de tan sonoras onomatopeyas, era para pocos que tenían el dinero de contado. Bueno, se escuchó en tono de exclamación, "cuando tantos departamentos ingresen al mercado inmobiliario local bajarán los alquileres". Error grosero, los alquileres no sólo aumentaron, sino que lo hicieron de manera descarada y expulsiva. Al punto que hoy son un gran dilema para una familia que hasta el año pasado podía pagarlo, comer y vestirse con alguna holgura.

¿Qué hace entonces la renta excedente por sí sola? Nada. Es el Estado el único capaz de hacerlo. La deducción y las preguntas intencionadas -por supuesto- hasta aquí y con el ejemplo cercano de esta ciudad; no pretenden ser una defensa de la fallecida resolución 125 de retenciones móviles, ni de la cadena interminable de errores del gobierno, ni del sonoro voto de Cobos, mucho menos. Sí pretenden rescatar una frase de la presidenta en el Chaco, un día después del derrumbe en el Senado y cuando todos esperaban palabras, acciones y menos sonrisas de parte de Cristina. Por toda esa expectativa no se escuchó, pero la frase en esa noche de Resistencia fue: "Lo que queda de todo esto es que ahora es indiscutible la intervención del Estado en la economía". O como dicen los intelectuales de Carta Abierta -tan cobardemente vapuleados, como le tocó a Discépolo en los '40-; la salida de este profundo debate "no puede ser por derecha". Es decir, se perdió por impericia, torpeza y soberbia una gran batalla. Pero sólo eso, un traspié táctico no puede hacer perder de vista la cuestión central y estratégica. Pero ahora se sabe, deberá ser con consenso, con las instituciones funcionando a full. Como fue siempre, juntando poder no proclamándolo.

Las voces se irán aplacando, habrá dirigentes chacareros que sentirán nostalgias de las cámaras que los seguían, los miles de departamentos construidos y por terminar en Rosario quedarán también ahí. Sólo las políticas públicas podrán hacer que sean ocupados por quienes lo necesitan, así como las políticas públicas municipales dieron una dura batalla ante la voracidad constructora sancionando un nuevo Código Urbano. Recordándole a esa renta excedente que no puede hacer lo quiera, que el Estado está ahí, para defender los intereses comunes. Las mayorías deseamos que lo hagan bien, de ello depende nuestra única victoria.

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