DEPORTES › SODERLING, LA SORPRESA DE PARíS

Robin Garros

Dueño de un carácter difícil, el sueco que el domingo eliminó a Nadal, ayer vapuleó al ruso Davydenko, y los pronósticos lo ven en una hipotética final contra Roger Federer.

Con tantos apellidos ilustres en París, la atención no se había fijado mucho en el de Soderling, un nombre escandinavo con el que nadie contaba para proteger el de otro sueco, el legendario Bjorn Borg, que sobrevive en la historia del tenis.

Robin Soderling eliminó al español Rafael Nadal de Roland Garros, “la mayor hazaña que se puede hacer en el tenis ahora mismo”, dijo Borg de su compatriota, tras su logro del domingo. Después le envió un SMS agradeciéndole el trabajo, explicó el tenista sensación.

Pero Nadal no fue su última víctima, ya que después de ajusticiar en octavos al campeón, ayer se metió en semifinales al borrar de la cancha al ruso Nikolai Davydenko 6-1, 6-3, 6-1, el día que su rival cumplía 28 años.

En un torneo que parece concebido para que el suizo Roger Federer obligue a reeditar los libros en los que está escrita la historia del tenis, al igualar en títulos del Grand Slam al estadounidense Pete Sampras, el escandinavo deslumbra a propios y ajenos con un potencial que explota después de lo esperado.

El tenista de Tibro, al sudeste de Suecia, había despuntado ya en categoría junior cuando se apuntó el prestigioso trofeo Orange Bowl en 2000, aunque hasta ahora no había llegado a consolidar las maneras que apuntaba.

Este tenista diestro que cumplirá 25 años el próximo agosto, bajo el signo de Leo, se había hecho famoso, en cambio, por su volatilidad, como comprobó el propio Nadal, con quien vivió dos grotescos encontronazos en la cancha, uno en 2007 en Wimbledon y otro en el último torneo de Roma.

Dejando de lado su peculiar carácter, los números también hablan de Soderling. Y dicen que atesora tres títulos, en Lyon en 2004 y 2008 y en Milán en 2005. El peor momento de su carrera lo vivió entre agosto de 2007 y febrero de 2008, cuando una lesión en la muñeca izquierda lo obligó a dejar las canchas. Pero aprovechó el tiempo, dice, y se entrenó duro, mejorando su golpe cortado y su derecha, además de castigarse el cuerpo en el gimnasio.

“Empleé bien el tiempo. En vez de esperar a que se curara la muñeca, hice todo lo que pude”, comentó. Y los resultados llegaron, pues terminó 2008 en el puesto 17 del ranking mundial, lo más alto que ha llegado hasta ahora un jugador que con su partido frente a Davydenko suma ocho victorias consecutivas en tierra, su mejor racha en esta superficie.

“Creo que estoy jugando extremadamente bien”, comentó tras amargarle al ruso el cumpleaños un tenista que cree que “cada año juega mejor y mejor”. “No tuve un sorteo fácil, me tocaron tres grandes jugadores en polvo de ladrillo, así que mi confianza está yendo de menos a más”, comentó el sueco, que en segunda ronda había eliminado al español David Ferrer. “Siempre supe que podía jugar muy buen tenis si estaba a mi mejor nivel.”

El único sueco entre los cien mejores jugadores del mundo asegura que no hay un tipo de cancha que le guste más, aunque tradicionalmente le caen mejor las superficies duras, y no se pronuncia sobre el favorito para levantar la Copa de los mosqueteros el próximo domingo en París.

Aclamado como un héroe por la prensa en su país, pero poco querido por el resto de los tenistas por su difícil carácter, disputará su primera semifinal en Roland Garros, donde es el primer sueco que alcanza esta ronda desde que su entrenador Magnus Norman perdió la final en 2000.

“Todos los jugadores que están en cuartos pueden ganar el torneo”, se limita a decir cuando le preguntan si está llamado a derrotar a Roger Federer en una hipotética final. El suizo juega desde las 8 contra Gael Monfils.

Pero para llegar hasta ahí, Soderling tendrá que derrotar antes al chileno Fernando González, al que define como un “especialista” del polvo de ladrillo. El chileno, subcampeón olímpico en Beijing 2008, derrotó en el court central 6-3, 3-6, 6-0, 6-4 a Andy Murray, el tercer mejor jugador del mundo. El número doce del mundo está jugando un gran tenis, tiene la mejor derecha del torneo y se está divirtiendo en la cancha, donde sólo ha perdido un set en este torneo. Pero Soderling parece haber aterrizado en París para destrozar las cábalas y las estadísticas.

La solución al enigma, el próximo viernes en el court central de Roland Garros. Y, eventualmente, el domingo en la final.

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