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Mejoró la distribución del ingreso y se ubicó en los niveles de 1998

La brecha entre el 10 por ciento de arriba de la pirámide y el 10 por ciento de la base se situó en 27,3 veces a fines del año pasado. La medición anterior, 34,2 veces. También mejoró por el coeficiente Gini. Igualmente, la situación sigue siendo preocupante.

El Gobierno va a difundir en los próximos días una sensible mejora en la única de las variables macroeconómicas clave que hasta ahora mostraba un saldo desfavorable en el balance de los casi tres años de gestión: la brecha de ingresos entre los más ricos y los más pobres se redujo sensiblemente en el último cuatrimestre del año pasado, llegando a que el 10 por ciento de arriba de la pirámide percibe 27,3 veces más que el 10 por ciento de abajo. Si bien la desproporción sigue siendo escandalosa, ya se sitúa en los niveles que tenía en 1998, antes de que se desatara la recesión que desembocó en la hipercrisis de 2002.

Según pudo averiguar Página/12, del último relevamiento del Indec correspondiente al año pasado surge que el múltiplo de ingresos entre los deciles mejor y peor ubicados en la escala social cayó de 34,2 veces en el tercer trimestre a 27,3 en el cuarto, revirtiendo una preocupante tendencia ascendente que se había registrado entre el segundo y tercer trimestre. Cabe recordar que este indicador había alcanzado un pico de 42 en el año 2002. Claro que también hay que tomar en cuenta que en 1974 la brecha era de apenas 10 veces.

La información elaborada por los ministerios de Economía y de Trabajo también muestra una mejora en el otro indicador que mide la distribución del ingreso, conocido como coeficiente Gini en referencia al estadístico y sociólogo italiano Corrado Gini. A diferencia de la brecha, el Gini se arma en base a los ingresos de toda la pirámide social, variando desde un valor cero, donde en teoría el ingreso está igualitariamente distribuido hasta un valor uno en el caso inverso. El coeficiente Gini del último cuatrimestre de 2005 bajo a 0,49, cinco décimas menos que cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia.

También este indicador volvió a los niveles que tenía antes de la crisis (es el más bajo desde abril de 1996), pero nuevamente hay que remarcar que eso significa una situación mucho más inequitativa que en los años ’70 u ’80.

Fuentes que participaron de la elaboración de los datos que pronto serán oficialmente difundidos, explicaron a este diario que la señalada mejora en la distribución del ingreso explica 2,5 puntos porcentuales de los 6 puntos en que cayó la pobreza (de 38,9 a 33,8 por ciento) entre el primer y segundo semestre del año pasado. El resto es atribuible a mejoras derivadas de incrementos en el salario mínimo, así como en los sueldos surgidos de las negociaciones colectivas.

Con la mencionada mejora en la distribución del ingreso que eleva el indicador a una situación mejor a la de tres años atrás, se diluye la única mancha negra que exhibía el balance económico-social del gobierno. Todos los otros ya mostraban un saldo claramente favorable: crecimiento del PIB a un ritmo del 9 por ciento anual, caída de 20 puntos porcentuales en la pobreza y de 26,0 a 12,2 por ciento en la indigencia, dos millones de nuevos puestos de trabajo, exportaciones superando los 40.000 millones de dólares, recaudación tributaria bien por encima de los 100.000 millones de pesos anuales, inflación bastante controlada, holgadas reservas por más de 21.000 millones de dólares (aun habiendo saldado 9000 millones de deuda con el FMI), menor deuda externa y mayor poder adquisitivo en los trabajadores formales.

Aunque si se hila un poco más fino, no se puede pasar por alto que poco menos del 50 por ciento de trabajadores, que está en negro, está todavía lejos de recuperar lo perdido durante la crisis y algo similar ocurre con una parte de los jubilados y con los empleados públicos.

Además de estos parciales que todavía están en rojo en la evaluación del kirchnerismo, no está de más insistir con que todos los logros enumerados distan de configurar una realidad satisfactoria. En metáfora del propio Presidente, podría decirse que se está mucho mejor que a mediados de 2003 aunque todavía en el infierno.

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El coeficiente Gini bajó a 0,49, cinco décimas menos que cuando Kirchner asumió la presidencia.
Imagen: Ana D’Angelo
 
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