EL MUNDO › EL PACTO DE ALCKMIN CON GAROTINHO PROVOCO LAS DESERCIONES

Primeras bajas en el frente anti-Lula

El político carioca y nuevo aliado del candidato derechista está sospechado de corrupción. Acusan a Alckmin de hipócrita.

 Por Darío Pignotti
Desde San Pablo

Fisuras en el frente anti-Lula. La coalición que respalda al candidato Geraldo Alckmin sufrió dos bajas de importancia, tres días después de conseguir el pase al ballottage en las elecciones brasileñas, algo que parecía poco menos que imposible.

Ayer, mientras Luiz Inácio Lula da Silva recibía en Brasilia el apoyo de gobernadores del norte y nordeste, quedaba en evidencia que todavía es precario el apoyo nacional detrás del aspirante del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB). Alckmin, quien hizo de la ética su estandarte en la primera rueda, fue acusado por un líder del Partido Frente Liberal (PFL) de no llevar sus promesas a los hechos. César Maia censuró el reciente pacto entre Alckmin y el ex gobernador de Río de Janeiro Antonhy Garotinho, al que calificó como “lo peor de Brasil”. Curtido en estas lides, es la quinta pelea presidencial que disputa; Lula ayer parecía solazado con la sangría opositora. Después del revés anímico que supuso no haber ganado el domingo, volvió al ruedo e instruyó a sus colaboradores para que tomen la iniciativa, politizando el debate, hasta ahora dominado por las acusaciones en su contra. “Vamos a la lucha para ganar las elecciones. Si hay una cosa que me gusta es estar en las calles”, arengó el mandatario.

Las fricciones entre conservadores y socialdemócratas fueron debidamente amplificadas por miembros del gobierno, como el ministro de Relaciones Institucionales, Tarso Genro. Apuestan a que la aparición de Garotinho, contra quien hay un inventario de denuncias de corrupción, pueda atenuar el efecto demoledor en la candidatura de Lula de la foto mostrando 1,7 millones de reales (800 mil dólares) incautados a dos miembros del Partido de los Trabajadores (PT), cuando negociaban con una cuadrilla de estafadores. Esa imagen le habría birlado a Lula los menos de 2 por ciento de votos que le faltaron para vencer en la primera vuelta y evitar el ballottage del 29 de octubre.

Indignado con el acuerdo entre Alckmin y el caudillo carioca, César Maia consideró que “la fotografía con Garotinho desmontó el discurso ético de Alckmin”. “Es una tristeza muy grande. Un hombre que tiene principios religiosos (..) se junta con la corrupción.”

Con todo Maia no decidió si seguirá los pasos de la candidata a gobernadora, Denise Frossard, del Partido Popular Socialista (PPS), que anunció su ruptura con la alianza opositora: “A (Alckmin) no le gusta Río de Janeiro, (le) retiro mi apoyo y seguiré por mi lado”.

La danza de declaraciones y deserciones en las filas opositoras esconden razones de poder profundas. César Maia es hoy uno de los principales líderes del conservador Partido del Frente Liberal, pero en sus orígenes fue un militante de izquierda que sufrió persecución y el exilio en Chile, contemporáneamente con José Serra, electo el domingo gobernador de San Pablo. Maia y Serra forman una sociedad política antigua, a pesar de militar en filas partidarias diferentes, y que tiene como destino final alcanzar la presidencia de la República en 2010. Si su correligionario Alckmin fuera electo en estos comicios, las chances de Serra se desplomarían.

Las escaramuzas entre socialdemócratas no tienen nada que envidiar a las que libran entre sí los petistas. Las conspiraciones entre los ex ministros José Dirceu y Antonio Palocci, que debieron renunciar acusados de corrupción, estuvieron a la orden del día en el primer año del gobierno.

En esta campaña menudearon las querellas entre la ex alcaldesa de San Pablo Marta Suplicy y el candidato a gobernador paulista, Aloizio Mercadante. La derrota de Mercadante y su vinculación con los últimos escándalos devolvieron al primer plano a Suplicy, nueva coordinadora de la campaña presidencial en ese estado. El domingo próximo Alckmin y Lula se verán las caras en un debate televisivo. Será una buena ocasión para que el presidente muestre su renovado espíritu combativo.

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Un Lula más combativo resurgió de la primera vuelta, en la que no pudo evitar el ballottage.
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