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Viernes, 11 de julio de 2008

X 4

Villanos bizarros y Glbtt

Todos están del otro lado de la ley, de las prácticas sexuales y eróticas, atravesados por la ciencia ficción, la fantasía, el film noir y el thriller de aventuras.

 Por Mariano González

Barón Ashler
Mazinger Z (1972)

Villano de sangre azul de la serie animada. Una definición aproximada de Ashler sería hermafrodita de diseño: su cuerpo fusiona a un hombre y una mujer en perfecta simetría; confeccionado con sendas mitades de amantes enterrados vivos. Es incondicional del Doctor Hell, que lo regresó a la vida. Luce su rostro dividido con capucha violeta. También usa una especie de báculo electrificado que golpea contra el suelo cada vez que algo no sale según sus planes. Su característica más original es su manera de hablar, ya que dos voces independientes (masculina y femenina) se superponen en cada frase, pronunciada con sonido. De su sexualidad incierta no hay indicios evidentes (se trataba de un programa infantil después de todo), aunque su ejército personal, formado por una horda de jóvenes atléticos disfrazados de gladiadores, puede arrojar alguna idea.

Barón Vladimir Harkonnen
Duna (1984)

Este villano gobierna con puño de hierro en el planeta industrial, Geidi Prime, donde habitan mayormente cyborgs vestidos de negro que parecen cucarachas. Obeso y babeante, dueño de un rostro repulsivo lleno de acné, es sádico, amoral y desagradable. En una escena, el barón se avalanza sobre un joven prisionero, le arranca una válvula insertada en su pecho, y mientras se desangra, lo acaricia y besa en éxtasis. Los amigos presentes en la sala (uno de ellos Sting, enfundado en un traje de goma S/M) observan excitados. El sexo se ha transformado en un intercambio violento de sangre y aceite. Su cuerpo se asemeja a una defectuosa máquina de ensamblaje y trituración, que funciona con dificultad. Sus indefensos amantes proveen todo el combustible que su libido sea capaz de consumir.

Ben
Terciopelo Azul (1986)

En este film de David Lynch, el soñoliento Ben actúa con afectada suavidad. Habla suavemente con su socio de negocios turbios, Frank (Dennis Hopper), usando un delicado susurro casi inaudible que lo seda. Maquillado de blanco, su amaneramiento pausado, y la boquilla de su cigarrillo completan la dosis justa de extrañeza. Párrafo aparte merece el lugar donde vive, un aburrido burdel de estética retro, donde el particular estilo de las mujeres que se pasean por el living así como el extraño mobiliario sugieren ser una extensión de su personalidad estrambótica. Ben (que anticipa el misterioso personaje de Robert Blake en Carretera perdida) parece portar la melancolía y autocompasión de una diva en decadencia, que corta los lazos con el mundo y elige vivir recluida, detenida en el tiempo.

Black Lizard
(1968)

Feroz, megalómana, y glamorosa travesti, comanda una peligrosa pandilla de freaks en la película japonesa homónima.

Su objeto de deseo es una gema fabulosa, “la estrella de Egipto”. Para conseguirla, deberá secuestrar a la hija del empresario que posee la joya y llevarla a su isla secreta, donde tiene una colección de estatuas de varones y mujeres embalsamados para conservar su belleza privilegiada. El escritor Yukio Mishima, antes de morir, adaptó la novela original y le pidió al director, Kinji Fukasaku, que contratara a Akihiro Miwa, el transformista más famoso de Japón, para el papel de Black Lizard. A medida que la historia va progresando, algo parecido a una atracción surge entre el detective Akechi y su perseguido. ¿Quién puede resistirse a Black Lizard, criminal de expresión pop/ camp?

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