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Qué crack en un equipo así

Por José Comas
Desde Berlín

Le debe de costar un enorme esfuerzo a D’Alessandro, alrededor de 1,70 metro, levantar su enorme cabeza, otear el horizonte y ver dónde tiene que mandar la pelota. Lo de “Cabezón”, el mote, fue cosa de su viejo, un taxista porteño, al constatar la evidencia. Es D’Alessandro un jugador de mirada clara y lejana, y la frente levantada, que resuelve en décimas de segundo las incógnitas de la ecuación entre la jugada individual o el pase al hueco que deja al delantero ante la portería. En las jugadas individuales es capaz de librarse de varios contrarios en un par de metros y, por añadidura, pegado a la cal o de hacerles una Boba. Los pases de D’Alessandro a su socio Diego Klimowicz llevan un aviso implícito: “¡Tuya, Diego; metéla!”, con acento argentino en la segunda e.
Durante el clásico de la Baja Sajonia, Wolfsburgo-Hannover, el argentino Menseguez se revolcaba en el suelo en una interpretación particular de La muerte del cisne. D’Alessandro recibió el balón y se lo pasó al caído Menseguez, quien, al ver aproximarse la pelota, se levantó, la paró y salió cual rayo en dirección al arco contrario. El mensaje sin palabras del “Cabezón” fue un evidente: “¡Jugá y dejate de joder!”.
Sobre las praderas de la Bundesliga, todavía verdes en espera de lo peor del invierno, D’Alessandro ha realizado varias veces La Boba. Martín Demichelis, que vino de River al Bayern Munich, le habló de ella al periodista Javier Cáceres, del Süddeutsche Zeitung: “Cuando está por el costado derecho, te la hace siempre. Lo sabés, pero no podés hacer nada. Te quedás sin defensa”.
Verlo jugar por la pradera de Wolfsburgo provoca de inmediato la pregunta: “Cabezón, ¿qué hace un crack como vos en un equipo como éste?”.

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