EL PAíS › PARA EL PERITO OFICIAL, LA MUJER DEL GOBERNADOR CARLOS SORIA NO ES INIMPUTABLE

El análisis médico no la ayudó

El experto designado por el juzgado dijo que Susana Freydoz es imputable, aunque no descartó “emoción violenta”. El perito de parte advirtió sobre la necesidad de obtener los resultados de estudios toxicológicos.

 Por Irina Hauser

La pericia psiquiátrica oficial concluyó que Susana Freydoz, única sospechosa por la muerte de su esposo, el gobernador rionegrino Carlos Soria, no sería inimputable, pero tampoco descartó que le haya disparado bajo un estado de “emoción violenta” en medio de una discusión en la madrugada del 1º de enero, informaron allegados al caso. Más allá del posible atenuante que implicaría haber actuado arrebatada con parcial conciencia de sus actos, este informe sobre su salud mental la deja mal posicionada en la investigación. En cambio, el perito de parte (contratado por la familia) insinuó la inimputabilidad sin ser taxativo y advirtió sobre la necesidad de obtener los resultados de estudios toxicológicos para definir si la viuda había mezclado pastillas con alcohol y si lo hacía de larga data, por lo que podría haber perdido el control. Reclamó a su vez estudios genéticos sobre posibles trastornos psicóticos y hasta habló de “celotipia” (celos delirantes). Como informó ayer Página/12, los dos expertos sí coincidieron en que la mujer está en condiciones de responder a una indagatoria, algo que podría ocurrir a partir de la semana que viene.

Freydoz fue trasladada el lunes y el martes desde la casa de su hermana en Allen, donde está con custodia policial y médica, a los tribunales de General Roca. Allí le hicieron entrevistas para definir sus facultades mentales actuales y al momento del crimen. Los resultados no son vinculantes, sino que sirven para orientar la pesquisa.

Según analizó el perito oficial, Ricardo Risso, designado por el juzgado de Juan Pablo Chirinos, Freydoz pudo haber actuado en un rapto de locura y con poca noción de lo que hacía (lo que no implica inconsciencia absoluta), pero eso no quiere decir que no pueda ser juzgada. La “emoción violenta” es un posible atenuante de la calificación legal, pero según explicó el juez Chirinos a Página/12, no conlleva una reducción abrupta de la pena cuando el homicidio está agravado por el vínculo –como aquí–, ya que prevé de 10 a 25 años de prisión. El magistrado igual aclaró que el episodio fue investigado desde el inicio como un “homicidio doloso”.

El análisis psiquiátrico de Risso se habría centrado en el momento y las circunstancias del asesinato, precedido por una pelea entre Soria y Freydoz. Venían de festejar el Año Nuevo con tres de sus hijos, con karaoke como entretenimiento y sin sobresaltos, aunque como pareja arrastraban situaciones de tensión, según testimonios de la causa. Cuando se habían ido las visitas de la chacra y sólo quedaba el matrimonio, su hija María Emilia y el novio, se desató la discusión dentro del dormitorio. Habría girado en torno de una aparente relación extramatrimonial de Soria que Freydoz le reclamaba que abandone. El desinterés de Soria habría encolerizado a su esposa quien, según declararon sus hijos, tenía celos constantes. La pelea a los gritos terminó en el disparo, con un arma calibre 38 que estaba en la mesa de luz del gobernador. María Emilia pensó que su madre se había suicidado, pero al entrar a la habitación encontró que el balazo había estado dirigido a su padre. La chica forcejeó con la madre para que dejara el arma y no se quitara la vida, lo que explicaría los moretones en los brazos de la viuda.

El perito de parte, Carlos Cornaglia, planteó –según fuentes cercanas a la causa– que para poder analizar esa situación hay que tener en cuenta que Freydoz era una consumidora crónica de ansiolíticos, que habría mezclado con alcohol ese día. Y que además la ingesta desde larga data de ambas sustancias pudo haber derivado en que actuara sin control ni conciencia de lo que hacía. Cornaglia partiría de la base de que los tóxicos pueden acentuar inclusive rasgos psicóticos de base, depresivos, bipolares o trastornos como la llamada “celotipia” (que genera ideas paranoides y puede convertirse en enfermedad), que no habría descartado. Advirtió que por estas razones es necesario disponer de dos tipos de estudios complementarios: los toxicológicos, ya encomendados a una bioquímica de Cipolletti, y otros genéticos sobre posibles alteraciones o trastornos mentales, que seguramente reclamará el abogado Alberto Riccheri. Esta pericia, en suma, sugiere la inimputabilidad, pero dice que faltan datos. Es coherente con la estrategia de la defensa que apunta a sacar a Freydoz de cualquier imputación posible.

Riccheri aludió ayer los análisis pendientes y enfatizó que Freydoz está “evolucionando en un tratamiento médico psiquiátrico”. Es lógico, dijo, que no la encarcelen por estar “totalmente desequilibrada, con riesgo de suicidio”. Y admitió que las pericias coinciden en que puede defenderse en una indagatoria. La citación la haría a partir de la semana próxima el juez original de la causa, Emilio Stadler. Será, en definitiva, quien evalúe la responsabilidad de la esposa de Soria.

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La defensa de Susana Freydoz sugiere que la mujer podría padecer de una “celotipia”.
 
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