turismo

Domingo, 17 de agosto de 2003

CHILE DE PUERTO MONTT AL SUR

La Carretera Austral

La temporada de la nieve se concentra en Chile en Portillo y Valle Nevado. Pero mucho más al sur también se puede seguir la aventura de la Carretera Austral, desde Puerto Montt hasta los glaciares, el único eje que permite conocer la Patagonia chilena y sus encantos.

Por Graciela Cutuli

La larga y montañosa geografía chilena ofrece a los amantes del esquí, en esta época del año, un abanico grande de opciones sobre el flanco de los Andes. Pero dejando atrás las opciones de esquí, se puede dar un salto hasta el extremo sur de la Patagonia chilena, para internarse a partir de Puerto Montt en un laberinto de aguas sólidas y líquidas, grises y blancas, azules y celestes, allí donde los mapas muestran un filete delgado, entrecortado, que en la realidad se traduce en un camino de ripio llamado Ruta Nacional 7, la famosa Carretera Austral.

El corazon al sur. Entre los más hermosos circuitos del continente latinoamericano, esta ruta se abre camino en una paleta de verdes, azules y blancos, uniendo entre sí todos los atractivos del sur de Chile. Es apenas un camino de ripio, que en muchos lugares no merecería el mote de “carretera” si no fuera porque nos lleva al viaje más increíble que se pueda hacer en el país trasandino. Con el auto listo (sin olvidar la nafta ni las raciones de agua y comida, ya que hay largos tramos sin servicios), el cinturón abrochado, los ojos bien abiertos, la cámara de fotos en mano, la ruta empieza ya con sorpresas al salir de Puerto Montt, la pequeña capital del sur de Chile, el único toque de vida moderna y ritmo urbano que se permite la Carretera Austral.
Pasando los pequeños caseríos de Chamiza y Quillaipe, la ruta bordea su primer Parque Nacional, el Alerce Andino, uno de los parques más jóvenes de Chile, que protege sobre una extensión de 40.000 hectáreas algunos de los últimos bosques de alerces que quedan en la región. Como en la falda oriental de los Andes, los alerces de Chile pueden alcanzar alturas de más de 40 metros, vivir más de tres milenios y tener troncos de más de cuatro metros de diámetro. La primera parada de la Carretera será entonces para observar algunos de estos gigantes, entre el puesto de Lenca y el estuario de Reloncaví, el primer cruce en balsa de este tramo.

De Puerto Montt a Chaiten. El camino de ripio que aparece de nuevo en la otra orilla del estuario llega hasta puerto Yungay, en una región donde los hielos cubren las tierras y desbordan en el mar, y donde el caprichoso trazado de las costas es una pesadilla para cualquier cartógrafo. La Carretera Austral tarda unos 60 kilómetros en llegar hasta Hornopirén, que a pesar de las letras grandes que lo indican en los mapas es apenas un pueblo (perfecto para aprovisionarse de nafta y comida). La ruta acaba de rodear el volcán del mismo nombre, que culmina a unos 1572 metros de altura. En las afueras del pueblo hay termas (en la localidad de Pichicolo) y al este se encuentran dos parques nacionales, el Hornopirén y el Pumalín. Este tramo concentra buena parte de los atractivos del camino: bosques dominados por las cumbres de volcanes encapuchados de nieve, algunas termas originadas por la actividad volcánica de una de las regiones más activas geológicamente del mundo, y parques nacionales semejantes al Edén original. En primavera, sobre todo, como en Bariloche y la región de los lagos argentina, se ve una explosión de colores y de flores, entre los bosques aún más tupidos gracias a la mayor cantidad de lluvias. Desde Hornopirén hay caminos que permiten recorrer los parques y hacer trekking. En cuanto a la Ruta 7, después de seguir por agua por un par de horas, retoma la tierra firme y así se llega a una de las principales etapas del recorrido, la ciudad de Chaitén.
En estos parajes desérticos, Chaitén puede pretender sin problema el rango de ciudad, aun con sus 3000 habitantes. Es un puerto que nació alrededor de una base militar, muy activo, con ferries que van hasta Puerto Montt, y Quellón y Castro en la isla de Chiloé. Chaitén, que ofrece todos los servicios necesarios al turista, no perdió su aspecto de ciudad de pioneros. Al sur, se encuentran las termas El Amarillo, que merecen una parada.

Hielos y selvas. Desde Chaitén, la Ruta 7 sigue más al sur, y luego de casi 80 kilómetros llega a Villa Santa Lucía, el caserío que lleva a otros dos centros turísticos interesantes: Futaleufú y Palena. Futaleufú está más al norte, a otros 80 kilómetros de Santa Lucía (a la altura de Trevelín, del lado argentino). Es un lugar conocido por los pescadores con mosca y también por los rafters que practican su deporte en las aguas del río del mismo nombre. Palena, también a unos 80 kilómetros de Santa Lucía, pero más al sur, es un centro de abastecimiento interesante. Está conectado a la ciudad argentina de Corcovado por el paso Río Encuentro.
La Carretera Austral pasa por más parques, la Reserva Nacional Lago Rosselot y el Parque Nacional Queulat (154.000 hectáreas que prefiguran el resto del país: fiordos que se adentran profundamente en las tierras, relieves abruptos, picos volcánicos y los primeros glaciares permanentes). El Parque Queulat es uno de los destinos preferidos para el turismo aventura en el sur de Chile. A pesar de las muy desfavorables condiciones meteorológicas, hay excelentes pesqueros en los ríos del parque y los lagos, además de caminos para hacer trekking hasta glaciares, como el Ventisquero Colgante, una de las postales más famosas de la Carretera Austral. El lugar ideal para visitar el parque es Puyuhuapi, pequeño pueblo con buena infraestructura y muchas agencias de turismo aventura.
La Ruta 7 cruza todo el parque de norte a sur y llega luego de unos 270 kilómetros –pasando por Villa Amengual, un paraje donde se presenta otra opción de camino– a Coihaique y a Puerto Aisén, la otra gran ciudad de la región.

