EL MUNDO › CHIRAC LANZO SU CAMPAÑA EN UN BASTION ELECTORAL DE LA DERECHA

Bailando sobre el puente de Avignon

“Autoridad del Estado” y seguridad ciudadana están en el centro de la campaña de Chirac para ser reelegido el 21 de abril en Francia.

Página/12
en Francia
Por Eduardo Febbro
Desde París

El presidente francés Jacques Chirac puso fin a un suspenso sin expectativas al anunciar ayer en la ciudad de Avignon (sur de Francia) su candidatura oficial para las elecciones presidenciales del próximo mes de abril. Con un breve “sí, soy candidato”, seguido por una sonrisa de ganador, el mandatario francés selló un nuevo desafío al destino al bajar por cuarta vez a las difíciles arenas de la carrera presidencial en un momento en que su postura personal lo beneficia frente a la opinión pública, pero donde las características de su mandato pueden convertirse en una trampa sin salida. Jacques Chirac ganó las elecciones presidenciales en 1995 frente al actual primer ministro socialista Lionel Jospin, pero, dos años más tarde, perdió las elecciones legislativas anticipadas que él mismo provocó abriéndole así las puertas del poder a la entonces oposición socialista. En suma, el mandatario francés sólo gobernó de 1995 a 1997 y en un clima marcado por el movimiento social de 1995 que paralizó al país en noviembre y diciembre de ese año en protesta por las reformas ultraliberales de su entonces premier, Alain Juppé.
Si hay hombres políticos que son un misterio Chirac es uno de ellos. Simpático, caluroso, enérgico y luchador como pocos, el presidente francés es también un personaje truculento, mezclado en escándalos de corrupción, dotado de una ambición sin límites y cuya vida ha sido guiada en una sola dirección: la conquista del poder. Si los partidarios de Chirac admiran sus cualidades de hombre siempre dispuesto a luchar cualquiera que sean las condiciones, sus adversarios hacen hincapié en sus cualidades demagógicas: el mandatario francés es capaz de decir una cosa y todo lo contrario, de cambiar de discurso según lo que sus sentidos olfatean en el viento. A falta de un balance político coherente de su accidentado mandato, el oportunismo, la innegable simpatía personal y la abnegación son las mejores cartas del hoy candidato Chirac. Sus peores pesadillas tienen la forma de los palacios de justicia y el rostro de sus “aliados” de la derecha. Según la investigación realizada por la Justicia francesa, durante los largos años en que fue alcalde de París –1977-1995–, Chirac instauró un sofisticado montaje destinado a financiar bajo cuerda las cajas del partido político que él mismo creó en los años 70, el RPR, de filiación gaullista. Los jueces, sin embargo, no pudieron ni siquiera citarlo como testigo ya que, en Francia, no hay una jurisprudencia capaz de enjuiciar a un jefe de Estado. En el plano político, el mandatario galo reina en una casa vacía: sus principales adversarios de la derecha nunca lograron apartarlo del camino. Más bien, fue él quien, poco a poco, decapitó a los enemigos de su propio campo dejándolos en la sombra o con el mero puesto de figurantes.
La oficialización de la candidatura de Chirac llega en un contexto por demás delicado. Tal como trascendió ayer en los estados mayores de la derecha, el presidente adelantó el anuncio de su candidatura para ocupar el terreno y desactivar la bomba de una popularidad en caída libre. Favorito en todos los sondeos de opinión hasta hace dos semanas, Chirac perdió poco más de cinco puntos en los últimos 10 días pasando del 27,28 por ciento al 22,23 por ciento. Contrariamente al mes de enero, las encuestas de opinión empiezan hoy a ubicarlo por debajo de Lionel Jospin en las intenciones de voto. La elección de la ciudad de Avignon como capital del lanzamiento se explica dentro de ese clima. Avignon es la ciudad donde la derecha les infligió la más rotunda y conocida de las derrotas a los socialistas en las pasadas elecciones municipales. Alexplicar su programa, Chirac dijo estar “orgulloso” de su balance político y se presentó como el candidato “de la pasión”, y de la “unión”, “fuera de las ideologías”. Con mucha convicción personal, Chirac esbozó los ejes de lo que será su campaña: según declaró, quiere “restaurar la autoridad del Estado”, incrementar “el respeto del otro” y reforzar la seguridad. No hubo ninguna sorpresa ni en el anuncio ni en el contenido programático por cuanto lo que el candidato de la derecha dejó entrever no va más allá del típico esquema de la seguridad tan defendido por la derecha.
La candidatura de Jacques Chirac tornó real una situación que parecía jugarse detrás del telón. Ahora falta que los socialistas den el mismo paso y que el jefe de Gobierno haga oficial su candidatura. Sin embargo, Lionel Jospin no está apurado. Los socialistas aseguran que Jospin respetará el calendario que él mismo se fijó y que, por ende, no hará pública su candidatura hasta que no termine la sesión parlamentaria, es decir el 22 de febrero próximo. Recién entonces Francia verá bajo otra luz a los dos hombres que cohabitan en la cumbre del poder desde hace cinco años. Quedará entonces por saber cómo será el desenlace de un odio callado durante cinco años. A partir de ese momento, los electores tendrán la última palabra.

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Jacques Chirac acompañado por Marie-Josee Roig, ayer.
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