turismo

Domingo, 9 de marzo de 2003

COSTA ATLANTICA EL BALNEARIO DE MAR AZUL

Un bosque sobre el mar

Playas de 200 metros de ancho, arena limpia, mar abierto, médanos de 15 metros de alto y una espesa arboleda que protege el paisaje marítimo de fuertes vientos. Así es Mar Azul, un bosque con claros, bajos y exóticos lugares, donde viven 250 pobladores... hasta que llega el verano. Un balneario muy tranquilo, a sólo 6 kilómetros de Villa Gesell, donde es posible imaginar una vida para todo el año.

Bosque, mar y una reserva de dunas que es una aventura recorrer. Ubicado a seis kilómetros al sur de Villa Gesell, Mar Azul nació hace unos 40 años, cuando algunos pioneros llegaron a estas arenas con sus casas rodantes tiradas por tractores desde Gesell, como única forma de abrirse paso por calles intransitables o inexistentes. Hasta hace poco sólo unas diez familias disfrutaban de estas playas y del bosque, que por momentos parece encantado. Pero con el paso del tiempo y de verano a verano, los turistas fueron “descubriendo” este rincón de la costa atlántica, cuyo crecimiento comenzó a afianzarse en los últimos cinco años.
Todo Mar Azul pisa el mar y en el aire se respira libertad, sobre todo al caminar sin más límites que el agua y el cielo interminables. Playas con 200 metros de ancho aún en una creciente, arena limpia y mar abierto sin escolleras y piedras que impidan el acceso al océano. Además, médanos de 15 metros de alto para tirarse y rodar a gusto, y una forestación adaptada a las irregularidades del terreno, conforman un paisaje marítimo muy protegido de los vientos aún cuando soplen con fuerza.
Las playas, muy tranquilas, jóvenes, pero a la vez familiares, son lugares abiertos a todo tipo de público, generalmente de 25 a 45 años con hijos pequeños que no pasan los 14. Y cuando los pasan prefieren Villa Gesell por la seducción de la movida nocturna, ya que en Mar Azul todo concluye a medianoche. Algo muy valioso para quienes buscan una playa más tranquila, donde al caer el sol puedan distenderse con el sonido del mar y el canto de los grillos.

Sol, pesca y deportes
En el bosque con claros, bajos y exóticos lugares, residen 250 habitantes permanentes, cuya vida se altera un poco en la temporada veraniega, cuando llegan los turistas en busca de la arena y el mar. La playa más concurrida es el balneario Carabelas, entre las calles 34 y 35, donde es posible refrescarse con un trago cuando el sol se hace sentir. Allí, varios complejos de apart hotel ofrecen el servicio de sombrillas y reposeras. Para quienes prefieren el desafío de las olas, una excelente golosina es el surf y otros deportes náuticos como el jet sky. Por la tarde nunca faltan los tradicionales juegos de playa como el tejo y el voley, y si la idea es armar un picadito de fútbol, el camping Mirage tiene sus canchas listas para recibir a los jugadores.
Si de pesca se trata, en Mar Azul siempre hay pique. Como es un lugar de mar abierto y no está atiborrado de turistas, no es difícil capturar una corvina, una brótola, un cazón o en menor medida alguna raya. Febrero y marzo es la temporada de la lisa, un pez muy difícil de atrapar por lo saltarín, aunque quien asume el desafío de pescarlo será recompensado por su sabrosura. También se pueden hacer excursiones de pesca embarcada desde la mañana en un gomón que se interna entre 1000 y 2000 metros con total garantía de pique.

Caracolas y noctilucas
Por la noche, ir al mar y descubrir las noctilucas es un paseo apasionante para muchos, que no todos conocen. Algunos opinan que los anocheceres con luna son ideales, otros al revés, y el rito se inicia al acariciar el agua y observar cómo se crea una estela detrás de la mano por efecto de la fosforescencia de esos microorganismos que pueblan el mar. Sorpresas de la naturaleza que se pueden encontrar tanto en verano como en invierno.
Mar Azul tiene casas de troncos, piedras y tejas frente al océano abierto, y otras arrinconadas en medio de la arena, entre tamariscos y cortaderas que forman pequeños recodos, únicos. Donde recostarse en un sillín y dejarse mecer por la cadencia del mar es la prueba de que el tiempo se detendrá en ese instante. Unos metros más allá, la playa desierta, desolada y soleada se abre como el espacio ideal para descubrir cuando la marea baja el universo de caracolas.

