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Viernes, 29 de agosto de 2008

EPA!

El papá del año

En medio del coro de voces que, desconcertadas, preguntaron, insistieron, se angustiaron y hasta se espantaron frente a la abrupta revelación de que Ricky Martin había sido papá de gemelos sin madre conocida, el comunicado oficial brilló como una perla en medio de su ostra: “Aquí no hay madre”, dijo el cantante a través de sus voceros. Los niños nacieron por subrogación gestacional: alguien donó el óvulo, alguien más puso su vientre y –¡voilá!– dos niños para el astro latino que sueña con llegar a su casa y que lo reciba una “lluvia de chicos”. Al estilo de Jodie Foster, quien se embarazó por inseminación artificial diez años antes de hacer su coming out como lesbiana, el puertorriqueño cumplió con el sueño de ser padre sin emitir una sola palabra sobre su vida amorosa o sexual, usando un método que ya es popular entre los varones gays que cuentan con los recursos suficientes como para subrogar la gestación en los Estados Unidos. La agencia Associated Press australiana, por ejemplo, asegura que aumentaron cuatro veces en los últimos dos años –en este último ya se contaron 125– las parejas de hombres que invierten al menos 80 mil dólares en viajar a California para volver con un bebé en brazos, y el Fertility Institute, al oeste de los Estados Unidos, festejó públicamente este mes que las leyes de Gran Bretaña no permitan pagar a una mujer por alquilar su útero –aun cuando se legisló a favor de que las lesbianas accedan a tratamientos de fertilización artificial–, porque esto les asegura largos años de pingües negocios.

Como tantos, Ricky Martin deja la duda abierta sobre su sexualidad. Si algo negó hasta ahora fue que esas fotos en las que se lo veía retozando con su personal trainer eran algo más que gimnasia. Nada más. ¿Y por qué debería hacer definiciones tajantes y arriesgarse a perder suspiros femeninos (aunque éstos, se sabe, no tienen por qué detenerse)? Tal vez, como le pasó a Foster, sea el tiempo y las preguntas de los niños las que lo empujen a cantar esa que ya sabemos todxs, aun con las notas discordantes, variadas y diversas que la sexualidad siempre entona.

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