EL PAíS › COMENZó EL JUICIO ORAL CONTRA EL PERITO ROBERTO LOCLES POR DAñAR LA PRUEBA EN EL CASO FERREYRA

Seis colegas contra el acusado

Locles, acusado de manipular y alterar la bala extraída del cuerpo de Mariano Ferreyra, se negó a declarar. “Fue un momento bastante traumático, repentino y me quedé atónito”, planteó un perito de la policía durante su testimonio.

 Por Ailín Bullentini

El Tribunal Oral en lo Criminal Nº 16 de la Ciudad de Buenos Aires comenzó a juzgar ayer al perito Roberto Locles, acusado de manipular la bala extraída del cuerpo de Mariano Ferreyra, el militante del Partido Obrero asesinado por una patota ferroviaria durante una marcha. El imputado se negó a declarar y la querella que representa a Beatriz Rial, la mamá de Ferreyra, evaluó positivamente la jornada de ayer. “Los testigos probaron la acusación”, consideró uno de los abogados del Centro de Estudios Legales y Sociales, Federico Efrón. Fueron seis los testimonios de peritos que se escucharon. Otros ocho completarán la nómina el miércoles, cuando el tribunal espera poder también tomar nota de los alegatos de las partes.

Cerca de las 9.30, los jueces Gustavo Ferrari, María Cristina Bértola e Inés Cantisani dieron comienzo al proceso oral que determinará si Locles es culpable o no de haber inutilizado o alterado un medio de prueba, específicamente la bala que mató a Ferreyra. El hecho sucedió cuando, contratado por la defensa del ferroviario Guillermo Uño –estuvo acusado de integrar la patota que mató a Ferreyra y recibió la absolución del Tribunal Oral Nº 21 en abril pasado–, Locles golpeó el proyectil contra una mesa, varias veces, con la aparente intención de convencer al resto de los peritos de que el plomo, antes de impactar en el cuerpo del joven, había rebotado contra la calle. El delito prevé cuatro años de prisión.

Durante la jornada de ayer declararon seis peritos que participaron de aquel momento en el que el acusado marcó la bala. Ellos labraron un acta y tomaron fotos del proyectil modificado para comunicarle el hecho a la jueza Wilma López, a cargo de la determinar lo ocurrido aquella mañana de octubre de 2010 en la que murió Ferreyra y otros tres militantes resultaron heridos. Ella luego radicó la denuncia penal contra Locles. Los cuatro peritos de la Policía Federal, Juan Leguiza, Edgardo Ríos, Matías Romero y Martín Descalzo, así como los dos profesionales aportados en aquella ocasión por el CELS, Silvia Buffarini y Diego Gómez, ofrecieron su testimonio luego de que el acusado se negara a declarar y los jueces rechazaran un pedido de nulidad de la acusación presentado por su defensa.

“Los testigos aportaron relatos que prueban lo que se venía vislumbrando en la instrucción, la acusación contra Locles”, evaluó Efrón, que comparte la querella con su colega Maximiliano Medina. Además de su representación, también participa del juicio la querella en representación de los militantes del PO heridos en las mismas circunstancias en que murió Ferreyra. La acusación está a cargo del fiscal Fernando Fiszer. Para ayer también estaban citados los dos peritos de Gendarmería, María Silvina Lastreti y Gonzalo Díaz, que participaron en aquella junta. El testimonio de Lastreti fue aportado por lectura debido a que se encuentra residiendo en el exterior. A Gómez, que fue trasladado a Neuquén, el tribunal lo citó para el miércoles.

Leguiza, quien durante la junta de peritos fue el encargado de identificar la bala ante sus colegas y de diferenciarla del resto de los plomos que estaban a disposición para manipular en caso de considerarlo necesario para evaluar hipótesis, fue el primero en declarar ayer. “Fue un momento bastante traumático, en cuestión de segundos pasó todo, fue sorpresivo, repentino y me quedé atónito”, planteó ante los jueces sobre el momento en que, según la denuncia en su contra, Locles tomó el proyectil y lo golpeó sobre la mesa en la que trabajaban. “Era la primera vez que sucedía algo así con una prueba de causa”, coincidió Romero.

Según el expediente, Locles golpeó la bala mientras decía: “¿Ven que esto no se deforma?”. En su testimonio, Descalzo lo desmintió: “Cualquier persona se da cuenta de que un proyectil de plomo desnudo se va a deformar si se hace esta operación”. “Cuando lo soltó, lo tomo y veo que tiene un brillo que antes no tenía, dejamos constancia y él se retira sin firmar, lo llamaron por teléfono, salió afuera y cuando volvió dijo que se tenía que ir y pasaría a firmar al día siguiente”, aseguró Leguiza.

Previo a la ronda de testimonios, Locles se negó a prestar declaración indagatoria y sólo dio sus datos personales: “Dentro de media hora cumplo 76”, dijo y anticipó que hablará al final del juicio. Ante la decisión, los jueces ordenaron leer la declaración que prestó en la instrucción de la causa, cuando afirmó que no tuvo voluntad de dañar la prueba. “Nunca tuve intención de hacerlo, estaba muy nervioso, con un ataque de presión y por su dureza no lo hubiese deformado”, se defendió el 1º de abril de 2011 ante el juez Alberto Baños, que lo procesó.

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Según la denuncia, Roberto Locles tomó el proyectil y lo golpeó sobre la mesa en la que trabajaban los expertos.
 
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