En medio del juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra, la fiscal María Luz Jalbert se batió en un duelo verbal de alto voltaje con el presidente del Tribunal Oral Criminal 21 (TOC21), Horacio Dias. Jalbert había llegado tarde. Ya habían pasado tres testigos. En cuanto aterrizó pidió hacer preguntas y comenzó a repetir las que ya había hecho su coadyuvante. Uno de los grandes problemas de las audiencias es, precisamente, que son interminables debido a los interrogatorios reiterativos, retóricos y que, en el caso de las defensas, apuntan más al plano político que al jurídico. Dias le advirtió a la fiscal que era reiterativa. Ella se ofendió y elevó el tono, diciendo que no había tenido tiempo de consultar a su coequiper. “No me grite y ubíquese”, le dijo el juez. “Estoy bien ubicada”, replicó la fiscal. “Ubíquese y reflexione porque veníamos muy bien hasta que usted llegó”, la reprendió Dias. Más allá de la evidente falta de sintonía que desde el inicio muestran el Tribunal Oral 21 (TOC21) y la fiscalía, los jueces intentan que el debate no se descontrole. Los abogados defensores, que todo el tiempo tratan como sea de generar dilaciones, también tomaron nota del reproche.

En las últimas audiencias, en efecto, venían declarando sólo uno o dos testigos durante todo el día. Ayer fueron seis: cinco manifestantes y un vendedor ambulante. La sumatoria de los relatos, además, va confirmando algunos aspectos del juicio y la acusación. Por ejemplo, que no hubo un enfrentamiento entre la patota de la Unión Ferroviaria (UF) y los tercerizados y organizaciones políticas que los apoyaban, sino que todos los testimonios describen un ataque o emboscada en el momento de la retirada de los manifestantes, algo facilitado a su vez por la Policía Federal que corre sus patrulleros y abre paso a los matones. Tres de las personas que declararon afirmaron haber visto a un hombre robusto disparar un arma corta desde el medio de la calle y hacer varios disparos hacia los manifestantes. “Estaba muy seguro, con el brazo extendido apuntando hacia adelante”, dijo Marcelo Carlos Beruir Varterian. José Correo habló de “dos detonaciones”. Ulises Rafael de Oliveira, que vendía sandwiches, dijo que los tercerizados fueron atacados por la patota que llegó corriendo desde atrás.

La audiencia había empezado tarde, porque la zona de Retiro estaba complicada con protestas en la calle. Pero cerca de las 12.30 ya llevaba un buen rato de declaraciones, cuando llegó la fiscal Jalbert. “Nadie tiene más preguntas, ¿no?”, dijo el juez Dias, como quien invita a que le confirmen que no. “Yo tengo un par de preguntas”, se plantó la fiscal. Y empezó con su interrogatorio.

–Esas cuestiones ya habían sido preguntadas y contestadas –la frenó Dias a la cuarta pregunta.

–Pero yo llegué tarde –dijo ella.

–Entonces infórmese, consulte con el doctor (Hugo) Bogetti (su coadyuvante).

–No tuve tiempo –se engranó Jalbert.

–Doctora, no me grite y ubíquese –le advirtió Dias.

–¡Estoy bien ubicada!

–No grite y ubíquese (...) Ubíquese y reflexione, porque veníamos muy bien hasta que usted llegó –insistió Dias.

Jalbert hizo alguna referencia irónica a la “amabilidad de la presidencia” y el juez cerró el capítulo: “Doctora, reflexione, el juicio puede continuar con o sin usted”.

La fiscal Jalbert, una mujer de años en tribunales, cerca de jubilarse, está a cara de perro con el TOC21, que tampoco le demuestra simpatía, desde el inicio del juicio. Los jueces suelen marcarle problemas con sus interrogatorios. Y un dato que llama la atención desde las primeras audiencias es su tendencia a quedar más cerca de las posturas de las defensas que de las querellas, a pesar de ser ella la parte acusadora.