EL MUNDO

Les habla Adolf (perdón, Arnold) Schwarzenegger

Después de tener que pedir disculpas por haber manoseado a mujeres en su carrera artística, el candidato estelar a la gobernación de California tuvo que salir ayer a negar declaraciones en las que habría afirmado su admiración por Hitler.

Por Andrew Gumbel *
Desde Los Angeles

La aparentemente inatacable campaña de Arnold Schwarzenegger para la gobernación de California entró en problemas por segunda vez en dos días ayer, cuando el actor fue citado declarando su admiración por Adolf Hitler en la transcripción de un viejo film documental. Después de acusaciones de que manoseó y acosó a diferentes mujeres en los últimos 25 años, Schwarzenegger fue empujado otra vez a la defensiva cuatro días antes de una elección que debe decidir si revocar o no el mandato del impopular gobernador Gray Davis y, en ese caso, decidir quién lo sucederá. Pero las encuestas volvieron a mostrar una amplia ventaja del fisicoculturista, quien está 10 puntos adelante de su competidor más cercano, el vicegobernador demócrata Cruz Bustamante.
“Todo lo que puedo decirles es que desprecio todo aquello a favor de lo que estaba Hitler”, dijo Schwarzenegger a la ABC, una de las dos organizaciones noticiosas que vieron la transcripción, basada en entrevistas grabadas pero nunca usadas para un documental de fisicoculturismo de 1977 llamado Pumping Iron (“Sacando acero”). “Desprecio todo aquello por lo que estaban los nazis... todo aquello por lo que estaba el tercer Reich”, dijo el actor a la cadena, que desenterró las transcripciones del documental. Según la transcripción, que también fue vista y de la que también informó The New York Times, Schwarzenegger fue interrogado sobre a quién admiraba y respondió: “Depende sobre qué. Admiré a Hitler, por ejemplo, porque llegó al poder desde ser un hombre pequeño casi sin educación formal. Y lo admiro por ser tan buen orador público”.
Schwarzenegger también es citado fantaseando con la adulación de que disfruta cualquier líder, dictatorial o demócrata. “La sensación que Kennedy tenía, sabés, de hablarles tal vez a 50.000 personas a la vez y que lo aclamaran, o como Hitler en el estadio de Nuremberg”, se le registra haber dicho. “Y tener toda esa gente aclamándote y en completo acuerdo con cualquier cosa que decís.”
Los rumores sobre las tomas omitidas de Pumping Iron, el film que puso a Schwarzenegger en el camino al estrellato, han estado circulando por años, pero hasta ahora esas tomas han sido mantenidas en un secreto estricto. La transcripción fue descubierta en una propuesta de libro escrita a mediados de los años ‘90 por George Butler, el director de Pumping Iron y confidente del astro cinematográfico, y que previamente había negado la existencia de toda referencia admirativa hacia Hitler.
Los amigos de Schwarzenegger insisten con que las referencias a Hitler que se le atribuyen no tienen nada que ver con antisemitismo, belicismo o desprecio por la democracia, sino con su fascinación de toda la vida con el poder. Pueden estar en lo cierto, pero no es claro si el electorado tendrá el tiempo o la paciencia para asimilar esta importante distinción. Schwarzenegger mismo no ha hecho ningún secreto de su admiración por los líderes fuertes, incluyendo el deseo de convertirse en uno de ellos. En un segmento de Pumping Iron, que quedó dentro de la versión final del film, declara: “Yo siempre estaba soñando con gente muy poderosa, dictadores y ese tipo de cosas... Gente que sería recordada por cientos de años, sabés, o incluso Jesús, recordado por miles de años”. En su autobiografía, Education of a Bodybuilder (“La educación de un fisicoculturista”), no pide disculpa alguna por una abrumadora ambición personal que para algunos observadores bordea con la megalomanía. “La modestia no es algo que se me pueda aplicar en ningún sentido”, escribió.
Cómo puede influir esto en sus opiniones políticas es algo que ha provocado polémica por años. Schwarzenegger fue duramente criticado en los años ‘80 por su respaldo público a Kurt Waldheim, el ex oficial de las SS acusado de atrocidades de guerra que luego se volvería presidente de Austria (previo desempeño como secretario general de las Naciones Unidas). Schwarzenegger permitió el empleo de su imagen en la campaña electoral deWaldheim, y se dijo muchas veces que había brindado a su salud en su casamiento, en 1998.
En Hollywood, Schwarzenegger ha trabajado duramente para despegarse del pasado nazi de su padre policía, por medio de generosas donaciones al Centro Simon Wiesenthal. De muchas biografías del astro –adulatorias o no– también resulta claro que su relación con el padre fue extremadamente difícil. Schwarzenegger, por ejemplo, no regresó a Austria para el funeral de su padre, en 1972.
Está lejos de ser claro qué efecto tendrán todas estas polémicas en la votación del martes. La última encuesta de opinión, publicada ayer pero tomada antes de que apareciera la historia de los manoseos de mujeres en el Los Angeles Times, lo mostraban muy por delante de sus rivales en la campaña para reemplazar al gobernador Davis, y al gobernador Davis muy por detrás en su esfuerzo por evitar la revocación y mantener su puesto.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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Arnold Schwarzenegger en 1977, y Ronald Reagan (uno de sus modelos) en 1988.
La foto del fisicoculturista corresponde al momento de sus declaraciones al documental “Pumping Iron”.
 
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