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Jueves, 15 de enero de 2015

OPINIóN

Ataque al satírico hebdomadario Charlie

 Por José Manuel Ramírez*

Slavoj Zizek dice: "Ahora que estamos todos en estado de shock luego de la masacre en las oficinas de Charlie Hebdo, es el momento justo para juntar coraje y pensar".

Hanna Arendt llama a uno de sus libros "We refugees", "Nosotros los refugiados". En su desarrollo de pensamiento, sostiene que la existencia de los refugiados en el mundo actual es el paradigma de una "nueva conciencia histórica". De dicha conciencia no estamos ajenos, estas tierras también sirvieron para refugio de cientos de miles de individuos provenientes de casi todos los rincones del planeta. Agrega Arendt que "la decadencia del Estado Nación y la corrosión de lo jurídico hace que el refugiado sea quizás la única figura pensable del pueblo en nuestro tiempo".

En Francia, la masa importante de musulmanes puede leerse como de refugiados. Depende de los países el estatuto jurídico de los refugiados. En algunos, poseen por ejemplo derecho a la objeción de conciencia y en otros no. Sus derechos suelen estar acotados e implican una ciudadanía de segunda clase. Los campos de refugiados pueden fácilmente derivar en campos de concentración, peligro del mundo actual como nos advierte ya Lacan en 1956 en la Proposición del 9 de octubre de 1946: "No podemos dejar en la sombra la coordenada real, demasiado real, correlativa a la universalización del sujeto procedente de la ciencia, del fenómeno fundamental cuya erupción puso en evidencia el campo de concentración".

He leído notas de varios psicoanalistas, tres notas de Jacques Alain Miller, una de las cuales --la primera, de antes del domingo--, es el que se publica en esta misma página. Y dos después del domingo, sorprendido por la reacción de Francia, por esa masa que a muchos hizo recordar la finalización de la segunda guerra mundial, destacando sí en ella la intención unánime de defender el lazo social. La tercera nota puede encontrarse en lepoint.fr del 13/01/2015.

"Reír de lo sagrado", de Gil Caroz, dice de entrada "Libertad de expresión. Apenas se profiere la fórmula, sus límites saltan a la vista". Y luego habla de la novela de David Grossman, Un caballo entra en un bar, donde el humor que lo atraviesa pertenece a la parroquia - modo de hablar, por supuesto- israelí. "La novela se organiza alrededor de un espectáculo Dov Grinshtein (Dovalé Gi), un stand upista talentoso cuyo ingenio es increíble y no respeta ninguna vaca sagrada. Incluso aborda la Shoá sin los ritos de precaución habituales, a partir de su historia familiar. El Dr. Mengele, dice, hizo investigaciones sobre mi familia, o bien sobre partes de mi familia: algunos huesos, brazos y fémures... etc, etc, etc".

Los puntos de fuga que se originan al pensar lo que ocurrió con el hebdomadario Charlie son innumerables, políticos, sociológicos, jurídicos, del derecho colonial hasta el derecho concebido en los países centrales. Sólo quiero contribuir con unas pocas líneas de pensamiento. Se trata, queramos o no de un antes y un después. El tiempo dirá.

*Coordinador de la página de Psicología de Rosario/12. [email protected].

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