EL MUNDO › POR PRIMERA VEZ TIENE TASAS NEGATIVAS DE APROBACION

El menguante Mr. President

George W. Bush volvió a defender ayer la guerra a Irak, pero su tasa de aprobación popular está en declive en casi cada punto clave. Y la campaña para su reelección en 2004 es cada vez más cuesta arriba.

Por Rupert Cornwell *
Desde Washington

Una semana de incesantes malas noticias para el presidente Bush fue coronada ayer por una nueva encuesta, que muestra que los norteamericanos están perdiendo fe en su capacidad de manejar crisis de política exterior, algo que la Casa Blanca había esperado que fuera un importante punto a favor, a medida que se prepara para la campaña de su reelección en 2004. De acuerdo a un sondeo de New York Times-CBS, no sólo una mayoría sustancial de la población desaprueba su manejo de la economía, plagada por un crecimiento lento y un desempleo empecinadamente alto. Por primera vez una mayoría, aunque pequeña, de 45 contra 44 por ciento, no gusta de su manejo de la política exterior. Una mayoría sustancial del 56 por ciento, piensa ahora que el país está “en el camino equivocado”, y un 53 por ciento duda de que la guerra a Irak valga lo que está costando.
Bush todavía retiene cartas fuertes, incluyendo una confianza pública inalterada en su capacidad de liderazgo, su honestidad, y la impresión de que ha vuelto al país más seguro. Pero la última encuesta pone de manifiesto el modo en que, gracias al desorden en Irak, la tambaleante economía, y ahora el creciente escándalo sobre la filtración del nombre de una agente de la CIA, súbitamente el mandatario se ha vuelto vulnerable. La encuesta se llevó a cabo cuando el Departamento de Justicia anunció que estaba iniciando una investigación judicial sobre la filtración del nombre de la agente. Por primera vez, las calificaciones generales de Bush se han deslizado detrás de donde estaban antes del 11 de septiembre de 2001. En términos históricos, su tasa de aprobación en torno al 50 por ciento en esta instancia del ciclo electoral es bastante buena. Pero está muy por debajo del 80 por ciento sostenido después de los ataques terroristas, y de la aprobación del 70 por ciento inmediatamente después de la invasión de Irak. Lo que es más ominoso, Bush hijo está siguiendo el camino del padre. A comienzos de septiembre de 1991, más o menos en el mismo punto de su presidencia, George W. H. Bush disfrutaba de una tasa de aprobación del 68 por ciento. Un año después estaba al borde de su derrota por Bill Clinton.
Por primera vez, competencias hipotéticas muestran una derrota de Bush a manos de dos de los 10 candidatos presidenciales demócratas. El general Wesley Clark, que recién entró en la carrera unas tres semanas tras, superar al 43º presidente por un 49 a un 46 por ciento, mientras el senador John Kerry de Massachussetts le gana por un 48 a un 47 por ciento (lo que es estadísticamente insignificante.
Más aún, estas mediciones reflejan la opinión pública antes de la crisis sobre la supuesta filtración desde la Casa Blanca del nombre de Valerie Plame, empleada de la CIA y esposa del ex embajador Joseph Wilson, un duro crítico de la política de la administración Bush sobre Irak. Ayer, agentes del FBI empezaron a interrogar a funcionarios de la Casa Blanca, una investigación que también puede llegar a los Departamentos de Estado y de Defensa. En la noche del jueves, el Departamento de Justicia emitió un nuevo pedido de documentos vinculados a la investigación. El Departamento de Estado y el Pentágono dijeron que se les pidió “revisar nuestros calendarios y documentos”.
El principal sospechoso, sin embargo, es Karl Rove, el principal asesor y estratega clave de Bush. Rove niega las acusaciones. Los demócratas están reclamando una investigación independiente, basándose en el argumento de que las conexiones entre el secretario de Justicia John Aschroft y Rove constituyen un claro conflicto de interés. Esta primera investigación judicial de la presidencia de Bush no pueden menos que traer recuerdos de la escandalosa era de Clinton y erosionar otro de los mejores puntos de venta de Bush, su reputación de integridad en el desempeño del cargo. El accidentado camino del presidente también está teniendo otras repercusiones. En la noche del jueves, republicanos rebeldes en una Cámara de Representantes altamente disciplinada, se unieron a los demócratas para inflingir una derrota inusual a la Casa Blanca en regulaciones de pago de horas extras. Este retroceso, insisten los demócratas, es un signo del modo en que Bush está perdiendo fuerza en su propio partido.
El día de ayer, sin embargo, brindó una migaja de consuelo para la acosada Casa Blanca, cuando un informe del Departamento del Trabajo de que la economía sumó 57.000 nuevos puestos de trabajo en septiembre, después de siete meses consecutivos de pérdidas. Pase lo que pase en Irak, el equipo de reelección de Bush sabe que la economía es lo que decidirá si el presidente sigue o no el camino de su padre. Aunque para el último cuatrimestre de 2003 se pronostica un robusto crecimiento del 3,5 por ciento, para desgracia de Bush, ésta ha sido una “recuperación sin empleos”.
Aunque la tasa de desempleo de septiembre siguió inalterada en un 6,1 por ciento, las últimas cifras pueden indicar que se están creando nuevos trabajos a medida que se sale de la recesión. Desde que Bush asumió, la economía ha perdido más de 2,5 millones de trabajos. Por lo tanto, es casi seguro que Bush retendrá la indeseada distinción de ser el primer presidente desde Herbert Hoover en presidir sobre una pérdida neta de empleos durante su mandato.

* De The Independent, especial para Página/12.

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George W. Bush con Bernard Kenk, comisionado de policía de Nueva York, ayer en la Casa Blanca.
Sus calificaciones generales se han deslizado detrás de donde estaban antes del 11 de septiembre de 2001.
 
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