EL PAíS › LA HISTORIA DE MANZANA SANTORO

Chicago de los amores

Eduardo Santoro se presenta como una persona amable y respetable. Preside desde hace cinco años el club Nueva Estrella, ubicado en la calle Santander 4600 del barrio de Lugano, a escasas cuadras del Parque Indoamericano y a sólo cuatro del club Albariño. Al club, que participa del torneo de Futsal, acuden a jugar al baby los pibes del barrio, entre ellos sus propios hijos. Santoro se confiesa hincha “de Boca y de Chicago” y se reconoce como alguien que fue durante mucho tiempo a la cancha pero que ahora sólo va de vez en cuando y a ver a Chicago.

En el barrio a Santoro lo conocen también como “Manzana”, apodo que comparte con su fallecido hermano Miguel “Manzanita” Santoro, el ex barra brava de Boca condenado en 1997 junto a José “El Abuelo” Barrita y otros ocho integrantes de la barra brava de Boca a 20 años de prisión por los asesinatos de los hinchas de River Walter Delgado y Angel Delgado, ocurridos el 30 de abril de 1994, al término del superclásico que los millonarios ganaron por 2-0.

“Si a mí me respetan tanto, en gran parte de lo debo a él”, explicó Eduardo Santoro en una entrevista con la revista semanal La Voz del Futsal, en la que aprovechó para, nobleza obliga, intentar limpiar un poco el nombre de su hermano. “El se comió un garrón cuando lo metieron preso en el ’94. Para la sociedad era un delincuente, pero el que lo conocía sabía que nada que ver”, afirmó.

Sin embargo, en abril de 2005, mientras gozaba de una libertad condicional, Manzanita volvió a ser apresado por la policía acusado esta vez de formar parte de una banda que asaltó un camión que transportaba aluminio en la localidad de Valentín Alsina. Cuando lo detuvieron, Manzanita estaba con su auto en la puerta de un galpón de Villa Lugano en el que encontraron el vehículo robado y al ver a la policía intentó escapar. Su huida fue de sólo cuatro cuadras.

Como en sus años de preso, la suerte le fue esquiva. Hace poco más de tres años, Manzanita murió en un apisodio poco claro. Su cuerpo, herido de gravedad, quedó tendido en la calle Santander 5389, en la puerta de la casa en la que había vivido toda su vida y en la que la barra brava de Boca se había juntado para planificar aquella sangrienta emboscada que terminó en tragedia. Unos días después Manzanita murió en el hospital Piñero. Según su hermano Eduardo, se trató de una desgracia: “Entraron a robar a la casa y le pegaron dos tiros”.

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