Sabores, panqueques y artesanías
El balneario cuenta con una infraestructura de servicios básica aunque suficiente. El eje donde se concentran restaurantes, pizzerías, cafés y proveeduría está sobre la avenida Mar del Plata, la más importante del lugar. En el restaurante “Chiquitín del Pinar” –dentro del complejo Pinares del Mar, entre 42 y 43–, se despliega una amplia variedad de condimentos y sabores mediterráneos de calameretes, langostinos, rabas y salmón, acompañados por salsas especiales preparadas con palmitos, camarones y champigñones dignos de un festín. Los platos de pastas, carnes y pescados son abundantes y varían entre los 10 y 12 pesos. La bebida se cobra aparte y se puede elegir una variedad de bodegas lo suficiente pródiga como para satisfacer las más amplias exigencias.
Otra posibilidad es la parrilla “El Rodeo”, sobre la calle 35. Por 12 pesos se puede pedir una entrada, carne de vaca, cordero o lechón. Estos lugares también ofrecen shows en los que la alegría se genera sin previo aviso. Para los amantes de la pizza, “Cosco Inn”, en la calle 44, es la indicada para saborear y aprovechar las promociones por 11 pesos.
Abierto y receptivo a todos los gustos, “Lo de Carlitos” –entre 43 y 44– es una panquequería cuyas delicias fueron bautizadas de acuerdo con el deseo y la diversidad de los personajes que pueblan Mar Azul. Y así se puede saborear un panqueque Diego Maradona, otro Tita Merello o un Che Guevara a partir de los cuatro pesos. Luego nada mejor que llegarse hasta la pequeña feria artesanal y probar dulces, licores, comprar velas o alguna pieza de interés. Siguiendo este rumbo se puede continuar hasta 45 y Necochea para curiosear el arte de “Lavanda”, y terminar el recorrido en “El Angel Azul”, en la calle Punta del Este, entre 32 y 33. En estos negocios se pueden encontrar espejos, cuadros marinos, velas o lámparas. Antes de pegar la vuelta, vale la pena entrar a “La cocina de la esquina”, en Punta del Este y 40, para relamerse con exquisitas mermeladas y otros manjares caseros.

Terrenos, casas y alquileres
Mucha gente mira a este lugar como un refugio donde pasar sus veranos y descansar durante el invierno y esto se traduce en un crecimiento sostenido de la venta de terrenos. Los criterios urbanísticos de preservación del bosque son suficientemente estrictos. No se pueden talar los árboles ni construir más allá del segundo piso.
La llegada progresiva de turistas generó sólo en el 2002 la construcción de 180 obras nuevas desde cabañas y casas para nuevos habitantes permanentes, hasta emprendimientos turísticos habitacionales y comerciales que totalizaron junto a Las Gaviotas y Mar de las Pampas unas 350 construcciones.
Lino Abal, un agente inmobiliario de la zona, comenta que si bien es difícil estipular los valores de venta de los lotes, el precio de un terreno a 40 metros de playa puede rondar los 8000 dólares. El metro cuadrado de casa construida en este momento se paga unos 650 pesos. Los alquileres por quincena rondan entre los 1500 y 2500 para una casa con tres habitaciones. Y para un mes hasta 5000 pesos de acuerdo con la ubicación.
“Como comerciante me encanta lo que pasa pero como poblador no tanto. Yo llegué a este lugar en el 86 cuando no había luz ni teléfono, y ni siquiera esta calle Mar del Plata nos llevaba a Gesell directo”, dice con un dejo de nostalgia, ya que teme perder la tranquilidad que encontró en esta playa. Por eso se preocupa de que se respeten los retiros de las casas “para que el verde dure, porque de lo contrario quedará muy poco en algunos años”. Y poco significa la extinción del bosque.

Vecinos ecologistas
Para Alejando Herrera, uno de los referentes de la ONG Verde Mar, la particularidad del trabajo de los vecinos de Mar Azul es el fuerte compromiso con el ambiente. “La forestación aquí es muy importante por eso es esencial armonizar la intervención arquitectónica. Yen este caso el accionar de los vecinos ante las autoridades que deben legislar respetando el entorno es decisivo”. Generar conciencia acerca de que la reserva es agua dulce para el futuro y de la responsabilidad de conservar las dunas, la fauna y la flora es la principal tarea. Conocer el hábitat para poder protegerlo es la consigna: identificar las aves marinas de la playa y el resto de la fauna que suele aparecer por la playa, movilizarse, recuperarlos y dejarlos en libertad. Durante el 2002 Verde Mar rescató 60 pingüinos magallánicos, 23 lobos finos, 3 leones marinos y 30 gaviotas cocineras.z

Informe: María Amalia García.

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Entre el bosque y el mar, playas muy amplias y protegidas para disfrutar el fin del verano.
 
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