ECONOMíA › MARCO DEL PONT SOSTIENE QUE EL FMI NO ES LA SALVACION SINO LA GARANTIA DE OTRO FRACASO

“No hay que firmar nada con el Fondo Monetario”

En este reportaje con Página/12, la economista Mercedes Marcó del Pont, hasta hace dos semanas asesora de la administración Duhalde, asegura que a Argentina no le conviene cerrar otro acuerdo con el Fondo. Cree que derivará en una nueva crisis. Afirma que hay margen para un plan alternativo.

 Por Maximiliano Montenegro

La economista Mercedes Marcó del Pont asesoró al gobierno de Duhalde hasta hace dos semanas cuando, desencantada con la orientación de la política económica, decidió regresar a su puesto como directora de FIDE (Fundación de Investigaciones para el Desarrollo Económico). Hoy, a diferencia de la opinión generalizada de sus colegas, está convencida de que no hay que acordar con el Fondo Monetario. “Si seguimos el camino del Fondo, en pocos meses vamos a estar con más recesión, con dificultades para cumplir con las metas fiscales y con la incertidumbre de que en cualquier momento nos cortan el chorro. Y en ese escenario la crisis puede arrastrar también al gobierno”, advierte.
–¿Por qué sería mejor no acordar con el Fondo?
–Si uno revisa la evolución de la economía argentina después del acuerdo del blindaje o del megacanje, lo que se advierte es que esos acuerdos sólo profundizaron las tendencias recesivas. No hay ningún dato objetivo que permita prever que este nuevo acuerdo va a dar paso a la reactivación. Al contrario, si Argentina cumple a rajatabla todo lo que está prometiendo, claramente vamos a tener más recesión y desigualdad en la distribución del ingreso. El costo que está pagando Argentina en esta negociación es demasiado elevado. Sobretodo, porque el paquete de asistencia financiera puede ser simplemente un asiento contable con el cual pagar los vencimientos que existen este año con los propios organismos multilaterales. En mi opinión, Argentina tendría que plantearse seriamente un programa alternativo sin la ayuda del Fondo.
–¿Cortarse solos, sin el Fondo, no significaría más presiones devaluacionistas?
–Tomar esa decisión también significa tomar la decisión estratégica de administrar las escasas reservas con que cuenta el Banco Central. Es decir, significaría también extender en la transición el control de cambios. Supongamos que decimos: “Muchas gracias señores del Fondo Monetario por lo que nos están ofreciendo, pero preferimos aplicar una política que permita hacer sustentable el crecimiento económico y esto no es compatible con el ajuste que están sugiriendo para las provincias o la política monetaria que nos exigen”. Bueno, esto significa también que hay que evitar que se sigan escapando los dólares de la Argentina y, por otro lado, apropiarse de un excedente de comercial y de cuenta corriente que va a haber este año. En esta etapa, este factor es el que juega a favor de la Argentina para asumir un desafío de estas características.
–Usted está diciendo que objetivamente deberían ingresar este año más dólares a Argentina de los que saldrían: no sólo porque las exportaciones van a ser sustancialmente mayores que las importaciones, sino que además no habrá grandes pagos financieros que hacer al exterior.
–Nuestras proyecciones indican que el superávit comercial este año rondaría los 12.000 millones de dólares. A lo que hay que sumarle los ingresos de dólares del sector turismo, que van a ser muy importante.
Así, aún pagando lo que está comprometido por servicios de la deuda con los organismos internacionales y aún permitiendo que las multinacionales paguen utilidades y dividendos al exterior –este año las ganancias van a ser muy bajadas–, nuestro pronóstico es que el superávit de cuenta corriente podría ser del orden de los 6000 millones de dólares. El tema es cómo hacer para que los dólares de las exportaciones, que hoy están concentrados en sólo 80 empresas, ingresen efectivamente al país, cómo se hace para que no se fuguen. Se puede tomar como ejemplo el caso de Malasia, durante la crisis del sudeste asiático de los años 97/98. Malasia fue el único país de la región que no recurrió al auxilio del Fondo y planteó una estrategia alternativa con políticas monetarias expansivas y control de cambios.
–¿No existe el riesgo de que una emisión monetaria desmedida derive en una hiperinflación?
