rosario

Domingo, 16 de septiembre de 2007

CIUDAD

Las dramáticas conclusiones de un informe sobre el estado del IRAR

Es el instituto para menores que quedó expuesto tras la muerte
de un chico de 17 años. El informe habla de las horas ociosas
de los detenidos y de psicofármacos que circulan libremente.

 Por Alicia Simeoni

El Instituto de Rehabilitación del Adolescente Rosario (IRAR) está superpoblado. Los 50 niños y adolescentes allí alojados no tienen ninguna actividad que tenga que ver con la educación formal ni con la recreación, circulan los psicofármacos que nadie sabe de dónde aparecen, hay personas con fuertes compromisos de adicción que no son incluidas en tratamientos específicos y el silencio es un rasgo que llama la atención. Estos datos surgen de un informe reciente elaborado por trabajadoras sociales de los cuatro juzgados de Menores de los Tribunales provinciales de Rosario, justamente cuatro juzgados que están a cargo de un único magistrado, Juan José Carmona. También se da cuenta que la enfermería no está en condiciones para atender a quienes se autolesionan y requieren de curaciones constantes mientras que algunos de los internos permanecen mucho tiempo en sus celdas: uno de ellos estuvo 48 horas encerrado porque nadie fue a sacarlo y otros no salen por temor a que les pase algo. El Servicio Penitenciario provincial sigue en el instituto desde la intervención resuelta por el gobernador Jorge Obeid.

El informe elaborado por trabajadoras sociales del fuero de Menores da cuenta, otra vez, de las pésimas condiciones del IRAR que repiten gravísimas situaciones anteriores con el condimento de la superpoblación. Es que al día viernes existían entre 50 y 52 niños y adolescentes internos bajo el régimen tutelar en el lugar inaugurado en 1999.

Ese es el sitio donde los adolescentes alojados no tienen nada que los acerque a la posibilidad de mirarse a sí mismos, a la vida y a las relaciones humanas desde un lugar distinto al de la destrucción. Se trata del que el Estado provincial destina para el eufemismo que denomina tratamiento, cuando debiera garantizar otras posibilidades de formación de las que serán las personalidades adultas.

El informe de referencia es producto de una metodología de trabajo acordada entre los juzgados para verificar las condiciones de detención de los chicos. La última comprobación da cuenta de la superpoblación, que volvieron a utilizarse ámbitos que se habían clausurados sin que se les haya hecho las mejoras requeridas. No hay talleres, ni escolarización. No hay nada. Aparece el silencio como denominador común y la visión de muchos chicos durmiendo en cualquier horario. Es casi lo único que tienen para hacer. Todas las fuentes judiciales que pueden consultarse reflexionan acerca del ruido como señal de vida que debería existir en un sitio donde hay más de 50 chicos. Sin embargo el silencio es el que llama la atención del personal especializado, un silencio que tiene que ver con caminos de deterioro o de muerte, todo lo contrario a la perspectiva de nuevas posibilidades de armarse para enfrentar la vida fuera de ese lugar.

Algunos párrafos abreviados del informe a los que Rosario/12 tuvo acceso señalan que "la energía no canalizada positivamente" por la inactividad general promueve y potencia "los conflictos interpersonales, lo que hace imposible pensar en una rehabilitación que requiere del normal desarrollo de actividades". Entre otros aspectos se señala que hay chicos que se autolesionan y que es necesaria una enfermería con otras condiciones edilicias y de equipamiento para darles la atención adecuada, es decir que se repite "la situación de fondo por carencias de políticas públicas de tratamiento", se escuchó ayer de una alta fuente judicial.

En el fuero de menores el convencimiento es que el IRAR no puede soportar más de 30 chicos y que aún así ese número de internos no accedería a la cobertura de sus derechos en cuanto a la educación, la atención de la salud psicofísica, la recreación y el abordaje personalizado de cada niño o adolescente en relación con su problemática personal, familiar y social.

Otra fuente judicial señaló a este diario que después de la muerte de Néstor Salto -el chico que falleció víctima de las terribles quemaduras que soportó en el encierro de su celda- los internos estaban 'algo más contentos con el Servicio Penitenciario que con el trato de los operadores, pero esto ya no es así".

Hay sectores del IRAR carentes de luz y de agua, en la enfermería que está en malas condiciones hay dos alojados autolesionados y los problemas de convivencia son los que se mencionan como motivo determinante para que no se hagan talleres ni se den clases. La fuerte impresión de quienes chequean las condiciones del lugar es "que hay muchos chicos durmiendo en distintos horarios" y a la vez llama la atención "la falta de ruidos". Uno de los adolescentes alojados en el Instituto, con fuerte compromiso con la droga, espera desde hace 3 meses que la provincia obtenga una plaza en algunas de las instituciones que se dedican al trabajo con drogadependientes.

Algunos otros datos también pasan a ser contundentes, como el que señala que prestan servicios un único trabajador social y un psicólogo, mientras otro más rota entre distintas instituciones. El informe señala que uno de los chicos estuvo 48 horas en su celda porque nadie fue a sacarlo y que otros no salen por el temor a lo que pueda sucederles, además de que circulan los psicofármacos que ningún profesional recetó ni autorizó.

El informe sobre el estado del IRAR ya fue llevado ante la Cámara de Apelaciones en lo Penal con el pedido de que se instrumente la ordenada comisión de seguimiento de los sitios de detención de menores. Desde el cierre del penal de la seccional primera donde se alojaba a niños y adolescentes y la comprobación de las pésimas condiciones del Instituto, la Corte Suprema de Justicia decidió pedir al Poder Ejecutivo que cree un ámbito de seguimiento del sistema de alojamiento de menores. Pero eso nunca sucedió.

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Los juzgados de menores detectaron la ausencia de programas educativos o recreativos. El Servicio Penitenciario provincial sigue a cargo del IRAR tras la intervención.
Imagen: Alberto Gentilcore
 
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