ECONOMíA › ALZA DE LOS PRECIOS. EL AUMENTO DE LA CARNE EN EL IPC. LA SEQUIA, EL AVANCE DE LA SOJA Y UN MERCADO POCO TRANSPARENTE

Quiénes ganan y quiénes pierden con la carne

El fuerte incremento de la carne en las últimas semanas responde a varias causas. Ese aumento se inscribe en un proceso de tensión con los precios. Los más favorecidos son frigoríficos y supermercados. Los que sufren son consumidores y criadores.

 Por Roberto Navarro

El Indice de Precios al Consumidor de enero que informó el Indec fue de 1,0 por ciento, con un alza promedio en el rubro carne vacuna de 7,1 por ciento. La categoría Turismo avanzó 7,9 por ciento, pero la incidencia de la carne en el indicador de precios es mucho más relevante estadísticamente en la canasta de bienes (ver aparte). Pero también, fundamentalmente, en el presupuesto de los hogares. El aumento en la carne se inscribe en un proceso de tensión con los precios. Por ese motivo resulta relevante precisar el funcionamiento de ese mercado. El fuerte incremento del precio de la carne en las últimas semanas tiene ganadores y perdedores y responde a múltiples causas. Los más favorecidos son los frigoríficos y los supermercados; y en menor medida los feed-lots. Los que sufren son los consumidores y los criadores, que desplazados por la soja se han diseminado por gran parte de la geografía del país. En menos de una década la ganadería perdió 13,5 millones de hectáreas de producción en manos de la soja. Ese es un factor ineludible en el análisis de la caída del stock, que también está sucediendo en otros países productores de carne (Uruguay, ver aparte). El segundo punto, al que tampoco se le da la importancia que tuvo, fue la sequía más grande de los últimos cien años, que generó efectos devastadores sobre la producción de pasto y la disponibilidad de agua para el ganado. En ese contexto, en los últimos dos años, los jugadores fuertes del mercado, frigoríficos y supermercados, utilizaron su poder para sostener una altísima rentabilidad; los feed-lots, que son los que engordan el ganado, contaron con subsidios del Estado. Pero estos nuevos jugadores, los productores tradicionales de la Pampa Húmeda, no trasladaron parte de sus ingresos a los criadores, que, al recibir cada vez menos ingresos por sus crías, comenzaron a rematar hembras para salirse del negocio o achicarse. Hoy, con una caída de tres millones de cabezas en 2009 y casi siete desde 2005, la falta de oferta disparó los precios.

En un mercado agitado y con amenaza de seguir en alza, todos los jugadores salieron a aprovechar el momento. La presidenta Cristina Fernández advirtió que la gran cantidad de lluvia caída en los últimos meses incrementó y mejoró las pasturas en extensas zonas del país. Ante la posibilidad de nuevas subas y con el ganado engordando por la nueva situación de las pasturas, criadores y ganaderos prefieren retener los vacunos para mejorar su peso, al tiempo que esperan, y a la vez generan, nuevos aumentos. “El criador está reteniendo ganando para aprovechar las pasturas y el feed-lot tambien retiene esperando mejores precios. En Liniers, de un promedio de 10 mil animales, están entrando 1500”, explicó a Página/12, Osvaldo Barsky, decano de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Belgrano.

Daniel Rearte, coordinador nacional del Programa Carne del INTA, explicó a este diario que “la caída del stock y con ello de la oferta de carne actual en nuestro país, que se mantendrá muy baja por un par de años, tiene su principal razón en la sequía del año pasado, pero también en el muy bajo nivel de lluvias en los últimos cuatro años, al que hay que agregar por supuesto la menor rentabilidad que ofreció siempre la ganadería con respecto al cultivo de la soja. No importaba el buen precio que pudiese tener la hacienda (en abril-mayo del 2008 el novillo alcanzó los valores más altos en varias décadas), la ganadería seguía perdiendo terreno con respecto a la soja, a causa de la gran diferencia en sus márgenes económicos. En el 2008 los márgenes económicos de la soja quintuplicaban al de la actividad ganadera”.

La cadena de la carne está conformada por los consumidores, el sector comercial –muy concentrado en los supermercados–, la industria frigorífica y los ganaderos, criadores e invernadores. Los criadores son en gran medida pymes con tierras de baja calidad agrícola y su capital son las hembras, vacas más vaquillonas. Habitualmente, venden terneros y vacas de rechazo. Los invernadores compran terneros y los engordan en pastizales parte para exportación o en feed-lot de consumo local. Los frigoríficos faenan los animales y se venden como media res, en un 65 por ciento, o en cortes, 35 por ciento.

Daniel Vilela, director del Programa de Agronegocios de la UBA, explicó a Página/12 que “todos los actores han sufrido de diversas formas las políticas equivocadas desde 2005, pero los grandes perdedores han sido y lo serán aún más los consumidores de cortes populares y los ganaderos. Los grandes ganadores de este ciclo son el sector comercial concentrado y los frigoríficos”. Entre las críticas se menciona que las negociaciones con los grandes frigoríficos y los supermercados, aunque no haya sido intención del Gobierno, mejoraron aún más la posición de estos actores en la cadena de producción y consumo, sin resolver el problema de fondo. Por otro lado, los subsidios a los feed-lots no se hicieron en una mesa con los criadores para hacerlos partícipes del reparto.

Sin embargo, un asesor del Poder Ejecutivo, que pidió no ser mencionado, agregó otro elemento, al señalar a este diario que el rechazo de la Resolución 125 comenzó a mostrar sus resultados. “Con este precio de la soja, el mercado ve dos posibilidades, salirse del negocio ganadero o, por lo menos, achicarlo. Las dos opciones llevan a un descenso de la oferta y un aumento del precio”. Y agregó: “Hay otro elemento que es la comercialización. Nunca los frigoríficos en la historia ganaron tanto como en los últimos dos años. Se rompió el equilibrio en la cadena”.

En los últimos días y con respecto al conflicto ganadero, el modelo que esgrimen ciertos analistas es Uruguay (ver aparte). Sin embargo, el país vecino viene sufriendo un problema similar al argentino. Un informe de la Secretaría de Agricultura del país vecino al que tuvo acceso este diario señala que “Uruguay por tercer año consecutivo ve cómo el área dedicada a la ganadería se reduce en más 300 mil hectáreas. La pérdida total ya supera el millón de hectáreas. El total de esa superficie se dedica a la producción de soja”. Rearte brinda otros ejemplos: “No existen posibilidades de crecimiento de la ganadería ante el beneficio económico que reporta la aparición de los llamados cash crops, cuando tienen, por sus altos precios, rentabilidades extraordinarias. Los achicamientos de la ganadería en la región son un claro ejemplo de ello, ocurrió en Colombia con el auge de la caña de azúcar para la producción de etanol cuando se disparó el precio del petróleo, en Uruguay con la soja y el arroz, en Ecuador con la palma aceitera y en otros países”.

La sequía, que es un problema coyuntural, la alta rentabilidad de la soja, que se mantendrá mientras la oposición parlamentaria siga jugando a favor de la Mesa de Enlace, y la falta de transparencia dentro del negocio aparecen como las principales razones del intenso aumento de la carne. De estos tres factores sólo uno podía tener una solución rápida: un mejor armado en la cadena de producción y comercialización. Un estudio de la Facultad de Agronomía señala que entre 2007 y 2009, el precio de la hacienda subió un 34 por ciento, el precio de la media res que compran los supermercados, un 45 por ciento y el precio al público un 72 por ciento.

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La trepada del precio de la carne impactó en el índice de enero.
Imagen: Rafael Yohai
 
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