EL PAíS › LA ESTRATEGIA DE LOS ALIADOS DEL KIRCHNERISMO HACIA LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES

Los radicales K diseñan su 2011

Con la consolidación nacional del Partido de la Concertación, los radicales afines al oficialismo buscan llegar en mejores condiciones a la construcción de un frente de centroizquierda o a la presentación de un candidato propio.

 Por Alejandra Dandan

La interna radical empezó a mover el mapa de alianzas kirchneristas. La victoria bonaerense de Ricardo Alfonsín sobre el cobismo –hace dos semanas– entró en la agenda de discusión de los radicales alineados con el Gobierno. El sector de la Concertación que comparte espacios con el Ejecutivo nacional celebró aquella victoria, aunque puertas adentro algunos de sus referentes más representativos aseguran que “de momento” no regresarán al espacio. La foto de Ricardo Alfonsín escoltado por Gerardo Morales y Angel Rozas sintetizó las posiciones de quienes aseguran que aún la renovación no existe. Los gobernadores K, mientras tanto, mantienen posturas autónomas.

Tras el derrotero de la alianza expresada por la fórmula presidencial de Cristina Kirchner y Julio Cobos, los radicales alineados al gobierno nacional quedaron con las fuerzas raleadas, convencidos pero reducidos numéricamente y marcando una suerte de presencia simbólica en el oficialismo. Comparten posiciones clave en el Ejecutivo, a través de Gustavo López, subsecretario general de Presidencia y uno de sus referentes más importantes. En la Cámara de Diputados está Silvia Vázquez, a quien reportan los caudillos de la provincia de Buenos Aires, como el intendente de Vicente López, Enrique “Japonés” García, cuyo apoyo a Ricardo Alfonsín en la interna radical, por otra parte, terminó siendo clave en la primera sección del conurbano.

Con ese esquema, los radicales K están consolidando un partido de carácter nacional, el Partido de la Concertación, con miras a las elecciones de 2011. Algunas de sus bases más sólidas se expanden en Córdoba y Tucumán, en un armado que les permitirá, según esperan, llegar en mejores condiciones al futuro de sus alianzas dentro o fuera de la Unión Cívica Radical y el Partido Justicialista.

“El tema se discutió”, admite Gustavo López, poco después de la votación del domingo 6 de junio. López todavía se define “radical”, pero se sitúa como alfonsinista, de aquellos que acompañaron la plataforma política de Raúl Alfonsín en 1983 y aún siguen sosteniéndola como bandera. “Nosotros nos fuimos del radicalismo por dos razones: porque nos expulsaron y por propia voluntad.” Explica que esa plataforma política a la que adscribe se está llevando a cabo desde el gobierno encabezado por los Kirchner. “El apoyo a Cristina lo hacemos desde ese lugar –agrega–. Desde el Congreso se acompañó la ley de medios, invocando puntos históricos pendientes. Y quienes traicionaron esa historia no fuimos nosotros, sino la UCR.” Por si hiciera falta, vuelve a plantear: “Lo que quiero decir con esto es que los que nos corrimos no fuimos nosotros, sino ellos”.

En esa misma línea se ubica Silvia Vázquez, que mantiene sin embargo más autonomía en el Congreso. La diputada acompañó las leyes más importantes promovidas por el Gobierno, pero votó en contra, por ejemplo, de la reforma política. En sus palabras, eso no es disidencia, sino parte de los acuerdos de autonomía que se gestaron durante la Concertación. Ella cree que la reforma política es un suicidio para el kirchnerismo, y además –como sostienen los partidos más chicos– que es la forma con la que los dos partidos más importantes obligarán a los otros partidos a jugar en las internas de ellos.

“No vamos a volver a la UCR por ahora –dice Vázquez–, no es una decisión personal sino política, porque todavía sigue siendo un partido conservador. Lo vimos con las fotos de los que aparecieron al lado de Ricardo Alfonsín.”

