EL MUNDO › CRECEN LOS INCIDENTES VIOLENTOS CON LAS FUERZAS ARMADAS

Los periodistas, el enemigo número 2

 Por Eduardo Febbro

El operativo militar Muralla puesto en marcha por Israel en varios territorios palestinos no apunta sólo a erradicar “terroristas” sino también a los periodistas. Rara vez un ejército habrá sido tan agresivo y discriminatorio con la prensa internacional. Inclusive los medios de prensa israelíes se sorprenden del grado de violencia y crueldad a la que pueden llegar las fuerzas armadas del Estado de Israel. Ayer, en Belén, un periodista francés del canal TF1 fue alcanzado en una pierna por disparos del ejército en momentos en que se encontraba de espaldas y a distancia más que prudencial del límite prohibido. La filmación de los hechos por los periodistas prueba hasta el absurdo que no había ninguna razón para abrir fuego en pleno día contra un individuo desarmado y de espaldas.
Una situación igualmente hostil vivieron los periodistas que intentaron cubrir el encuentro entre Yasser Arafat y el enviado norteamericano Anthony Zinni. Los soldados israelíes lanzaron deliberadamente cinco granadas ensordecedoras en dirección de la cuarentena de periodistas que estaban frente al cuartel general de Arafat en Ramalá. Antes, uno de ellos, megáfono en mano, empezó a ordenar en inglés “Press out, press out”. Luego, los soldados dispararon al aire sus fusiles M16 y terminaron mandando las granadas. Con la información ocurre exactamente lo mismo. Las dificultades en el terreno son extremas y los mismos israelíes admiten que nunca vieron algo semejante, tanto más cuanto que el ejército israelí siempre cuidó su imagen facilitando el trabajo de la prensa. Lior Yavné, el portavoz de la principal organización israelí de defensa de los derechos humanos, B’Tselem, asegura que no recuerda que “antes haya habido una cortina de hierro semejante frente a la información. El ejército actúa con la más absoluta impunidad y hace todo para impedir que los medios de comunicación accedan al terreno, como ocurre con el trabajo de las ONG”.
La relación entre periodistas y ejército se ha vuelto una historia tormentosa en el centro de la cual muchos hombres y mujeres del mundo se juegan la vida con el sólo propósito de informar. El ejército israelí actúa como si hoy la información, es decir el testimonio sobre las poblaciones civiles y la confirmación de las cifras suministradas por los antagonistas, fuese un acto de guerra contra las Fuerzas Armadas. El pasado domingo, el general Giora Eliand acusó a varios “periodistas extranjeros” de haber buscado “proteger” la huida de “personas buscadas” que se encontraban en el cuartel general de Arafat, la Muqata. La censura del ejército en torno a las “zonas militares cerradas” no tiene precedentes. Anos atrás, en otros momentos del conflicto, el ejército impedía el acceso a la prensa únicamente en los sectores donde había combates. Pero el muro informativo actual es improductivo, ya que no resiste a la información que salta del otro lado proveniente de los teléfonos móviles. Ellos son hoy los auténticos testigos de esta guerra.

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