EL PAíS › EL ACTO CENTRAL POR LOS DIEZ AñOS DEL ASESINATO DE KOSTEKI Y SANTILLáN

“Justicia por sus vidas”

El reclamo de la condena judicial a los responsables políticos de la Masacre de Avellaneda recorrió el discurso de Vanina Kosteki, Alberto y Leonardo Santillán. Una masiva movilización que culminó en la estación precedió el acto.

 Por Ailín Bullentini

De muchas maneras distintas, el pedido de “juicio y condena” a los responsables políticos de la Masacre de Avellaneda fue la consigna que más fuerte retumbó ayer, entre los edificios que acompañan el último tramo de Hipólito Yrigoyen desde la estación de trenes de esa localidad hasta que esa avenida del sur del conurbano bonaerense se funde con el Puente Pueyrredón. Miles de personas la desperdigaron en forma de canciones militantes, que repitieron sin parar durante la marcha por la década que se cumplió de los asesinatos. Su recorrido fue el mismo que, el 26 de junio de 2002, hicieron las fuerzas de seguridad nacionales y provinciales en clave de cacería humana, desde el límite que se les había ordenado proteger, el ingreso a la Ciudad de Buenos Aires, hasta la estación ferroviaria. Allí adentro mataron a Maximiliano Kosteki y a Darío Santillán. Vanina Kosteki, hermana de Maxi, tradujo el reclamo en gritos agudos: “Vamos a seguir pidiendo en la calle, donde Darío, Maxi, Mariano (Ferreyra) y todos los compañeros murieron por luchar, justicia por sus vidas”, amplificaron los micrófonos sobre el escenario que se montó sobre ese puente.

El grito ronco de Leonardo Santillán, hermano de Darío, lo reformuló en clave de desafío: “Que lo de hoy (por ayer) no sea solo un recuerdo, sino la lucha por meter en la cárcel a todos esos hijos de puta”. En pena rabiosa lo convirtió Alberto Santillán, papá de ambos, que entre lágrimas agradeció a la “juventud” que acompañó la movilización y recordó las “promesas incumplidas de investigación que hizo el kirchnerismo”.

Pasado el mediodía, los familiares fueron los encargados de cerrar, ante un Puente Pueyrredón rebozante, un día entero de reclamos y recuerdos que había comenzado el lunes a las 14 en la Estación de Avellaneda y que mantuvo el calor de la lucha durante la noche fría de junio, con los recitales de Raly Barrionuevo, Nompalidece y Fandermole. “Seguimos estando acá, no le vamos a dar lugar a nadie para que use la lucha de los compañeros ni vamos a permitir que cierren la causa que busca a los responsables políticos”, despuntó Vanina desde el mismo escenario en el que reafirmó una antigua promesa: “Se lo prometí a Maximiliano el día que se murió”, culminó.

Los discursos sobre el escenario fueron duros contra el gobierno nacional, al que los tres le atribuyeron el nulo avance en la investigación sobre la acción política en la masacre. Las críticas al oficialismo también formaron parte de un documento consensuado entre organizaciones sociales y políticas leído ayer.

La investigación judicial de la pata política en la masacre –la causa permanece archivada– es la materia pendiente del caso y el principal reclamo, pero no el único. La decisión que la Justicia bonaerense tomó hace poco más de una semana, de permitir el traslado de los únicos dos condenados, los policías Alfredo Fanchiotti y Alejandro Acosta –ambos con prisión perpetua–, a cárceles de régimen abierto también fue materia de enérgico rechazo. “Que los condenados hayan sido pasados a un régimen abierto es indignante, es humillante, es un insulto. Se están cagando en nosotros”, concluyó Leonardo.

La movilización, que culminó pasadas las 14 de ayer en el puente, había arrancado en la estación con una tupida columna de jóvenes militantes miembros del MTD y el infaltable Frente Popular Darío Santillán, de organizaciones de base y algunas de agrupaciones de izquierda, referentes de organismos de derechos humanos –Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Asociación de ex Detenidos-Desaparecidos, Liga por los Derechos del Hombre– y colectivos de trabajadores, estudiantes y trabajadores de la cultura, entre otros. “Acá hay miles de Maxis y Daríos, hay un puente entero que busca cambiar las cosas en este país”, definió a quienes integraron la conmemoración popular. Vanina, en tanto, los vio como un reflejo de “continuidad”: “Las banderas que ellos levantaron con pedidos de trabajo, salud y educación para los más desprotegidos son las que sostuvimos todo este tiempo y seguimos sosteniendo”.

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Las organizaciones sociales recorrieron el mismo camino que aquel 26 de junio de 2002.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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