En la provincia de Buenos Aires sucedió en primera instancia algo parecido. Alfonsín ganó una interna histórica en Vicente López, situado al lado del distrito de Gustavo Posse, alineado con el cobismo y aspirante a gobernador de la provincia. En el verano, el Japonés García había recibido a Alfonsín en su distrito. Le dio su apoyo y el viernes antes de la interna sacó una solicitada en un diario nacional dándoles libertad de voto a los afiliados, pero marcando que el cambio venía de la mano de Ricardo. El día de las elecciones, sin embargo, no participó de la celebración. Los triunfadores lo llamaron, pero no fue para no aparecer en la foto. A su alrededor aseguran que sostiene la misma posición que su partido: llevar a término el acuerdo con el Gobierno que lo obliga a permanecer como aliado hasta 2011. “¿Octubre de 2011?”, preguntó este diario a su vocero. “No, 2011, puede ser enero.”

¿Qué sucederá con ellos? Todavía no se sabe. Cada uno aprecia sinceramente a Ricardo Alfonsín. Lo creen un tipo “progresista”. Y en algún caso hasta lo mencionan como de “centroizquierda”. Es probable que, si Alfonsín diera un giro improbable a la izquierda, ellos se plantearían la posibilidad de volver. Pero ni López ni Vázquez avizoran, al menos “de momento”, ese tipo de cambios.

Otro eje de análisis no menor es el kirchnerismo. “Nosotros estamos acá –explica un dirigente radical– no porque hayamos hecho un armado con el peronismo sino con el kirchernismo, y eso significa que de cara a 2011 no vamos a acompañar cualquier cosa, sino un modelo.” Este es el nudo del debate de los radicales K en este momento: ¿Cuál es el lugar que deben asumir para las próximas primarias abiertas? Acudir a las internas dentro de un frente con el PJ puede convertirlos en socios de cualquiera de los peronismos posibles. Y no quieren. “Ya tuvimos experiencia”, dice uno de los más encolumnados con el modelo. “Si ves las listas de 2007, los primeros candidatos eran los peronistas pero había un 30 o 40 por ciento de radicales y socialistas. En 2009 todos fueron peronistas.”

En ese contexto, analizan el futuro. Por un lado, consolidan la estructura de un partido nacional para poder participar con candidato a presidente propio en las generales y, por otro, intentan generar una alianza con Martín Sabbatella y Carlos Heller, en un frente de centroizquierda con algún sector del peronismo.

Un caso distinto se registra en Río Negro. El gobernador Miguel Saiz asegura que respetará el acuerdo que mantiene con el Gobierno hasta 2011. No niega que tiene buena relación con Ricardo Alfonsín, aunque tampoco dice si eso se traducirá en algún tipo de alianza. No es igual la relación que mantiene con Gerardo Morales que, como sucedió en otros distritos, intervino el partido en 2007 con la alianza de Cobos con Kirchner. Saiz no puede ser reelegido en su provincia; actualmente intenta reformar la Constitución rionegrina para abrir esa posibilidad.

El gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, recibió una invitación del Partido de la Concertación para sumarse al armado nacional, pero no aceptó. Zamora mantiene una relación estrecha con el Gobierno, tiene alambrada la provincia: creó un frente cívico y social con peronistas y radicales, con el que seguirá adelante. Su relación con la cúpula del radicalismo es mala. Como en Río Negro, la UCR intervino la provincia, pero él lo contrarrestó con una presentación judicial que terminó ganando.

La otra provincia en debate es Catamarca. Eduardo Brizuela del Moral es aliado de Cobos y de Ricardo Alfonsín. Pese a que el gobierno nacional lo considera uno de sus aliados ocasionales, en la provincia aseguran que los conflictos con la Nación son más importantes que las alianzas. Y no dudan de la opción de alinearse con la UCR a nivel nacional.

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La diputada SIlvia Vázquez y el subsecretario general de la Presidencia, Gustavo López.
 
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