EL MUNDO › SIN CARISMA NI GRANDES DISCURSOS, ANGELA MERKEL SUPO ADAPTARSE AL MOMENTO

Gana con una buena dosis de pragmatismo

Digna hija de un pastor luterano, Angela Merkel hizo de la austeridad el sello distintivo de su imagen pública. A tono con su formación científica como física, en una ocasión se definió como una persona que “sopesa cuidadosamente los pros y los contras pero que no vacila en tomar una decisión”. Sin carisma ni grandes discursos, la primera mujer canciller de la historia de Alemania, y la primera, también, en ser originaria de la ex RDA comunista, trepó hasta la cima gracias a un pragmatismo conservador y una ambición política que le permitió, siempre, adaptarse al momento histórico y vencer. Gobierna Alemania desde el 2005 y, con reformas liberales en mente, ahora va por más.

La primera vez que Merkel tuvo que adaptarse, lo hizo a través de los estudios. Nacida en Hamburgo en 1954, su familia se trasladó ese mismo año al otro lado de la Cortina de Hierro, cuando a su padre le asignaron una parroquia en un área rural a las afueras de Berlín. Dentro de un Estado comunista poco amigo del oficio de su padre, su madre le recomendó que brillara en los estudios para tener una oportunidad de llegar a la universidad. Merkel siguió el consejo. Como la mayoría de los jóvenes de ese lado de Alemania, militó en las Juventudes Pioneras Comunistas y, con resultados sobresalientes en matemáticas y ruso, incluso ganó un viaje de estudios a Moscú. Merkel, la canciller conservadora, llegó a doctorarse en la Universidad Karl Marx de Leipzig.

Dos meses antes de la caída del Muro de Berlín, Merkel volvió a mostrar su capacidad de adaptación, y rápido. Con 36 años, se afilió a la Unión Cristiano-Demócrata (CDU) y, de la mano del histórico canciller de la reunificación, Helmut Kohl, en tres meses ya integraba el gabinete como ministra de la Mujer y de la Juventud.

Sin embargo, si lo que cuentan son los votos, la lealtad de Merkel hacia Kohl, su padrino político, se terminó el día en que éste cayó en desgracia. Apenas comenzó a salir a la luz el escándalo por la financiación ilegal del partido, el 22 de diciembre de 1999 Merkel sorprendería a propios y ajenos al publicar una editorial a página completa en la que pedía la renuncia del hombre fuerte de Alemania como la única salida posible. Puro pragmatismo: Merkel había leído el momento, los cuadros del partido la apoyaron y su figura creció. La CDU sobrevivió.

A partir de ese momento, el objetivo fue solo uno: controlar el partido para llegar a la Cancillería. Antes de ello, no obstante, sus correligionarios elegirían a Edmund Stoiber para competir contra el socialdemócrata Gerhard Schröder en las elecciones del 22 de septiembre de 2002. La derrota sólo jugó a su favor: tras dos congresos partidarios en el 2002 y el 2004, Merkel sería ungida líder indiscutida de la CDU y jefa de la oposición. El partido se había adaptado a ella.

La coronación, finalmente, llegó con las elecciones legislativas del 2005, pero el avance conservador se encontró con un freno: sin mayoría propia para formar gobierno, Merkel, una vez más, tuvo que adaptarse. El resultado fue el compromiso conocido como la “gran coalición”: en alianza con el Partido Socialdemócrata (SPD), el programa de reformas liberales y reestructuración del Estado de Bienestar tendría que esperar. La división del poder con su ministro de Relaciones Exteriores y jefe del SPD, Frank-Walter Steinmeier, implicó, entre otras cosas, aceptar medidas contrarias al dogma liberal, como la imposición de un salario mínimo para algunos sectores de la industria y la aplicación de paquetes de estímulo fiscal para reactivar la economía una vez sobrevenida la crisis a fines del 2008. Junto a los liberales del FDP podrá implementar el programa de reformas en busca de una mayor desregulación de la economía con la fe puesta en los mecanismos del libre mercado. Para una parte de la prensa de su país, Merkel es moderada en su ortodoxia económica. El establishment financiero, sin embargo, no tiene dudas. “Los mercados financieros y la economía en general saldrían ganando si el próximo Ejecutivo puede aplicar una política económica más clara, sin la parálisis de los últimos años.” La cita es de Carsten Brzeski, economista de la firma aseguradora ING. La parálisis era la alianza con el SPD.

Informe: Martín Suaya.

Compartir: 

Twitter

SUBNOTAS
  • Gana con una buena dosis de pragmatismo
 
EL MUNDO
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.