Juan Martín Del Potro jugaba anoche su partido por los octavos de final del US Open, cuarto y último Grand Slam de la temporada, frente al estadounidense Andy Roddick, cuando la lluvia, que marcó desde temprano la jornada obligando a postergar y reprogramar encuentros, reapareció por cuarta vez sobre el estadio Arthur Ashe y el árbitro mandó parar, con el marcador 6-6 y 1-0 en el tie break a favor del argentino, a quien le tocaba servir.

La organización sabía que la lluvia, que complicó toda la jornada, iba a volver por la noche, pero aun así postergó una hora el comienzo del partido entre el tandilense y el ex número uno, que anunció que éste será su último torneo. Y era entretenido el encuentro, ya que pese a la paridad del marcador había dejado atrás dos quiebres, el de Roddick en el sexto game para ponerse 4-2 y el del tandilense en el noveno, para recuperarse. Parejo y sobre la base de buenos servicios, la primera manga fue a definición por tie break, que no se pudo completar y, finalmente, pasó para la jornada de hoy, a las 20. El ganador se medirá en cuartos con el vencedor del duelo que primero fue reprogramado y luego suspendido, anoche, entre el serbio Novak Djokovic y el suizo Stanislas Warinka.

La jornada no había comenzado bien en el US Open, porque por segundo día consecutivo la lluvia obligó a interrumpir o postergar la mayoría de los partidos. De hecho, el español David Ferrer recién pudo completar el suyo de la jornada diurna frente al francés Richard Gasquet, a quien derrotaba por 7-5, 7-6 (2) y 4-3, por la noche cuando tras varias horas de espera terminó imponiéndose por 6-4. La lluvia también había interrumpido el encuentro que la rusa Maria Sharapova mantenía con la francesa Marion Bartoli cuando el marcador estaba 4-0 a favor de la segunda.

En el que hasta la noche era el único partido diurno que había podido completarse, la bielorrusa Victoria Azarenka le ganó a la defensora del título, la australiana Samantha Stosur, por 6-1, 4-6 y 7-6 (5) para avanzar a las semifinales del torneo y mantenerse como número uno del ranking WTA, independientemente de que llegue o no a la final.