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La deuda pública, que a comienzos de año se encontraba en 180.927 millones de dólares, se redujo a 126.466 millones un semestre después. Esa reducción, de 54.461 millones de dólares, fue consecuencia de dos efectos: la última reestructuración y los pagos netos que se efectuaron a los organismos internacionales. La información oficial también dio cuenta de que un total de 23.381 millones de dólares corresponde a títulos que no se presentaron al canje de la deuda.
Los datos de la deuda difundidos ayer tienen el valor de ser los primeros que, en forma oficial, se conocen tras el canje. Hasta ahora, Economía había divulgado estimaciones.
La primera conclusión no es novedosa: la deuda sigue siendo una pesada carga sobre las cuentas públicas, aun cuando el canje, con un 76 por ciento de adhesión, haya sido exitoso. Aquellos 126.466 millones de dólares representan alrededor del 70 por ciento del Producto Bruto. En todo caso, la buena noticia tiene que ver con el estiramiento de los plazos. De ese total, el 92,6 por ciento del pasivo (117.091 millones) tiene vencimiento en el mediano y largo plazo.
También es relevante la fuerte disminución en la tasa. La promedio asciende al 3,46 por ciento anual. Cabe recordar que en el megacanje de Domingo Cavallo, el rendimiento promedio resultó del 15 por ciento anual. En todo caso, como en su momento precisó Cash (19 de junio de 2005), la tasa más cara es la que cobran los organismos internacionales: un promedio del 5,03 por ciento anual, por encima del promedio.
Un efecto importante de la reestructuración fue la pesificación de la deuda. Un 36,7 por ciento (46.395 millones de dólares) está nominada en pesos; otro 46,7 por ciento quedó en dólares (59.029 millones); y un 11,9 por ciento en euros (15.033 millones).
Otro dato interesante que se destaca del informe es que la quinta parte de la deuda se encuentra en cabeza de los organismos multilaterales (un total de 27.400 millones de dólares). Y, entre ellos, el Fondo Monetario es el más importante: se le debe 11.221 millones.
Aunque el trabajo es eminentemente técnico –en total son 25 cuadros con las cifras de la deuda–, también deja lugar a consideraciones políticas. La más relevante, la manera en que el Gobierno considera a los “holdouts”, los inversores que rechazaron el canje, quienes son apoyados por el intenso lobby del FMI y de los gobiernos de los países centrales. Si bien se detalló que esos inversores poseen papeles por 23.381,2 millones de dólares –de los cuales sólo vencieron 10.713,2 millones–, a pie de página se dejó establecido que, tal como figuraba en el Prospecto del canje, “esos títulos podrán permanecer impagos indefinidamente”.
En base a esta posición, Economía subrayó que el 94,2 por ciento de la deuda se encuentra en situación “normal”. Se reconocen 4425 millones de dólares de “atrasos pendientes de reestructuración”. Se trata de pasivos con organismos, el más importante es el del Club de París.
Sobre el total de 126.466 millones de dólares cabe hacer una reducción de 19.416 millones correspondientes a acreencias que tiene el Estado nacional. Las principales deudoras son las provincias (15.930 millones). Después del canje, las garantías de los bonos Brady quedaron reducidas a una mínima expresión: apenas 96 millones de dólares.
Por último, se consigna el monto de la deuda emitida desde la explosión de la crisis: la friolera de 31.019 millones de dólares.