EL MUNDO › MUERTE, DEVASTACIóN Y HUIDA DE BIN LAWAD, UNA CIUDAD SITIADA

El drama después del combate

Las fuerzas oficiales libias y los rebeldes se acusan mutuamente por la masacre de Bin Lawad. Pero lo cierto es que los cadáveres quedaron desperdigados por las calles. Según Al Jazeera, Khadafi ofreció a la oposición una salida negociada.

 Por Kim Sengupta *

Desde Bin Jawad

Cadáveres tirados en las calles entre las vainas de las balas, otros abandonados en sus hogares quemados, algunos destrozados: éstas eran las terribles escenas en Bin Lawad ayer, después de dos días de feroces combates. Los rebeldes afirman que los muertos, que incluyeron niños, ancianos y mujeres, fueron víctimas de las fuerzas del coronel Khadafi. Los oficiales del régimen sostienen, en cambio, que las fatalidades tuvieron lugar cuando la ciudad fue atacada por los combatientes rebeldes. Según informó la cadena Al Jazeera a última hora de ayer, Khadafi habría ofrecido a la oposición reunirse para acordar su salida con garantías, pero los rebeldes no habrían aceptado.

Quien sea que haya sido responsable, las pérdidas han alimentado la sensación de pánico y temor entre los civiles atrapados en el conflicto. Por primera vez desde que comenzó la revolución, aquellos que huyen no son sólo trabajadores extranjeros, sino libios que son refugiados en su propia patria. Así como por el deseo de escapar de la violencia de la guerra, la gente está motivada a dejar sus hogares por una creciente división entre el este del país –en gran parte fuera del dominio del régimen– y el oeste, donde Khadafi mayormente retiene el control.

Las sospechas sobre espías y colaboradores habían llevado a un mayor escrutinio y obstrucción de movimientos de ambos lados, en lo que ahora es una guerra civil. Muchos han decidido buscar la seguridad con sus extendidas familias y clanes antes de que empeore la situación.

La vasta mayoría de los 200.000 refugiados en Libia han sido extranjeros que escaparon a través de las fronteras de Túnez y Egipto. Pero Hamida Muftar, una trabajadora social que trabaja en la ciudad de Al Bayda, dijo que los refugiados internos se iban a convertir en un tema creciente. “Tenemos la suerte de tener una estructura social en la que las familias se cuidan entre sí. Pero eso no será suficiente, por el momento tenemos miles de PID (personas internamente desplazadas). Esto se podría convertir en decenas de miles muy pronto si la lucha continúa.”

Los últimos vienen de Bin Jawad –una ciudad libia que es una guarnición del ejército, ahora bajo el control del régimen después de violentos choques– y la vecina Ras Lanuf, donde los rebeldes han retrocedido. Habiendo visto la devastación en Bin Jawad, Khalid Suleyman dice que él puede entender por qué tantos se quieren ir.

Un estudiante de 22 años de Benghazi, que se había unido a las fuerzas revolucionarias, El Shabaab, dijo: “Era lo peor; lo peor que he visto. Estaba enfermo. Hubo gente que murió de manera terrible. En una casa había dos mujeres muertas. Aquellos que no fueron heridos, escaparon; algunos estaban sacando a los heridos. Mucha gente murió cuando el gobierno usó armas pesadas contra nosotros, como Jarad (cohetes rusos) que cortaban a la gente por la mitad. ¿Por qué usaron esas cosas cuando había tanta gente?”.

El Shabaab se niega a aceptar que ellos fueron responsables por las muertes de civiles. El coronel Abdul Jawad Al-Misawi, a cargo de las defensas antiaéreas, fue categórico: “Los hombres de Khadafi los usaron como escudos humanos. Fue por eso que tuvimos que parar nuestra misión para recapturar la ciudad. No los queríamos lastimar. Después, los hombres de Khadafi asesinaron a esa pobre gente”.

En realidad, los rebeldes fueron forzados a retirarse de Bin Jawad después de una emboscada en la que perdieron hasta 50 de sus hombres. Los subsiguientes intentos de regresar fueron detenidos por fuego de artillería y ataques aéreos. Ayer, el camino desde Bin Jawad a Ras Lanuf estaba casi vacío, sin los convoyes militares de los últimos días. Tropas del régimen estaban avanzando, a paso lento, hacia Ras Lanuf.

Mohammed Ali Musa, un carpintero de 33 años, se estaba yendo con su mujer, Minar, y sus tres hijos. Como muchos otros en el área, mantenía abiertas sus opciones sobre qué lado saldría victorioso cuando llegara el momento de distribuir las culpas. “Hubo muchas dificultades y la gente murió. Mi vecino Yaqub Husseini murió. Tenía una familia. Estaba cuidando a sus ancianos padres, que su alma descanse con Alá. No puedo decir con seguridad quién lo mató. Quizá fue una bala que lo golpeó por accidente.”

A medida que crecía la información de que las fuerzas del régimen se estaban acercando, Abdulmutallab al-Jadri y su familia estaban entre los muchos que dejaban Ras Lanuf. “¿Qué motivo tengo para quedarme? No tengo trabajo y si vuelve acá la lucha, será muy dura”, explicó.

De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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Imagen: AFP
 
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