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Viernes, 19 de julio de 2013

La verdad de la milanesa

Dos amigxs convierten su vida juntxs en museo de arte.

Más cercano al coleccionismo y al museo que a la instalación, tan cerca de la etnografía como del gesto materno de guardar en cajitas mechones de pelo y boletines, el trabajo de estos dos amigos es una documentación de su relación amistosa. Matías (30) y Juliana (32) llevan cinco años desde que él llegó desde Chaco y ella de Salta y se encontraron en una pensión de Buenos Aires, registrando lo que ellos denominan su Album (F)amigliar: objetos, cartas, fotos, videos y textos que abren una vez al año para su círculo de conocidos y que a fines de este año podrá ser visitado por los de afuera. La idea surgió como un modo de responder a ciertas preguntas molestas de amigos y parientes, sobre todo desde que decidieron irse a vivir juntos.

Matías: Las preguntas te las imaginás, son previsibles, pero las respuestas no tanto. El vernos juntos siempre durante tantos años genera una incomodidad, como si algo no cerrara. Si fuéramos dos chicas amigas o dos chicos que nos vemos los viernes, no habría problema. A mí me preguntan si no será que quiero ser ella, tener su ropa, sus tetas, su estilo. Si en el fondo no seré tan gay como digo, si seré lesbiana, si una relación tan simbiótica no impide que aparezca un amor verdadero (eso que tanto ella como yo hemos tenido pareja). Si en el fondo no estaré buscando una madre, o una esposa, o una hermana, o una enemiga. Porque, por lo visto, una amiga con la que se comparten tantas cosas genera cierta sospecha. Las peleas que hemos tenido, y muy fuertes, también inquietan. Como si por ser un gay y una bi, como no tenemos sexo, tampoco podemos pelearnos a muerte. Reconozco que muchas de las respuestas surgieron más claras para mí gracias a este ejercicio de poner atención a nuestras propias acciones. Y por ejemplo, en esa foto donde nos intercambiamos la ropa como accediendo a las inquietudes de los otros, o nos ponemos la misma peluca, puedo responder que hay algo que no me pasa ni con mis novios ni con mis amigos. No quiero ser ella, pero me gusta mucho que nos parezcamos, que miremos juntos el mundo que es de cada uno, donde están los amores, los dramones y también todos los otros.

Juliana: Las preguntas para mí van más dirigidas al tema de los celos y si en el fondo no será que estoy enamorada de él. Si me calientan sus historias con otros hombres, si estoy con él porque necesito alguien a quien nunca voy a poder alcanzar, que me asegura un lugar en alguien a quien admirar. Me propuse preguntarme hasta qué punto, si no hay sexo, tampoco hay tensión sexual y erótica. Y hasta qué punto, no siento celos de otros hombres, ya que sin dudar puedo decirte que siento celos de sus otras amigas a veces. Por ejemplo, cada vez que me cuenta sobre sus levantes o sobre sus posibles amores, yo me siento muy entusiasmada con la posibilidad de que “encuentre a alguien”. Las veces que lo ha encontrado he sentido celos pero no de su amor, de su cuerpo, sino de un tiempo concreto, por ejemplo, la mañana. ¿Se puede tener celos de una hora del día? Yo tengo. Tenemos filmadas desde el desa-yuno hasta clases de yoga. También guardamos la receta de las milanesas que al él le encantan. Son únicas, me las enseñó a hacer mi novia mía. ¿Existe coqueteo? Sí. Es que nos moriríamos si descubriéramos que uno está aburriendo al otro. Creo que cuando ven las cosas que juntamos acá, que están muy lejos de una pretensión artística en común, ni dedicada del uno al otro, como Patty y Maplethorpe, por ponerte un ejemplo bien lejano, la gente termina pensando que estamos un poco locos, que somos demasiado raros. Y bueno, ya lo sabíamos.

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