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Ahora Bush ve a destiempo la táctica en Irak, pero de los abusos no habla

En el marco de una nueva jornada violenta en el país bajo ocupación anglonorteamericana, el presidente estadounidense admite que el error fue comenzar la reconstrucción tan pronto. Según un nuevo informe, continúan los abusos en las cárceles de Irak.

Después de una ola de críticas del propio sector militar estadounidense por los magros resultados de los dos años de ocupación en Irak, el presidente George Bush hizo una autocrítica, aunque fue ínfima. La estrategia en general estuvo bien –e incluso la repetiría–, pero el error estuvo en comenzar la reconstrucción tan pronto. Así se resume el extenso discurso que el presidente estadounidense dio ayer en un foro sobre la reforma migratoria –a horas de que el Senado se vuelva a reunir después del receso de dos semanas–. Sin embargo, la violencia diaria en Irak –ayer sólo los muertos fueron más de 20 y los heridos ascendieron a 100– parece contradecir y socavar la estrategia que tanto defiende y promueve la Casa Blanca. Los cada vez menores índices de popularidad de Bush así lo demuestran. Pero poco resultado le está dando, ya que un nuevo sondeo, difundido ayer por la cadena televisiva estadounidense CNN, demostró que la popularidad de Bush ha caído nuevamente. Las últimas encuestas rondaban en un 35 por ciento a favor. Sin embargo, ahora la administración Bush se acercaría más al 30 por ciento, golpeada seguramente por el tira y afloje de los proyectos de reforma migratoria en el Congreso, la dilatada reconstrucción de Nueva Orleans post-Katrina, la interna de su propio partido, la subida del precio del petróleo e, indudablemente, el incesante número de muertos que deja todos los días Irak. No sólo las bajas se acumulan -estadounidenses e iraquíes–, sino que además Washington tampoco logra demostrar su hipótesis principal, que actualmente sustenta la ocupación: a pesar de todo, los iraquíes están mejor ahora que bajo el autoritarismo del régimen de Saddam Hussein. El Pentágono reconoció ayer que las torturas en las cárceles iraquíes continúan. Equipos de inspectores estadounidenses e iraquíes estuvieron revisando distintos centros de detención y concluyeron que en algunos de ellos, sólo en algunos de ellos, había prisioneros con señales de haber sido torturados. El Pentágono incluso admitió que se encontró un bunker secreto con 173 presos, la mayor parte torturados, que estaba bajo el control del Ministerio del Interior iraquí, institución que en repetidas ocasiones fue acusada de liderar comandos de muerte contra la población sunnita. El diario The Washington Post, no obstante, difiere del informe oficial al afirmar en su edición de ayer que en todas las cárceles que fueron revisadas en febrero pasado se encontraron casos de torturas. Según el diario, había iraquíes a los que “se les habían separado los hombros” y otros que tenían “señales de latigazos en sus espaldas”. Las tropas estadounidenses se habían comprometido en noviembre pasado a trasladar a todos los detenidos torturados, pero sólo cumplieron con unos pocos, los más severamente abusados, para darles tratamiento médico. El argumento que esgrimió el portavoz del Pentágono, Bryan Whitman, para defenderse fue que la función de las inspecciones es recolectar evidencias, que luego deben ser investigadas a fondo por el Ministerio del Interior iraquí (el mismo que controla las prisiones en donde se tortura). “Pienso que todos tenemos que recordar que Irak es una nación soberana. Ellos acaban de designar a un primer ministro. Estados Unidos está allí para apoyar”, aseguró Whitman en un intento de desligar a su gobierno de la responsabilidad. Ayer fue un típico día en Irak. La crónica de la jornada se puede construir a partir de la sucesión de decenas de pequeños y medianos ataques. Los más importantes fueron sin duda los siete coches-bomba que estallaron en distintos lugares de Bagdad, la capital iraquí, y dejaron unos 19 muertos y decenas de heridos. Otros ataques a fuerzas de seguridad locales –el objetivo preferido de la resistencia– en todo el país completan la jornada. Además, 15 cadáveres con un tiro en la cabeza fueron encontrados en el oeste de Bagdad, doce de ellos pertenecientes a policías iraquíes. Esta también es una característica que se ha vuelto parte de la escena de todos los días.

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Explotaron siete coches-bomba y en todo el día hubo al menos veinte muertos y cien heridos.
 
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