La estrella de Coihaique. En el centro de las tierras, Coihaique es hoy una ciudad de más de 40.000 habitantes, capital de la XIª Región y conectada con la Argentina por varios pasos trasandinos. El trazado de su centro, uno de los más originales de Sudamérica, está formado por una plaza pentagonal de donde salen diagonales en forma de estrella. En invierno hay dos centros de esquí en la región de Cohaique: El Fraile, a 29 kms, y Los Maillines, a 81. Un museo traza la historia de la región, cuyos primeros habitantes fueron los indios chonos y alacaluf que vivían de la pesca en los canales de las intricadas costas, y los tehuelches en el interior de las tierras. Si bien algunos aventureros insistieron en buscar la legendaria Trapananda (la Ciudad de los Césares o la Ciudad de El Dorado) hasta en estas lejanas latitudes, fueron los misioneros de Chiloé los primeros europeos en tener un contacto constante con los indios de la región. Luego de varias exploraciones (las de Fitz Roy y Darwin fueron las más famosas, pero también se recuerda el paso de John Byron, abuelo del poeta británico), hay que esperar hasta 1870 para que un chileno haga el primer relevamiento extenso de la región.
En Coihaique no hay que dejar de pasar por la Peña Quilantal, la más famosa de la ciudad, con shows de música folklórica en vivo. Los otros atractivos están fuera de la red urbana, rodeada por varios parques y reservas naturales: Parques Nacionales Coihaique y río Simpson, Reservas Nacionales Trapananda y cerro Castillo, y el Monumento Natural Dos Lagunas, que protege un extenso humedal donde viven numerosas colonias de aves.

Un mundo de fiordos. Cerro Castillo se encuentra unos 110 kilómetros al sur de Coihaique y es el punto de entrada de la reserva nacional del mismo nombre. Desde allí se puede llegar por una ruta secundaria hasta el puerto Ingeniero Ibáñez, sobre el lago General Carrera (en la Argentina se lo conoce como lago Buenos Aires). Se trata de un pequeño pueblo que fue casi enteramente cubierto por las cenizas del volcán Hudson durante su erupción en el año 1991 (en la actualidad ya no se nota el recuerdo de esta tragedia). Está conectado por ferries a Chile Chico, en la ribera opuesta del lago del lado chileno, y a Los Antiguos del lado argentino. Desde Villa Cerro Castillo hasta puerto Bertrand hay 175 kilómetros sin más etapas que algunos puestos y caseríos, sin abastecimiento ninguno, y de allí quedan otros 70 kilómetros para llegar a Cochrane, el último centro poblacional de importancia en el recorrido de la Carretera Austral. En este tramo, el camino bordea el inmenso Parque Nacional Laguna San Rafael, que como su nombre no lo indica protege campos de hielos, fiordos y toda la costa del golfo de Penas. Cubre más de 1,7 millones de hectáreas y está dominado por el pico San Valentín, de 4.058 metros de altura, la cumbre más alta de los Andes del sur de Patagonia. Sus glaciares, aunque de acceso difícil –y costoso– son una verdadera maravilla de la naturaleza. Bajan de los cerros hasta el mar mismo, con el trasfondo de fiordos de gran belleza.
Al sur de Cochrane, la Carretera Austral continúa hasta puerto Yungay, a unos 120 kilómetros. Se trata de un pequeño puerto, un singular pueblito de pescadores construido junto a un barranco, donde las calles fueron reemplazadas por plataformas de maderas y escaleras. Desde puerto Yungai se puede tomar una última balsa y llegar hasta un desembarcadero de donde sale una pista de ripio que desemboca en Villa O’Higgins, el núcleo poblacional más austral de esta parte de Chile, y el último lugar que se puede alcanzar por la red de carreteras continentales (para llegar a puerto Natales y Punta Arenas, más al sur, hay que llegar con ferries, ya que los campos de hielo, los relieves y los lagos impiden cualquier comunicación terrestre más al sur de Villa O’Higgins). El lago O’Higgins es el lago San Martín del otro lado de la frontera.
Puerto Montt está a más de 1100 kilómetros. El mundo está más lejos todavía. Frente al canal de agua que baña puerto Yungay, se abre un nuevo planeta, un mundo de hielos, de azules cristalinos, de rocas atormentadas por las olas, los vientos, las lluvias y temperaturas que rozan el cero una buena parte del año. La Carretera Austral llegó a Yungay en el año 1996. Había sido empezada veinte años antes. Sin duda, la llegada de este cordón finito de ripio trajo muchas sorpresas a los pescadores de Tortel y de Yungay. Pero más trajo a quienes lo siguieron, itinerario a un mundo distinto, como en los mejores libros de magia. La palabras que abren el hechizo son “Carretera Austral”.

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Arriba: El minúsculo barquito avanza frente a la extrema belleza de un universo de hielo.
Abajo: Aventuras en un gomón, navegando entre los glaciares.
 
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