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¡YA NO SE PUEDE IR MÁS A LOS RECITALES DE MOZART!

Por Rudy

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¿Cómo le va, lector, cómo anda? ¿Disfrutando tal vez de unas vacaciones carnavalescas? ¿Paseando por ahí, por allá o por acullá? ¿En la fiesta de la quebrada humahuaqueña para bailar con el erque, charango y bombo? ¿O mientras mira las nuevas olas, usted ya es parte del mar? ¿O anticipándose al calendario, está disfrutando de las aguas de marzo cerrando el verano? ¿O está usted en medio de la ciudad, y “hace calor, hace calor, y yo estaba esperando que cantes mi canción, y que abras esa botella, y brindemos por ella”?

No sabemos, lector, cuál de estas realidades es hoy la suya. Quiero decir, no sabemos al compás de qué música esta bailando. O si piensa que el baile viene en marzo. O Cuando le llegue la próxima boleta de luz que termine por siempre jamás con sus posibilidades de comprarse una pizza.

¿O está usted en el campo? ¿Está comiéndose un rico asadito, o recordando los tiempos en los que podía hacerlo, mientras, nostálgicamente, le escribe una tonada, o una zamba, al “lomo que fue y ya no será”?

Puede que esté usted, en este mismo instante, rememorando aquella estrofa de “El arriero”, la de “ Las penas y las vaquitas, se van por la misma senda, las penas son de nosotros, las vaquitas, son ajenas” . Bueno, parece que las vaquitas son más ajenas que nunca, ahora, y en cuanto a las penas, puede ser de nosotros mientras no se decidan a exportarlas, y que a nosotros nos toque por otro lado, alguna pena taiwanesa. Vaya uno a saber.

Lo cierto, lector, es que vivimos en un mundo musical. Y la música, según un viejo libro de mi infancia, es “el arte de combinar los sonidos”. Con lo cual nos enfrentamos a la realidad de que “combinar los sonidos” es un arte. Y nosotros nos pasamos el tiempo combinando sonidos.

Cada vez que abrimos la boca, y cuando la mantenemos cerrada, estamos combinando sonidos. Si hablamos, gritamos, silbamos, cantamos o nos callamos, combinamos sonidos. Si le decimos a alguien que lo/la amamos, combinamos sonidos. Si firmamos un decreto de necesidad y urgencia, también.

Hay músicas y músicas, digamos.

Y la música está en todo. Siempre. Más o menos a la vista, pero, tal como el sol, aunque no lo veamos, siempre está. Desde que nacemos, y nos cantaban esas canciones para que nos tranquilicemos, para que no nos angustiemos, para que durmamos, para que votemos, para que cambiemos... ¿Quien no se durmió una vez al son del arrullo maternal, paternal, abuelesco... o de la familia Telerín, Mc Perro (esto va para los de más de 50) y tantas figuras con las que la tele reemplazaba la función parental?

Bueno, eso de usar canciones infantiles para “dormir a los grandes” sigue pasando. Ahora mismo, por ejemplo, dicen que está en los planes oficialistas el plan “Cantemos”, para que entendamos todo lo que pasa. Por ejemplo

  • “Si Vidalita se fuera con otro/ la seguiría por tierra y por mar/ Si es por mar en un buque de guerra/ si es por tierra a una base militar” (con la mnsica de “Adelita”, para explicar la mudanza de la gobernadora)

  • “Las cerealeras, las cerealeras, no nos quieren liquidar/ porque les falta, porque les falta/ que el dólar suba un poco más” (música de “La cucaracha”, para explicar la falta de liquidación de exportaciones).

  • “Voy al FMI, voy al FMI, voy al FMI a manguear, todavía soy chiquito y me tienen que ayudar, /voy al FMI a manguear” (con música de “Me voy a hacer pipí, papá”, explicando el endeudamiento)

  • “La gallina turuleca, hoy cuesta un huevo, hoy cuesta dos, hoy cuesta tres” (con musica de “La gallina truruleca”, para explicar el “sinceramiento”)

¿Y el rock nacional? Podría venir el ministro de Hacienda, y parafraseando a Charly García cantar “la grasa de los militantes, no se banca máaaas” pero creemos que el mismo Charly (tal como ya hizo con un intento de nombramiento hace un par de meses), le diría lo suyo. Además, es un ministro, y está muy ocupado calculando pizzas y boletas de luz, y vaticinando que ya nada va a aumentar, justo justo ¡antes de todo se vaya al mismísimo sinceramiento!

Y el de Cultura podría “explicarnos” los cientos de despedidos de su área con una cancion de León Greco, “La cultura es la sonrisa”, y decirnos que “ Ahora, la cultura es la sonrisa, solamente la sonrisa, y nada más que la sonrisa... y a los que quieren otra cosa más, los echamos”. Por supuesto que León, y todos los que no están/mos de acuerdo, algo haríamos al respecto.

¿Y el tango? ¿Lo ven al ministro Aranguren, parafraseando a “Naranjo en flor” y cantando “era más cara que el agua, que el agua caraaaa”, y después, decirnos a los argentinos “primero hay que saber sufrir”. ¿Para hablar del lomo dirán “desde que se fue, nunca más volvio, churrasquito amigo, yo también me voy”?

¿Y para hablar de los derechos adquiridos dirán “hoy vas a entrar en mi pasado”? ¡Parece que “los mareados” son ustedes!

Quizá la gente salga a la calle, arrastrando los tamangos, buscando ese mango, y les estampe un “verás que todo es mentira”.

No lo sabemos.

En este suplemento musical, no podemos ni queremos dejar de evocar aquella frase “Yo llevo en mis oídos la mas maravillosa música, que es la palabra del pueblo argentino”. La pronunció (muchos ya lo saben, otros tal vez mo), el General Perón, el 12 de junio de 1974, en su último discurso (falleció tres semanas después) como presidente de nuestro país, en el balcon de la Casa Rosada Sí, en esas épocas los presidentes salían al balcón para escuchar la voz del pueblo argentinos, no para bailar. ¡Qué tiempos aquéllos!

La música, lector, es el tema de este suplemento.

Hasta la semana que viene.

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Sábado, 13 de febrero de 2016
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