ECONOMíA › ACORDARON EL ENVIO DE UNA MISION Y HABRIA ACUERDO EN 9 DIAS

Con el aliento del Fondo en la nuca

Parece que esta vez, sí. El clima en el directorio del FMI, reunido en Washington, no fue el mejor para Argentina, con duras críticas a la gestión de Lavagna. Sin embargo, prevaleció la decisión política de habilitar un acercamiento. El 17 puede haber acuerdo.

Después de un año de negociaciones, la cuenta regresiva parece que se acerca al final. En nueve días el directorio del Fondo Monetario Internacional aprobaría un acuerdo con el gobierno de Eduardo Duhalde, consistente en la refinanciación de los vencimientos con el organismo hasta junio próximo. Ese entendimiento daría lugar a arreglos del mismo tipo con el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Ayer, a diez pasos del posible día D, el directorio del FMI analizó el caso argentino y resolvió, tal como se esperaba, el envío de una misión a Buenos Aires, que llegará hoy con intención de discutir los términos finales de un programa de transición.
La experiencia, sin embargo, obliga al Gobierno a contener su entusiasmo. Más aún cuando uno de los economistas que encabezan la delegación, John Thornton, mantiene una posición muy crítica hacia la política económica. Para no complicar las negociaciones, el directorio del FMI bajó a Thornton de la última misión que vino al país, el 20 de diciembre pasado. Su lugar lo ocupó otro inglés, John Dodsworth. Igualmente, el informe que redactó este último, bajo la supervisión de Anoop Singh, cuestionó varios aspectos del trabajo de Roberto Lavagna. Ese documento fue el que analizó ayer el directorio del Fondo. La intención del staff fue despegarse de la decisión política del Grupo de los Siete de apoyar un programa de corto plazo.
Horst Köhler y Anne Krueger mantendrán hasta el final su recomendación de no firmar nada con la administración Duhalde. Pero en última instancia la decisión es política. Lavagna comprendió en noviembre que jamás se iba a poner de acuerdo con los técnicos del organismo y emprendió una acción política, buscando apoyo de los gobiernos del G-7 y de otros países, como España y Brasil, para conseguir aunque sea una salida de mínima, como el acuerdo transitorio. La excusa de la gira fue explicar por qué el Gobierno había dejado de pagarle a los organismos.
El G-7 viene demostrando que accedió al pedido del Gobierno, y la última prueba fue que sus representantes en el directorio del FMI resolvieron el viaje de la misión. En función de esas señales es que Duhalde y sus ministros suponen que el tema está cerrado, pero antes de festejar esperarán al trabajo del equipo técnico que aterriza hoy en Ezeiza. Esta actitud es todavía más marcada en el Palacio de Hacienda. “Suponer que el acuerdo está cerrado es desconocer que viene una misión a seguir negociando y que todavía hay puntos que discutir”, señaló a Página/12 un colaborador de Lavagna.
Los técnicos se centrarán en los aspectos fiscales y monetarios. La carta de intención dejará de lado cuestiones como el aumento de las tarifas de los servicios públicos y el rescate de las cuasimonedas provinciales. Al fin y al cabo, se trata de un acuerdo mínimo. Otro tema que Washington esgrimió para posponer la firma fue el posible fallo de la Corte Suprema ordenando la redolarización de los depósitos. La carta de intención incluiría una cláusula gatillo para replantear algunas condiciones en caso de que se produzca esa resolución del máximo tribunal.
También habrá otra cláusula similar por el impacto que los amparos judiciales contra el corralón tenga en el programa monetario. En definitiva, la voluntad política de cerrar la negociación salvaría los problemas que en otro momento fueron determinantes.
La reunión del directorio del FMI tuvo dos capítulos, una por la mañana y la otra por la tarde. Lavagna fue a Olivos a esperar el final de la reunión junto a Duhalde. Luego ambos escucharon el informe del representante permanente de Argentina en el Fondo, Guillermo Zocalli. Como es habitual, el Fondo remitió un borrador del comunicado que daría a conocer más tarde, que conformó al Presidente y al ministro.
“A la vez que los directores se lamentaron por el tiempo que ha tomado ponerse de acuerdo en un programa económico que impulsara estos cambios (para el crecimiento) de una manera global, reconocieron la mayor estabilidad económica y financiera observada en la segunda mitad de 2002”,menciona uno de los párrafos centrales del comunicado. Esta mejora de la situación en el segundo semestre es la puerta de entrada al acuerdo. Pero el directorio no quiere ir más allá y señala que para alcanzar un programa global de largo plazo, como podría ser un acuerdo stand by, se requiere que el país cumpla otros requisitos.
En este punto, el comunicado sostiene que para asegurar una recuperación duradera, “Argentina debe concentrarse en alcanzar un consenso político claro en favor de las reformas, de construir un marco fiscal sólido, restaurar la confianza en el sector bancario, aumentar la apertura comercial y reestructurar su deuda”. Todas esas tareas quedarán para el próximo gobierno. Finalmente, las máximas autoridades políticas del organismo señalaron que esperan que se termine de diseñar pronto un programa de corto plazo que sería un “paso hacia un programa más abarcativo, que Argentina necesita para restaurar el crecimiento y poner a la economía en un camino sustentable”.
Al gobierno de Duhalde el reclamo de una política económica “sustentable” lo persiguió desde un principio. Antes de que su gobierno extienda el default al FMI, el organismo parece decidido a tender un puente que facilite la transición política. Mientras pasan los que pueden ser los últimos nueve días de la negociación, Economía se mantendrá en su postura de no hacer más desembolsos ni al FMI ni al Banco Mundial.

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Lavagna se frotó las manos en señal de satisfacción. La vigilia llega a su fin.
 
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