EL MUNDO › OPINIóN

Operación Lugo

 Por Rocco Carbone *

Rodríguez de Francia, Carlos Antonio López, Francisco Solano López, Stroessner: Implican una dictadura que ocupó la mitad de la existencia del Paraguay como unidad política independiente. Si a esos personajes se agrega la Guerra contra la Triple Alianza, la del Chaco y seis décadas de hegemonía colorada, aparece la palabra tragedia. Y esto heredó Lugo en 2008. Lugo: ex obispo que en los ‘70 fue misionero en la provincia andina de Bolívar (Ecuador), donde comenzó a interesarse por la Teología de la Liberación. A Paraguay volvió en el ‘82 y, en el ‘94, en calidad de obispo, fue asignado a la diócesis de San Pedro, en la que apoyó a los campesinos sin tierra. Marzo de 2006 es el momento de su primera acción política: convocó a 40 mil personas que se manifestaron en contra de la violación constitucional de Duarte Frutos, jefe de Estado y presidente del Partido Colorado. A partir de ese momento, arraigó la idea de que era posible anexar fuerzas políticas heterogéneas con vistas a desplazar al coloradismo. Así, se puso en marcha la Concertación Nacional y el 25 de diciembre Lugo decidió postularse a las elecciones generales del año pasado.

Con su aparición en el escenario político paraguayo se formuló la negación de una praxis de gestión gubernamental de carácter tradicional, que consistía en la ausencia de una visión de país. Y esto se dio en un contexto particular, en el que distintos países de América latina implementaban cambios más o menos radicales en la manera de pensar y hacer política (procesos que siguen hoy en pie). Con el surgimiento de nuevos actores: líderes provenientes ya no de las elites políticas sino pertenecientes, en algunas ocasiones, a los de abajo; nuevos liderazgos, marginales respecto de los partidos tradicionales, nuevos partidos, junto con un protagonismo de las masas populares históricamente relegadas que pugnan por adquirir un rol en el debate político regional. Concreto: Bolivia, pero también otros países latinoamericanos, con matices.

La emergencia politizada del ex obispo es resultado del malestar por parte del electorado en una nación gobernada por los Yvy jara: un partido burocrático que se enquistó en el poder a lo largo de seis décadas, incrementando la pobreza, con administración fraudulenta y corrupción generalizada. En este contexto, la candidatura de Lugo fue sostenida por agrupaciones progresistas, que comprenden (federaciones de) sindicatos y movimientos sociales organizados sobre todo entre el campesinado, salvo las dos federaciones campesinas más representativas: la Nacional Campesina y la Mesa Coordinadora de Organizaciones Campesinas, de izquierda. La figura del ex obispo, entonces, hizo posible la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), nacida a fines de 2007, y abrió la perspectiva de un cambio en tiempos de reencuentro en Nuestra América. Esa misma Alianza, sin embargo, se funda sobre una base ideológica peligrosa, por las negociaciones que supone y las deudas políticas que puede adosarle a Lugo. En ella confluyen fuerzas de derecha, de centro y de izquierda, con distintos matices, que encuentran un punto de contacto en el líder. APC, entonces, plataforma contradictoria que a lo largo de este año obligó a Lugo –quizá como estrategia de supervivencia– a no definirse públicamente en materia ideológica.

Paraguay 2009. Lo que se está llevando a cabo hoy presenta todas las características de una operación que pretende afectar la gobernabilidad de Lugo al cumplir un año de mandato. Atacar su autoridad moral para que ésta pierda vigencia. Y que, al perderla en ese ámbito, pueda ser trasladada al espectro político. Plantear que Lugo como obispo era moralmente despreciable, cuando en realidad se lo creía intachable (reconocido además por su posición progresista en una zona socialmente conflictiva en la que brindó apoyo al campesinado expulsado por las corporaciones del agronegocio), lo vuelve poco creíble en ese terreno político ganado haciendo un musculoso hincapié en su rectitud. En paralaje: con esa operación –armada a partir de una combinación de sexo, hijos a rolete, cantidad de jovencitas abusadas, machismo– se quiere impactar sobre el sector medio y medio-bajo urbano del país, más la feligresía católica biempensante. Franja que contestó a la convocatoria luguista y que se define por su banalidad (humus para el sensacionalismo), apatía y conservadurismo políticos.

A manera de hipótesis, habría que verificar en qué esferas de la estructura económica, política, social o jurídico-institucional Lugo alteró los equilibrios –que se concretan en privilegios y mecanismos instalados de acumulación de riqueza– de los tradicionales Yvy jara: la Asociación Nacional Republicana-Partido Colorado, al cual se suman las ambiciones del Partido Liberal Radical Auténtico que puede volver a aspirar al poder tras 70 largos años vía Federico Franco, el vicepresidente. Detentores del poder a los que se suman sus allegados: la oligarquía vacuna, terrateniente y exportadora, el empresariado corrupto de ascendencia colorado-stronista, los narcos y sus correlatos (policía, ejército, aparato judicial, altos niveles del gobierno), hasta recalar en las transnacionales, una de las caras de la Embajada de EE.UU. en Asunción. En definitiva, “a mayor heterodoxia, mayor riesgo de sanción”.

* Ensayista, profesor de la Universidad Nacional de General Sarmiento.

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