CIENCIA › LA DOBLE HELICE

Un tema polémico

 Por Leonardo Moledo

Cada vez que se produce un nuevo aniversario del bombardeo de Hiroshima, nos sacude un estremecimiento de horror. Y otro el 9 de agosto, cuando la bomba atómica cayó sobre Nagasaki (con la salvedad de una historia horrenda: la bomba no estaba destinada a Nagasaki, sino a la ciudad de Kokura. El avión que la transportaba –el Bock’s Car– estuvo dando vueltas varias horas sobre Kokura, que estaba cubierta por una capa de nubes que impedían el bombardeo, esperando que el tiempo mejorara, hasta que, cuando empezó a agotarse el combustible, enfiló hacia Nagasaki). Es un espanto en el que todo el mundo está de acuerdo, aunque no tanto en el análisis que se hace sobre la responsabilidad de los científicos: al fin y al cabo, el grupo de primer nivel que llevó adelante el proyecto Manhattan. La pregunta es: ¿había que construir la bomba atómica o no había que hacerlo? ¿Son responsables los científicos de la destrucción de Hiroshima? La respuesta “políticamente correcta” suele ser achacarles todas las culpas, o por lo menos una cuota bastante seria de responsabilidad.
Sin embargo, si el bombardeo fue un crimen monstruoso, el proyecto Manhattan era necesario, ya que en ese entonces todavía la Alemania de Hitler estaba en pie (y muy en pie) y el proyecto atómico alemán no había llegado a punto muerto (en realidad, el proyecto alemán fue un gran fiasco, guiado por decisiones felizmente erróneas, pero esto los aliados no lo sabían). El peligro de un Hitler armado con la bomba atómica era real, y frente a ese peligro no cabían demasiadas dudas. Fue lo que movió a pacifistas declarados como Einstein o a eticistas estrictos como Bohr a impulsar el proyecto.
El asunto, desde ya, seguirá siendo polémico.
Y justamente, para impulsar la polémica en cualquiera de los aspectos relacionados con el quehacer científico, es que esta página de ciencia inaugura este espacio que se nos ocurrió llamar “La doble hélice”, abierto a todos los científicos del país, esperando que pueda constituirse en un lugar de comunicación entre ellos y el público del diario.
Al fin y al cabo, la conexión entre los científicos y el público es uno de los objetivos que debe superar el sistema científico. La ciencia no es exactamente tal hasta que la comunidad que la produce, la financia y espera beneficiarse de ella, está al tanto de lo que el sistema científico hace. Y sobre todo, hasta que se comunica y conversa sobre ella: tal es el objetivo de estas páginas.
Y bueno, el espacio queda abierto, pertenece a la comunidad científica, y aquí los esperamos.

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