EL MUNDO › ROMANO PRODI SE ADJUDICO LA VICTORIA PERO BERLUSCONI NO LO RECONOCE

El día que Italia no supo qué pasaba

Las elecciones italianas dejaron ayer el cuadro de una situación política extremadamente frágil, con el centroizquierda en estrecho control de la Cámara baja y con el centroderecha con una banca más en el Senado. Será decisivo el rol de los representantes del exterior.

“No tenemos idea de lo que pasa”, admitió anoche un aturdido Romano Prodi que tuvo que salir a tranquilizar a cientos de seguidores que esperaban los resultados finales de la elección general, que llegaron recién a la madrugada, luego de una jornada electoral signada por la incertidumbre y la confusión. Por un ínfima diferencia, L’Unione, la coalición de centroizquierda liderada por Prodi, se quedó con la Cámara de Diputados y, probablemente, con el próximo gobierno. Por menos del 0,1 por ciento de ventaja, la oposición se hizo merecedora del premio que otorga la nueva ley electoral de Silvio Berlusconi: la mayoría absoluta de la Cámara. El Senado, sin embargo, es otro cuento. Los resultados oficiales dieron como vencedora a la coalición de centroderecha, la Casa de las Libertades, por un 50,2 por ciento, frente a un 49,8 por ciento. De esta manera, la alianza sólo supera a L’Unione por una banca, dejando la composición final en manos de los resultados de las elecciones en el exterior, que se conocerán hoy a la mañana.

La novela electoral no cedió en su dramatismo hasta el final. Antes de que se finalizara el escrutiño, Piero Fassino, uno de los líderes de L’Unione, reivindicó la victoria en Diputados, una maniobra algo arriesgada en un día en el que los resultados brillaron por su inestabilidad. Aprovechando este clima de incertidumbre, el vocero de Berlusconi, Paolo Bonaiuti, rechazó públicamente la victoria de la oposición argumentando que la diferencia era tan pequeña que debía ser verificada. Casi como contestándole, Prodi salió a la plaza donde lo esperaban cientos de simpatizantes para celebrar su victoria, que minutos más tarde fue confirmada por el gobierno. “Hoy se ha dado una vuelta de página”, aseguró Il Professore, que reconoció que Italia está “dividida”. “Ahora hay que colaborar juntos para unificar el país”, adelantó el futuro premier.

La incierta crónica de esta incierta jornada comenzó horas después del cierre de los centros de votación, a las tres de la tarde. En las primeras horas, L’Unione mantenía el optimismo que le habían brindado las últimas encuestas, que dos semanas atrás le daban una ventaja de alrededor del cinco por ciento, cifra que ayer habían confirmado los sondeos de boca de urna. Pero las incipientes celebraciones de los seguidores de Prodi no duraron mucho. Las ilusiones del centroizquierda italiano se deshicieron frente a las proyecciones que indicaban que la coalición de Berlusconi se estaba imponiendo en las dos Cámaras. Como si el desconcierto no fuera suficiente, el Ministerio del Interior publicó poco después las primeras cifras oficiales. Con poco más del 50 por ciento de los votos escrutados, la coalición de Prodi se imponía en la Cámara baja con un 51,5 por ciento, frente a un 47,8 por ciento del centroderecha. Menos clara era la situación en el Senado, en donde Berlusconi se ponía al frente con un escaso 0,1 por ciento. Pero nada era seguro ayer en Italia. Una proyección del Instituto Piepoli, difundida después, empantanó nuevamente la situación en Diputados, achicando la diferencia. Era tal el nivel de incertidumbre que, finalmente, Nexus tuvo que renunciar a continuar las proyecciones.

El dramatismo que provocaron las pequeñas oscilaciones de centésimas de punto porcentuales se debió a que la nueva legislación electoral determina que la coalición que más votos saca se lleva nada más y nada menos que la mayoría absoluta de las bancas de diputados. En el Senado, en cambio, el premio se otorga por región. Es decir que el partido que se impone en una provincia determinada se lleva, además de las bancas que le corresponde por esa circunscripción, un plus de senadores según la importancia de cada región. Por ello para conocer la composición final del Senado primero se necesitarán los resultados de las elecciones en el exterior, que se conocerán recién hoy a la mañana. Añadiendo un nuevo elemento de incertidumbre a una situación que no lo necesitaba, la gran mayoría de los seis senadores del “estero” se presentaron como independientes, por lo que todavía restaría que se definan por una u otra coalición. El único dato seguro ayer fue el nivel de convocatoria, que alcanzó un 83,6 por ciento, confirmando el carácter “histórico” que, desde los medios italianos, se le adjudicó a estas elecciones. Quizá por esto, la Casa de las Libertades y L’Unione intentaron mantener la cautela antes que nada. En el centroizquierda esto se hizo patente con la cancelación de todos los actos que se tenían previstos. En cambio, la progresiva incertidumbre y los resultados cada vez más parejos provocaron una reacción totalmente diferente entre los simpatizantes de Berlusconi, que salieron a festejar la inesperada recuperación.

Para la madrugada, tanto los seguidores de una coalición como de la otra se habían autoconvocado en los comandos partidarios. Sin embargo, en ninguna de ellos se respiraba un verdadero clima de triunfo. Mientras que el centroderecha vio escapársele de entre los dedos una victoria en Diputados por una ley que ellos mismos impulsaron y aprobaron, el centroizquierda se enfrentaba a la posibilidad de tener que gobernar con un Senado con fuerte peso opositor, que difícilmente acompañe sus reformas progresistas.

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Romano Prodi admitió que Italia estaba “dividida”.
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