Vie 13.06.2008
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De niña a (con) mujer

Unos besos apasionados en Cannes, rumores y declaraciones de interesados y no tanto, hacen suponer que la tremenda Lindsay Lohan tiene novia. ¿Un nuevo escándalo? ¿O todo lo contrario?

› Por Mariana Enriquez

Dicen que el momento más difícil en la vida de una ex estrella infantil-adolescente es la transición hacia la adultez, no sólo propia, sino para el público, que no quiere ver al niño o niña, alguna vez adorable, convertido en un adulto lleno de imperfecciones. Por ese momento está pasando Lindsay Lohan, niña terrible y actriz deliciosa, que supo convertirse en reina teen con películas como Freaky Friday (2003) o Mean Girls (2004), dos muy sólidas comedias de Mark Waters. En los últimos años, sin embargo, Lindsay es sobre todo una estrella en los tabloides: si está anoréxica, si como consecuencia perdió la turgencia de sus hermosas tetas, si usa bombacha, si usa cocaína, si se interna por loca o borracha o tóxica. Además, Lindsay suele chocar con su auto, suele caerse por la guardia de hospitales y tiene unos padres impresentables, la insistente Dina (ex cantante) y Michael, que pasa la mayor parte de su tiempo preso por estafas. A los 22, los ejecutivos de estudios declararon que Lindsay “no está en condiciones de ser contratada. Es un riesgo para el negocio”. Ella se mostró en todo su esplendor para la revista New Cork, recreando la última sesión de fotos de Marilyn Monroe, y salió ilesa del homenaje, porque Lindsay está claro que no es Marilyn, pero es una belleza neoyorquina llena de talento y chispa.

¿Y será cierto? Hace menos de un mes, se la vio besándose en Cannes con su amiga Samantha Ronson, DJ y dueña del club neoyorquino The Plumm. Samantha es una chica de clase alta inglesa que vive desde chica en Estados Unidos; es públicamente lesbiana, es hermana del productor más cotizado del mundo, Mark Ronson (el de Amy Winehouse y Lily Allen, nada menos) y tiene diez años más que Lindsay. Dicen que están enamoradas, y que van a casarse por la nueva ley que lo permite en California. ¿Un golpe publicitario? Sería el primero de este tipo. Michael, el padre de Lindsay, dijo desde la cárcel que “claro que Lindsay es lesbiana, es evidente para cualquiera que tenga medio cerebro”. (El no se habla con su hija). Dina, la madre, lo negó. Lindsay le quiso pegar a Ashley Olsen (una de las mellizas millonarias) cuando se acercó a Samantha para hablarle al grito de “enana, alejate de mi novia”. Un amigo de Lindsay dijo algo que suena de lo más razonable, y que vuelve muy posible y verdadera la relación: “Le tiene confianza a Samantha. Sabe que es su amiga, que no la va a traicionar, que no quiere aprovecharse. Encontrar a alguien así es difícil en el mundo que vive Lindsay”. Lo último: la revista OK! le ofreció un millón de dólares para salir del closet en tapa. Lindsay dijo que no. Esa misma noche salió a bailar con Samantha y Lily Allen. Y, al otro día, estaba en el set de Labour Pains, su nueva película, y recibió la visita de Samantha a los abrazos. Son tan lindas juntas que dan ganas de que sea todo cierto.

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