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Jueves, 14 de agosto de 2008
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EL 19 EMPIEZA EL JUICIO POR LAS 194 MUERTES EN CROMAÑON

Perder el juicio

Cuando este martes arranque el juicio por la “catástrofe” más grande de la historia argentina, estará en juego no sólo la búsqueda de culpables penales, sino también se juzgará, de algún modo, la cultura de la desidia del “rock Cromañón”. 350 testigos, un blindex para Chabán, el rol de los bomberos y la policía, la responsabilidad de Callejeros, de los funcionarios, los familiares y los sobrevivientes. Aquí, el NO reflexiona sobre el estado en el que se llega al juicio. Perdidos por perdidos.

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LA BANDA

Desbande

Por Mariano Blejman

El debut como editor del NO fue con un título triste: “El fin del rock Cromañón”, salió en la portada del diario. Una tapa negra con el NO en soledad, y una producción encarada por Cristian Vitale, Roque Casciero y Eduardo Fabregat, en donde unas decenas de músicos, productores, managers y afines intentaban reflexionar sobre lo inentendible: los 194 muertos en el recital de Callejeros. Se suponía que iba a empezar otra etapa. Los intentos anteriores de Vitale por convencer a Esteban Pintos, el saliente editor de este suple, de entrevistar a Callejeros habían sido tirados por la borda por la misma banda: ellos sólo les daban notas a los periodistas que los habían acompañado desde un principio, dijeron. Planificaban el crecimiento sobre un misticismo que habían visto en estadios a cielo abierto. La arrogancia con la que manejaban el innegable ascenso exponencial de la banda se iba a traducir después en un intento desmesurado por despegarse de cualquier responsabilidad. Y en ese alarde de soberbia, hasta rompieron esos códigos que habían creado sin ayuda: su primera entrevista después de las muertes fue en Radio 10, la emisora de los taxistas fachos de Buenos Aires, la hermana mayor de FM La Mega. Sea por recomendación de sus abogados (a veces los mismos, a veces distintos, según pasaron los tiempos), o por su sello musical, no había tiempo de levantar esas viejas banderas, por cierto nada ignífugas. Mientras planificaban su primer show post-Cromañón, varias veces suspendido, ellos ya pensaban en llenar estadios: River o Vélez estaba en sus planes desde el comienzo. Los muertos por delante iban a servir para la consagración. La desidia propia de la ignorancia, la prepotencia del que escondía sus falencias detrás de cortinas de humo, la justificación del lugar de víctimas y una manera de entender la in-cultura también se juzgarán en el juicio. De alguna manera, será la Justicia (y no la educación, ni el discurso mediático, ni este suplemento, ni la falta de reflexión de la blogósfera, ni siquiera la misma banda) la que determinará si el “Rock Cromañón”, finalmente, dejará de existir, como un aspecto viable de la cultura rockera.

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