ESPECTáCULOS › LOS PROGRAMAS PERIODISTICOS DE INVESTIGACION EN MEDIO DE LA CRISIS

“La justicia mediática es más expeditiva”

“Punto doc” y “Zona de investigación” ya están instalados en la TV abierta. “Telenoche investiga” volverá en octubre. Conductores y productores de estos ciclos saben que ocupan, de algún modo, el espacio vacío dejado por la Justicia, pero deben hacerlo con las limitaciones que impone la situación económica.

 Por Julián Gorodischer

Una cámara oculta, un análisis bromatológico, un productor camuflado, una entrevista de asalto: son recursos que se hacen naturales en la tele, que se convierten en el arma del “periodista investigador”, ni fiscal ni justiciero, pero un poco de ambos en la Argentina de la Justicia devaluada. El ideal “Erin Brokovich” impone agenda y prioridades: mostrarse del lado de la gente, escuchar al televidente, asestar el palo al funcionario mentiroso o a la empresa contaminante. La rutina de producción fija algunos temas recurrentes: un barrio bajo riesgo tóxico, un alimento que circula en mal estado, un plan estatal que encubre una estafa o un robo. Los programas de investigación (“Punto Doc”, “Zona de Investigación”, “Telenoche Investiga”, que vuelve en octubre próximo) acuden a unos pocos recursos probados para armarse. Consultan un contacto, abren una línea de llamados del público, o encuentran, por fin, un “garganta profunda” que cante su verdad.
La crisis los golpea, queda claro, y su vocación reparadora se enfrenta a un obstáculo de dimensiones: el presupuesto se reduce y, a veces, no queda ni para viajar a las provincias. Rolando Graña y Daniel Tognetti (conductores de “Punto doc”, por América), Cristina Pérez, Néstor Machiavelli y Ricardo Cámara (conductores y productor de “Zona de investigación”, respectivamente) se corren del ritmo apurado de la línea de denuncias, de las presiones de los “mencionados” y, en la entrevista con Página/12 dejan ver la cocina de las investigaciones.
–¿Cómo los golpea la crisis?
Daniel Tognetti: –La Argentina del 2002 no es igual a la de antes: es otro país, otra TV, otro presupuesto; es una TV del ajuste. Todos los programas son de invitados, más económicos, y por eso hay un auge de ciclos periodísticos. Hacemos un programa muy austero, sin cosas rutilantes. La reducción nos comprende a todos, desde Tinelli a nosotros.
Cristina Pérez: –Haríamos las mil maravillas si tuviéramos más plata para viajar afuera del país para chequear propiedades o bienes non sanctos, y podríamos hacer más investigaciones, pero nos quedamos con lo positivo: trabajar sin restricciones, y por otro lado recibir una disposición social que da una fuerza extra para encarar cualquier tema.
Rolando Graña: –Si conociéramos un fiscal en Suiza que nos ofreciera las claves de las cuentas secretas de los políticos, le tendríamos que decir que no porque no tenemos para pagar el pasaje. No podemos viajar al interior, y eso obra a favor de la impunidad de los corruptos de provincia. La investigación ha quedado muy herida por la crisis.
–¿Cómo eligen el tema que investigan?
R.G.: –Uno tiene que hacer un equilibrio entre lo que tiene temperatura propia y lo que uno puede apostar a imponer. Hay temas que llegan por la propia realidad, y otros por investigaciones propias o por medio de actores involucrados que quieren contar algo.
D.T.: –Un tema debería reunir varios requisitos: interés público, ser una historia que se pueda contar televisivamente como nos gusta a nosotros, con video, archivo y recurso gráfico. Esos son los pilares. El informe de agrotóxicos de Misiones reunía todos esos requisitos, pero también la historia de los hijos de los ex-combatientes de Malvinas. El abanico va desde el caso de Norma Godoy hasta la cumbia villera.
Ricardo Cámara: –Tenemos una línea de denuncias, y en ella aparecen reclamos de todo tipo, pero la mayoría son cuestiones personales: la gente llama a los medios para dirimir cuestiones casi de carácter privado. Esas denuncias no las tomamos. En otra instancia, las denuncias se refieren a casos concretos, y ahí empezamos a investigar.
–Los programas tienen tópicos que vuelven: la fábrica que contamina, el perjuicio a la salud de los niños, el cobro de jubilaciones excedidas. ¿La mayoría de las investigaciones surgen de una demanda del público? Néstor Machiavelli: –La gente nos llama y denuncia pequeñas corrupciones que afectan a su vida cotidiana: el plan de obras en un edificio que no se termina, la corrupción vecinal, lo que les afecta el día a día. De los cien llamados diarios que recibimos, priorizamos que sea un hecho comprobable y demostrable, que tenga entidad, que represente una situación más general e involucre a mucha gente.
Gerardo Brandy: –Tratamos de no hacer investigaciones monográficas porque son inabarcables. Buscamos darle otro tinte. No elegimos trabajar sobre chicos de la calle en general, sino desde un ángulo más pequeño, del tipo: los chicos que fuman crack, o viven debajo del puente en Constitución.
–¿Qué riesgos se corren?
R.G.: –En la nota de agrotóxicos, fuimos a Misiones, un lugar no precisamente seguro para el periodismo. Una semana después, a una persona la llevan presa en nombre de la diputada Norma Godoy. Hubo gente que nos había investigado y fotografiado, alguien nos estuvo buscando. Hubo peligro en la villa, cuando filmamos un prostíbulo que trabajaba con nenas, y ni te cuento si te descubren con una cámara oculta. Las empleamos sólo cuando nos mienten en público, con un uso casi antropológico.
–¿De qué modo tratan de diferenciarse de otros programas?
G.B.: –Tratamos de profundizar en las investigaciones, a diferencia de otros programas de denuncia que sacan un papel, lo muestran y hablan quince minutos. Para eso tenemos contactos en diferentes organismos estratégicos, tenemos recursos como la cámara oculta, entrevistamos a todos los personajes y por eso todo lleva más tiempo. El riesgo es que, en el medio, puede llegarle el dato a Jorge Lanata, y nos lo quema.
R.C.: En “Zona de investigación” estamos poniendo mucho cuidado en la edición, en el carácter casi fílmico de la narración de las historias, y hemos dado más gravitación a los temas de carácter político y económico, sobre todo después del 19 y el 20 de diciembre. Una desventaja es estar en el aire todo el año, mientras otros programas tienen tiempo para investigar sin salida al aire durante gran parte de la temporada.
N.M.: –Al comienzo de los 90, escuché a un hombre de la TV decir que la gente comía pan duro y había que ofrecérselo. Con el auge de la investigación, se hace más difícil sostener un ciclo periodístico con una mesa de invitados. Ahora la gente come bife de chorizo.
–¿En qué medida sus ciclos reemplazan la ineficacia de la Justicia?
D.T.: –Posiblemente la TV ocupe el lugar que quedó desierto por el vacío de la Justicia. Yo nunca me subí a ese caballo, no me creí fiscal, y trato de llegar a la verdad periodística. Pero muchas personas de la tele caen en juzgar duramente como jueces a los personajes públicos. La justicia mediática es más expeditiva y condenatoria, y la tentación es fuerte.
RG: –No hay que judicializar todo tanto. No somos propensos a presentarnos en Tribunales por nuestra cuenta, porque para eso necesitaríamos un equipo de abogados, y nosotros somos apenas periodistas.

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