Viernes, 26 de agosto de 2016 | Hoy
ADIóS A ELKE MARAVILHA (1945-2016)
Por Dani Umpi
Por la cercanía a la frontera Uruguay-Brasil mi niñez y adolescencia se vivió fascinada por la enigmática, insólita y dicharachera televisión brasilera. Programas de entretenimientos loquísimos donde llovía dinero. El Cassino do Chacrinha en las tardes de la Rede Globo de los años ochenta era un show de talentos de los más disparatados que he visto. En su jurado brilló por catorce años lo que para mí fue la primera drag queen en mi historial televisivo y que, tras su muerte, el diario Folha de S.Paulo la despide con el titular “Elke Maravilha, la drag queen de sí misma”. Usaba pelucas gigantes, maquillajes y accesorios recargadísimos, carcajadas galponeras y comentarios que parecían venir del absurdo más random para terminar convirtiéndose en lo más lúcido escuchado durante la noche. Era mujer pero odiaba las etiquetas de géneros. De niña quería ser hombre o al menos eso recordaba de su llegada a Brasil desde Rusia, con seis años, con su familia escapando de una guerra. En el año 2007 pude cumplir un sueño en el SESC Pompeia e Sao Paulo: hacer un show en conjunto con mi ídola televisiva. Caminar con ella hasta la sala de ensayos era imposible por la cantidad de fotos que le sacaban. Con su pelucón y sus tacos superaba los dos metros de altura. Anarquista, pagana, gran anfitriona, recibía a todo el mundo en su apartamento de Río de Janeiro, con sus paredes moradas que, instantáneamente, copié para las paredes de mi dormitorio en Montevideo. Allí vivía con su octavo marido, treinta años menor que ella, el artista plástico César Altai y su gato Kalunga que era, prácticamente el rey de la casa. Continuamente cantaba. Amaba a Atahualpa Yupanqui e incluía canciones suyas en sus shows musicales, una mezcla de café concert/ritual donde, además, contaba anécdotas de su vida. Tenía miles, casi todas excéntricas, fábulas con moralejas anarquistas. Eso la llevaba a ser bastante codiciada por los entrevistadores de la tele. Elke podría salvarte un programa. Hay muchos videos en Internet con momentos de gran polémica como, por ejemplo, cuando habló de su admiración por Bin Laden e hizo apologías varias a la guerra. Amaba el heavy metal más que la bossa nova, amaba la cachaza, fumaba dos paquetes de cigarros diarios, miraba muchos noticieros, le encantaba la política internacional y los horóscopos, ayudaba a los mendigos llamándolos por su nombre, amiga de muchísimas prostitutas, ícono gay, ícono queer, ícono de moda, ícono de transgresión brasilera más allá del carnaval, modelo, profesora de latín, decía hablar ocho idiomas, hablaba de sus abortos cuando ninguna otra artista lo hacía. En septiembre del 2007 CAIXA Cultural de San Pablo pintó de morado las paredes de sus salas y, con curaduría de Rubens Curi, se expusieron fotos, vestuario y, fundamentalmente, joyas, diseñadas por ella misma. Las piezas eran fabulosas, cuernos de carnero y perlas, oro y plástico. En las paredes resplandecían una selección de frases citables y graffiteables: “Más importante que vivir es convivir”, “La moral no está en el medio de las piernas”, “Tener un solo dios es dictadura”. Se repartieron miles de postales con sus fotos y su saludo emblemático “¡Beijo na bunda!” (¡Besos en el culo!) que después veía sostenidas con imanes en las heladeras de casi todas las maricas brasileras que conocí.
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