La política económica neoliberal encabezada por el ministro de Economía, Luis Caputo, nacida al calor del aumento del precio del dólar oficial del 118,3 por ciento en un sólo día desató una aceleración de la inflación incluso mayor al disparador inicial. Es que el poder económico impone precios en función del dólar financiero y éste expresa en sus propios vaivenes el precio del dólar “fuga”.

Luego de la súper devaluación, se estableció una suba predefinida del dólar oficial del 2 por ciento mensual. Como la inflación del mes de diciembre fue del 25,5 por ciento y la de enero también está en esa línea, se genera un retraso del dólar oficial que derivará inevitablemente en una nueva devaluación que espiraliza el proceso.

A lo anterior se suma que todo atraso cambiario –-sobrevaluación del peso--, implica una caída de exportaciones por pérdida abrupta de competitividad de lo producido localmente y en simultáneo, un “subsidio” sobre las importaciones, generando el masivo ingreso de productos, que erosiona aún más la producción local.

La caída de exportaciones y suba de importaciones deterioran el saldo de la balanza comercial, que es la única fuente genuina de divisas. Si las divisas genuinas no alcanzan, la brecha se compensa con endeudamiento para financiar la fuga de divisas.

Tablita

Lo descripto carece de originalidad. Es un plagio de la trágica “tablita” de Martínez de Hoz, en el marco de la política económica neoliberal de la dictadura militar genocida. Se puede decir que Martínez de Hoz es el funesto pionero de lo que hoy se denomina “crawling-peg”. Consistió en devaluaciones decrecientes, periódicas y constantes a partir del diagnóstico erróneo de que la inflación se reduciría de ese modo.

Pero la inflación no es solamente un fenómeno monetario como dice Milton Friedman, sino que es, entre otras cosas, una imposición política de las grandes corporaciones para reducir el salario e incrementar ganancias en el marco de las relaciones contradictorias entre el sector social del trabajo y el sector social del capital.

Por lo anterior, la inflación se multiplicó y --similar a lo dispuesto por el tándem Milei-Caputo--, provocó la apreciación del peso y con ello el estancamiento y caída de la economía con sus consecuencias de liquidación de empresas, fundamentalmente de pymes, desempleo y caída de los salarios, incremento de la pobreza y endeudamiento externo.

En definitiva, Milei y Caputo han generado intencionalmente un proceso de "depreflación". Es decir, de inflación con depresión a partir de una devaluación inhumana y a la vez innecesaria para la sociedad pero indispensable para provocar una transferencia brutal de ingresos en favor del poder económico empresarial.

Déficit

Esto destruye la posibilidad del “cacareado” déficit fiscal cero, ya que la depresión implica caída de recaudación fiscal. Es decir, disminuyen los ingresos fiscales y el sufrimiento ocasionado a la sociedad por caída del gasto fiscal será una inutilidad, ya que nunca podrá alcanzarse el objetivo del déficit cero, que no es otra cosa que un mito para justificar la destrucción del Estado. La política de Milei-Caputo no tiene destino, aún dentro de la barbarie neoliberal. Salvo mantener tasas de interés negativas para licuar pasivos del BCRA y facilitar la dolarización a posteriori de espiralizar el proceso de estanflación, para profundizar la inequidad distributiva.

La Argentina ya conoce la dolarización: es similar al proceso de convertibilidad con el adicional de cambiar los pesos por dólares. También conoce el final de la convertibilidad: con 30 muertos y los más altos niveles de pobreza e indigencia, desempleo masivo y salarios de hambre, saldo negativo crónico de la balanza comercial y endeudamiento externo con default incluido. Más grave aún: dolarizar y mutilar al Estado implica introducir los grandes carteles del narcotráfico internacional, que usarán la corriente de dólares para lavar dinero delictivo, como ocurre en Ecuador.

La posibilidad más eficiente de poner un freno a esta política desquiciada es a partir de la movilización popular. Es decir, darle continuidad al hecho decisivo ocurrido el 24-1, bajo la conducción del movimiento obrero unido y organizado, los movimientos sociales y de derechos humanos y los miles de argentinos que individualmente, confirmaron con su presencia sus ansias patrióticas, en defensa de la Sociedad y de la Nación Argentina.

*Economista y contador público. [email protected]