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Bernard Henri-Levy, hombre de Francia en Afganistán

Bernard-Henri Levy, filósofo francés e intelectual mimado por los medios, recibió esta semana una inesperada misión oficial: viajar a Afganistán para luego informar al gobierno sobre el lugar.

Por Jon Henley
Desde París

Algunos países nombrarían una misión de investigación parlamentaria. Otros pedirían un equipo de expertos en asistencia internacional. Pero para saber que es lo que más necesita Afganistán, destrozada por la guerra, sólo Francia podría mandar un filósofo. El presidente Jacques Chirac y su primer ministro Lionel Jospin le encomendaron esta semana al intelectual más llamativo de Francia, Bernard Henri-Levy, la misión de explicarles “las expectativas y necesidades del pueblo afgano” y por lo tanto, “contribuir a la cooperación económica, política y cultural que Francia puede ofrecer a ese país”. “Es un honor, pesado pero un bello honor”, dijo Henri-Levy, que después de 20 años de luchar contra el fascismo, el marxismo, el antisemitismo, el totalitarismo, el terrorismo y fundamentalismo de Bosnia a Bangladesh, recibe en Francia el tipo de adulación que la mayoría de los países reserva para sus estrellas de rock.
“A aquellos que dicen que Afganistán necesita hechos y no palabras, les dijo que hay palabras que acarrean el peso de los hechos, textos que también son actos. Miren a algunos de los escritores que más admiro, Sartre, Malraux, Hemingway, uno nunca sabe si están escribiendo sus vidas o viviendo sus libros”. Siguiendo una larga tradición francesa del “intelectual comprometido” desde Voltaire pasando por Zola y Hugo a Sartre y De Beauvoir, Henry-Levy, conocido por sus iniciales BHL, saltó a la fama en la década de 1970 cuando fundó el grupo de los Nuevos Filósofos y su rebelión contra los pensadores dominantes de izquierda del momento.
Es una amable presencia en los talk-shows de la televisión francesa, escribe una columna semanal en una importante revista y publicó unas 25 obras de filosofía incluyendo un best seller llamado “Reflexiones sobre la guerra, la maldad y la historia”, publicado después del 11 de septiembre. Nacido en Algeria en 1948, BHL ha estado luchando desde 1971, cuando aparentemente fue el único francés que respondió al llamado de André Malraux para formar una brigada internacional para luchar en Bangladesh.
Su primer libro importante, Barbarismo con un rostro humano, causó sensación en Francia en 1977, comenzando con una frase que se convirtió en el slogan de una generación: “Soy el hijo ilegítimo de una pareja diabólica llamada fascismo y stalinismo”. Desde entonces, el filósofo mediático ayudó a establecer Radio Libre Kabul (en 1981), cofundó el grupo SOS Racismo, lanzó muchas críticas y películas (incluyendo la aclamada Un día en la muerte de Sarajevo). “Resulta fácil de atacar, por supuesto”, dice Liliane Lazar. “Es un provocador y el querido de los medios. Su pasión, elocuencia y lirismo lo convierten en un blanco fácil. Pero tiene el don de destilar lo universal de los hechos del día. Está en una cruzada permanente por la dignidad humana y uno no puede ignorarlo.”
Como parte de sus credenciales para el trabajo, BHL, de 54 años, cita su larga amistad con el difunto líder de la resistencia antitalibana, el comandante Ahmed Shah Mossoud, a quien conoció por primera vez en 1982, y sus muchos contactos en la resistencia afgana. “Francia, finalmente, está tratando de hacer algo por Afganistán –dice–. Aun cuando la filosofía pasaba por su fase espinozista althuseriana, igual creía que el pensamiento podía igualar el hacer”. El pueblo de Afganistán no sabe lo que está a punto de golpearlo.

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Bernard Henri-Levy, tras los pasos de Sartre y Malraux.
“Hay palabras que son hechos, textos que son actos”, afirma.
 
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