EL MUNDO › APARECIERON ASESINADOS LOS NUEVE INTEGRANTES DE UN GRUPO MELODICO DE NUEVO LEON

Callan a una banda musical en México

En un pozo había diecisiete cadáveres con huellas de tortura y de haber sido ajusticiados utilizando la metodología que emplea el crimen organizado. Las autoridades sospechan que se trata del Cartel de Sinaloa, rival de Los Zetas.

El asesinato de los integrantes del grupo Kombo Kolombia en el norte de México muestra que el reconocimiento que ganan muchos músicos parece no servir de protección contra la violencia criminal que se ha cobrado en los últimos años las vidas de decenas. Hasta ahora las autoridades aztecas encontraron 17 cadáveres, según el diario La Jornada, dentro del pozo en donde fueron arrojados por miembros de un grupo criminal que los secuestró en la madrugada del viernes, tras finalizar su presentación en un bar de un poblado del estado de Nuevo León, cuya capital es Monterrey. De ellos, nueve fueron identificados como parte del grupo musical, incluido el único extranjero del grupo, el tecladista colombiano Heiner Cuéllar.

Jorge Domene, vocero en temas de seguridad del gobierno de Nuevo León, dijo que aún las autoridades no se atreven a formular una teoría sobre lo ocurrido. “Se sigue recopilando información que nos pueda llevar a la real causa”, dijo ante la prensa. Los cadáveres muestran huellas de tortura y de haber sido ajusticiados utilizando la metodología que emplea el crimen organizado. La banda había sido contratada para cantar en la noche del jueves en una bodega-bar llamada La Carreta, local ubicado en una zona apartada del municipio de Hidalgo, a unos 80 kilómetros al norte del área metropolitana de Monterrey. Al terminar el show ante un público de unas 50 personas, al lugar irrumpieron “alrededor de diez personas armadas”, en la madrugada del viernes, dijo un portavoz del gobierno de Nuevo León. Un sobreviviente que logró escapar, y que también fue golpeado, declaró que los subieron a varias camionetas y los condujeron durante unas cuatro horas por ruta o caminos de tierra.

Según su relato, logró huir aprovechando un momento de confusión, se internó en un monte y pidió ayuda a una persona. Los miembros del grupo musical fueron golpeados e interrogados sobre si consumían drogas o tenían relación con una organización del crimen organizado, no especificada, y luego los obligaron a hincarse y les dispararon.

Para una fuente cercana a la pesquisa, una de las líneas que sigue la fiscalía es que el grupo podría estar vinculado con Los Zetas, uno de grupos narco más poderosos y sanguinarios que actúan en México. Este cartel, formado por ex militares a mediados de los ’90, controla, según la misma fuente, algunos de los sitios donde tocaba Kombo Kolombia. Por eso, se sospecha que los responsables de la masacre serían miembros del Cartel de Sinaloa, rival de Los Zetas.

El diario Reporte Indigo, citando a fuentes de la Procuraduría, dijo que el crimen de los músicos formaría parte de la guerra que libran en Nuevo León Los Zetas y sus rivales. Familiares de los músicos pidieron ayer que no se adelanten conclusiones y repudiaron que se criminalice a las víctimas, ubicando a los músicos en el centro de las sospechas. “Mi hijo es un muchacho sano, percusionista. No tiene nada que ver con nada ilícito”, manifestó María Sáenz, madre de uno de los músicos asesinados.

El Kombo Kolombia interpretaba música vallenata –originaria del folklore colombiano– con letras en las que predominaba las melodías románticas y alejadas de los temas clásicos de lo que se conoce como “narcocorridos”, música del norte de México donde se narran sucesos del narcotráfico. En México, al menos cincuenta intérpretes de ese género perdieron la vida desde 2006, cuando Valentín Elizalde, un popular cantante de rancheras, fue asesinado a balazos a la salida de una presentación en Reynosa, localidad ubicada al noroeste, según afirmó Edmundo Pérez, autor del libro Que me entierren con narcocorridos. En diciembre del 2009, el cantante Ramón Ayala y su grupo Los Bravos del Norte fueron detenidos cuando se presentaban en una fiesta organizada por un capo del narcotráfico, que evadió a las fuerzas de seguridad y logró escapar del lugar.

En 2010, el capo Edgar Valdez Villarreal (alias La Barbie) aseguró tras ser detenido en un interrogatorio grabado que mantenía lazos de amistad con Ayala y otros intérpretes de narcocorridos. Muchos de ellos comenzaron recibiendo 5000 o 10.000 dólares para componer una canción en honor a algún narcotraficante. “Cuando se vuelven famosos, los empiezan a invitar a fiestas y el artista sabe que no pueden decir que no”, comenta Pérez.

La persecución de las autoridades o la posibilidad de verse envueltos en las disputas entre carteles llevó a los intérpretes de esta música a moderar su comportamiento público, a guardar un perfil bajo y ser menos ostentosos. Pero esto no ha impedido que la violencia los siga afectando, así como también a los sitios donde tocan su música. Hace un año, en Chihuahua, capital del estado del mismo nombre también en el norte del país, unos 20 hombres armados ingresaron al bar paradójicamente llamado Far West y dispararon contra músicos y espectadores. El ataque sobre el local dejó un saldo de ocho muertos, entre ellos cinco integrantes del grupo La Quinta Banda.

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Una de las líneas que sigue la fiscalía es que el grupo podría estar vinculado con Los Zetas.
 
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