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Lunes, 14 de septiembre de 2009

OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD

Ya se viene la tercera elección

En quince días más los rosarinos volverán a las urnas por tercera vez en el año, en el marco de un calendario electoral por demás de accidentado y caótico. Lo que se juega el intendente Lifschitz en estos comicios, los radicales en tren de recuperar identidad y orgullo. Y un peronismo que logró la más amplia de las amalgamas que le suma posibilidades reales.

 Por Leo Ricciardino

A dos semanas de los últimos comicios de este año que tuvo un caótico calendario para disponer las urnas, urgencias del gobierno nacional mediante y gripe A , la campaña comienza a recalentarse, todo lo que puede, en Rosario. Y claro, no puede levantar demasiada temperatura porque saben los postulantes que enfrentan a una sociedad que está al borde del hartazgo político, donde es sumamente difícil que alguna propuesta sea tomada de buena manera y analizada con algo de compromiso o ganas. Primero porque, como ya se señaló, es la tercera elección en el año para el caso de Rosario y, segundo, porque recién en los últimos días el electorado se tomará apenas un tiempo para seleccionar candidatos.

El consuelo que queda es que para los comicios del domingo 27 de setiembre, habrá muchas menos boletas en el cuarto oscuro: Ya pasaron las primarias abiertas y quedaron conformadas las listas definitivas de candidatos a concejales que asumirán sus bancas el próximo 10 de diciembre.

Para el oficialismo es obvio que representa un plebiscito para el intendente Miguel Lifschitz que ingresará en el tramo final de su segundo mandato y que -como es sabido, ya que él mismo lo ha aceptado tiene aspiraciones serias para 2011, por supuesto, fuera de la ciudad de Rosario. Con todo, el intendente es consciente que su suerte futura no sólo depende de esta elección, sino y principalmente de su desempeño en los próximos dos años clave.

De todos modos, ya en las primarias el peronismo de Rosario logró con la invalorable ayuda de Héctor Cavallero (si no lo necesitaran como el agua no lo hubieran ido a buscar), demostrar que tiene con qué pelear y que es capaz de aguar la fiesta socialista. Más allá del resultado final, el intendente sabe que su lista enfrenta tres problemas fundamentales: Su cabeza de lista, Clara García fue una excelente funcionaria, pero hubo que impulsarla muy fuerte para que logre conocimiento y después para que reúna votos más allá de los cautivos del sector político. Segundo, la pelea es contra un ex intendente y uno de los pocos pesos pesado de la política local que quedan en la arena de la ciudad: Hablar del Tigre Cavallero es empezar a hablar siempre de un 12 por ciento para arriba y ese es un dato irrebatible de la realidad. Y en tercer lugar, el otro candidato fuerte es Jorge Boasso, un ex aliado con altísimo grado de conocimiento y que ahora restará una porción significativa de votos que antes se sumaban dentro del Frente Progresista Cívico y Social.

Boasso no sólo tiene votos propios, sino que además capitalizará un proceso de desgaste en la relación de los radicales con el socialismo en la provincia: y también cosechará por el lado de ese envión de recuperación de la dignidad perdida: Un proceso que la UCR ha comenzado en todo el país y en el que esta provincia no es excepción. Aunque claro, aún está contenido por la capacidad de oferta política de la que goza el socialismo en el poder en la Casa Gris. Pero en Rosario, estas sensaciones nuevas del radicalismo parecen haberse acentuado, y es el veterano de mil batallas en el Palacio Vasallo quien parece dispuesto a sumar de donde sea.

La lista peronista es la demostración palmaria de las amalgamas más intrincadas que ha logrado el movimiento en los últimos años. Un socialista como Cavallero la encabeza, un reutemista autoproclamado como Giuliano lo secunda. Y después completa el kirchnerismo con la periodista Norma López debutando en estas lides. Por supuesto, el obeidismo cierra los primeros lugares con Osvaldo Miatello que esperaba otra suerte en los posicionamientos internos. Una estructura evidentemente soldada más allá de los caprichos nacionales y provinciales; donde los referentes de cada uno de los sectores ni se hablan. Pero también la comprobación de que el peronismo todo lo puede y que, cuando está en ese sendero se transforma en un adversario de temer aún frente a un electorado que le es esquivo desde hace mucho tiempo.

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