El índice de precios al consumidor aumentó 2,4 por ciento en octubre, mostrando una fuerte aceleración con respecto a los dos meses anteriores. En agosto, la variación del IPC había resultado de apenas 0,2 por ciento, y en septiembre reflejaba un  crecimiento de tan solo 1,1 por ciento. En el mes bajo análisis, la aplicación de los nuevos cuadros tarifarios en el suministro de gas distribuido en redes, por resolución del Enargas vigente a partir del 7 de octubre, incidió fuerte en el aumento. Sin embargo, no sólo fue el rubro Vivienda y servicios básicos, cuyos precios treparon el 10,7 por ciento, el único que demuestra que la inflación es un mal todavía presente: Indumentaria registró un incremento mensual del 3,6 por ciento, y Atención médica y gastos para la salud, 3,4 por ciento de suba sobre los precios de septiembre.   
El Ministerio de Hacienda y Finanzas encontró una manera ocurrente aunque poco efectiva para ocultar la aceleración de la inflación en octubre. En vez de analizar la evolución creciente del índice, los tomó en conjunto, los promedió y lo presentó de la siguiente forma: “El promedio de estas tres últimas variaciones mensuales del índice general arroja un 1,2 por ciento mensual (la redundancia es obra del autor del comunicado oficial) y configura una tendencia limpia en la que se compensan aquellos vaivenes”. Así está expresado en un comunicado de la cartera que encabeza Alfonso Prat Gay,  presentado con el título “En lo que va del segundo semestre, la inflación promedia un 1,4 por ciento mensual”, en ese caso, también embolsando en el cálculo la inflación de julio. En esto, puede decirse que Prat Gay no presenta contradicciones ni diferencias con respecto al titular del Banco Central, Federico Sturzenegger: ambos aprovechan el anuncio o comentario sobre cada noticia, por mala que sea, como parte del fulgurante éxito de sus respectivas gestiones.
En el mismo comunicado, Hacienda y Finanzas hace dos esfuerzos adicionales por demostrar “la batalla ganada” contra la inflación. Elabora una secuencia mensual de un índice desgasificado (el término no es adjudicable al Ministerio, sino al autor de esta nota), es decir, sin la incidencia de las tarifas de gas. Así, resultaría que los aumentos mensuales serían del 0,9 por ciento en agosto, 1,7 en septiembre y 1,5 en octubre. De tal forma, y tras semejante despliegue de claridad expositiva, la cartera económica concluye, para quien lo quiera oir: “Tal como lo había previsto el gobierno, la evolución del IPC  general está muy por debajo de los niveles observados durante la primera mitad del año, (y) la inflación del segundo semestre ya está por debajo de la meta mensual del 1,5 por ciento anunciado por el BCRA para los últimos meses del año”. Siguiendo el mismo criterio, los índices de precios de los últimos dos meses del año deberán tomarse sin incorporar la incidencia del futuro aumento de las tarifas eléctricas y sin el cálculo del brutal incremento en el precio del subte, ya que el Indec de Cambiemos ha vuelto al cálculo de precios únicamente sobre el área metropolitana (CABA y conurbano), abandonando el seguimiento en el resto del país. 
De cualquier modo, los propios datos del Indec ponen en controversia las conclusiones de Hacienda y Finanzas. La denominada Inflación Núcleo, que mide la variación de precios que no se definen por regulación estatal ni responden a bruscos cambios estacionales, mostró en octubre una variación del 1,8 por ciento, aumentando tres décimas sobre el nivel de septiembre. Así, la inflación se estaría alejando y no acercándose a la meta del BCRA. Por otra parte, los aumentos en rubros tan elementales como Indumentaria y Salud deberían llevar a una mayor preocupación y no la autocomplacencia del gobierno. Además, no sólo la boleta del gas aumentó en los gastos relacionados con la Vivienda: alquileres registró un alza del 2,8 por ciento en octubre, y Reparaciones y gastos comunes (expensas), 6,2 por ciento en el mismo mes. Y lo dice el Indec de Todesca.