–Paradójicamente, las presiones de demanda que estamos sufriendo surgen de un desmanejo de la autoridad monetaria del mercado cambiario, por el aumento de los costos y las expectativas que genera un dólar tan alto. Si uno ve las experiencias de otros países que salieron de devaluaciones como la de Argentina, uno advierte que hay cierto anclaje de la política monetaria. Pero aún así son economías con sistema financiero y con políticas orientadas a aumentar el crédito del sector privado. En Argentina, se perdieron más de 10.000 millones de crédito el año pasado y la tendencia sigue en aumento. Acá el desafío es cómo lograr la reactivación y la generación de empleo sin sistema financiero. Y frente a esa realidad la respuesta del gobierno más ortodoxia en materia monetaria. Es una gran contradicción. Así, la sociedad no puede capitalizar la ganancia de competitividad que provoca la devaluación en el sistema productivo. Esta es una economía que funciona con 50 por ciento de capacidad instalada ociosa. El riesgo de que se dispare la inflación siempre existe. Pero yo dudo que si se financiera con redescuentos específicos a las empresas, eso se escape al dólar.
–¿Está planteando “irse del mundo”, vivir con lo nuestro para siempre?
–No para nada. Ni siquiera romper con el Fondo. Estoy planteando no firmar este acuerdo. Presentar un programa independiente de este auxilio financiero y con una utilización más inteligente del excedente de dólares con que va a contar este año Argentina. Es más, yo creo que Argentina tiene que seguir honrando los compromisos con los organismos multilaterales e iniciar una renegociación de la deuda con los acreedores externos. No es cuestión de patear el tablero sino de tomar hoy una decisión más autónoma, de plantarse. Si seguimos el camino del Fondo, en pocos meses vamos a estar de nuevo como ahora: con más recesión, con dificultades para cumplir con las metas fiscales y con la incertidumbre de que en cualquier momento nos cortan el chorro. En ese escenario, la nueva ronda de inestabilidad podría arrastrar también al gobierno.
–¿Remes Lenicov apostó todo al acuerdo con el Fondo?
–Sí. Jugó todas las fichas a este acuerdo con el Fondo y me parece un grave error. La agresividad con que se está moviendo el FMI -probablemente como escarmiento para que Argentina no se convierta en un ejemplo para otros default– no tiene precedentes. El grado de intromisión en la política local es inédito. Claramente, hoy hay que decirle al Fondo: “en ésta paso”. Estoy convencida de que esto es técnicamente sustentable. La cuestión es si Argentina tiene espaldas para sustentarlo políticamente. No sólo por el poder político que se requiere sino también el consenso social para tomar decisiones de estas características.
–Usted estaba convencida de que había que devaluar. ¿Siente que se equivocó?
–Hasta el momento, en Argentina hubo una hiperdevaluación muy mal manejada, que se está traduciendo en una fuerte caída del salario real y en una reprimarización de la economía. Nosotros creíamos que había que salir del 1 a 1, pero con una política muy activa de intervenciones del Banco Central y una política muy activa en términos de distribución del ingreso. Esto último requería una modificación drástica del objetivo fiscalista de la última década y suponía descartar un nuevo ajuste fiscal como el que se está planteando.
–¿Cuál era un tipo de cambio “razonable” para salir de la Convertibilidad?
–Un tipo de cambio de 1,80 era razonable y viable en término de precios internos. Pero la conducción económico se manejó con prueba y error. Primero fijo un tipo de cambio oficial de 1,40 y al mismo tiempo prometió la liberación, con lo que le puso un piso a una devaluación que, sin intervenciones fuertes del Banco Central, terminó desbocándose. Esta fue una devaluación de mercado, sin que el gobierno pudiera disciplinar a los exportadores, los grandes oferentes de los dólares. La conducción del Banco Central es de hecho una delegación del Fondo. La idiosincrasia delFMI y de Mario Blejer (titular del Banco Central) es que el dólar debe buscar su nivel de equilibrio, sin que el Estado intervenga, desentendiéndose del impacto regresivo de la devaluación.
–El argumento de Blejer y de Remes Lenicov es que no había las reservas suficientes como para jugar a fondo una pulseada desde el comienzo con el “mercado”, para estabilizar el dólar en un nivel más bajo. En especial, sin el apoyo del Fondo Monetario.
–Si, como hizo Arminio Fraga (titular del Banco Central brasileño), se montaba un sistema de rápida intervención en el mercado, demostrando cuál era una paridad aceptable para el gobierno y disciplinando paralelamente a los exportadores, con un sistema de retenciones móviles (a tipo de cambio más alto más retención), el escenario actual sería distinto. Insisto, el nivel actual del dólar no sólo es muy regresivo en términos distributivos, por la caída del salario real, sino que también genera dificultades graves para salir de la recesión: por el encarecimiento de los insumos, el costo de las deudas contraídas con el exterior para quienes tienen ingresos pesificados, etc. Para colmo, el gobierno quiere acompañarlo con una política monetaria y fiscal todavía más recesiva. No tiene ningún sentido.

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Mercedes Marcó del Pont, ex asesora de la administración Duhalde, de vuelta en FIDE.
 
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