CARTAS DE LECTORES

¿Integración educativa?

Y sí, desistí... Tuve el desatino de enseñar (aún lo albergo). Era feliz yendo a dar clase. Le agradecía a Dios cada día poder hacer lo que me gustaba. Entrar en un aula significaba un desafío. Dentro de mí resonaban las palabras de Bioy Casares: “Tú inicias a la gente en una fiesta”... Cuando juré como profesora en el “Joaquín”, lo hice a sabiendas. No me atemorizaba actualizarme, siendo docente, esposa y madre, porque la fuerza para seguir me volvía “inmune” (no digo a un pampa, a la tribu si se ofrece). Poseía la energía que da la juventud. No me acobardó vivir en la Argentina en los peores años de dictadura. Podía abrir mentes, y sé que en ello no hay vuelta atrás. Sólo quería enseñar, lo cual era un paraíso para mí. Mis ex alumnos pueden dar fe de ello. No tuve en cuenta que trabajar siendo discapacitada es imperdonable. En una sociedad que valora la juventud y la belleza, ¿yo pido atención? Encima carezco del necesario “palenque ande ir a rascarse”. Aparece una nueva ley (Nº 3333). Se desconoce su alcance (fue promulgada el 3/12/09). Hoy sé que la ignorancia de las leyes no excusa su cumplimiento. Junto con mis sentidos se fueron “yendo” lentamente, pero sin pausa: los alumnos, con sus ocurrencias, sus salidas, su barahúnda, sus protestas... Luego las voces de mis compañeros y las señales de mis amigos. Estaba (como bien lo describía Don Ata) “galopando contra el viento”. Mis sueños se deshacen. Los inconvenientes crecen. Cada día, un obstáculo. Al demolerlo, aparece en el mismo sitio otro mayor que el anterior... Nunca encontré resignación y muchas veces lloré indignada. Quiero demostrar que una enfermedad como la esclerosis múltiple es una barrera distinta contra nuestro cuerpo, pero se puede salir... Estoy segura de que puedo dar mucho aún. Seguir educando, de otra manera... Pero mi posición parece lejana a la de mis superiores. De nada valen mi conocimiento, mi experiencia ni los años dedicados. ¿Y la integración educativa? Eppur si muove (pero se mueve) –frase que Galileo Galilei pronunció después de abjurar ante el tribunal de la Inquisición–.

Adriana Lenardon

D.N.I. Nº 13.131.618

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