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Domingo, 27 de diciembre de 2009

SOCIEDAD › LA TAREA DE LOS ACOMPAñANTES JUVENILES EN EL IRAR

Para juzgar están los tribunales

Mauro Testa es uno de los 18 acompañantes juveniles que trabajan en el Irar, en turnos de dos para cubrir las 24 horas, todos los días. Forman un equipo multidisciplinario creado en enero de este año para compartir con los internos el tránsito por la institución. Fueron convocados por su formación política, por la tarea que desarrollaron en organizaciones no gubernamentales, barriales, culturales y el compromiso con la infancia. "Somos los primeros en criticar las condiciones de vida en el Irar. A nosotros nos contrataron para el cierre del Irar", dice Testa mientras se desarrolla el taller literario de Fabricio Simeoni, que él acercó. "Otros acompañantes traen otras actividades", afirmó. Los días de las fiestas, especialmente difíciles para el encierro, hay una batería de actividades. La semana pasada se hizo la muestra del taller de fotografías, el miércoles 23, el taller literario. En estos días hubo y habrá películas, teatro, taller de títeres, globos aerostáticos. Cuando se le pregunta por la relación con los agentes del Servicio Penitenciario que custodian el lugar, Testa delimita que ellos están encargados de la seguridad. "Nuestra función es la opuesta", puntualiza. "Nosotros enfocamos en la perspectiva de la pedagogía de la presencia. Básicamente, en estar, darles desde agua hasta sacarlos a hablar al patio. Así se entabla una relación en la que nosotros no los juzgamos, sino que estamos con ellos".

Para Testa, el objetivo es que los chicos recuperen su "dignidad de personas". Porque los internos del Irar son mucho más que su conflicto con la ley penal. "Quien juzga es la Justicia, pero lo principal para nosotros es que ellos puedan salir y desarrollarse como personas, porque el sistema les saca la dignidad desde que nacen", indicó.

El acompañante juvenil no disimula. "Somos los primeros en decir que acá no se puede estar", dice Testa, aunque reconoce también que las comisarías son lugares mucho más hostiles. "El 90 por ciento de los chicos llega con torturas y apremios ilegales. Y nosotros les vemos los golpes en el cuerpo. Apenas llegan, uno de nosotros habla con ellos, es nuestro trabajo. Podemos estar una hora hablando", indicó Testa, quien consideró que "puede ser cierto el discurso de ciertos jueces de que este lugar es mejor, pero esto es una cárcel". Y los niños que delinquen no deben estar en cárceles, sino que deben existir dispositivos para garantizar su reinserción social. Testa enfatiza que la concreción de su tarea es el cierre del Irar. Un rato después, completa la idea. "Para que el Irar se cierre, además de la decisión política del gobierno, hace falta que la sociedad se abra".

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