EL PAíS › EN PROMEDIO, LAS MUJERES DESTINAN A LAS TAREAS DOMéSTICAS SEIS HORAS CADA DíA; LOS HOMBRES, APENAS DOS

Radiografía de la desigualdad que se vive puertas adentro

Una encuesta del Indec sobre el trabajo doméstico no remunerado, la primera en su tipo, mostró que la distribución más equitativa de los quehaceres domésticos es más discurso que realidad: de las mujeres, lo hace el 90 por ciento; de los hombres, menos del 60.

Los cambios son lentos, mucho más lentos de lo que suele sospechar el sentido común. En la Argentina, no sólo el trabajo doméstico no remunerado es mayormente una tarea realizada por mujeres, sino que ellas, además, le dedican más horas de sus días. Las que más se responsabilizan por estas tareas son, curiosamente, las mujeres de entre 30 y 59, es decir, aquellas que se encuentran en sus años económicamente más activos. Entre los varones, sólo los separados o divorciados toman a su cargo el trabajo doméstico de sus hogares, aunque aun en esos casos lo hacen con moderación: dedican la mitad del tiempo que las mujeres en su misma situación. Esos son sólo algunos de los trazos del panorama que pinta la “Encuesta sobre trabajo no remunerado y uso del tiempo”, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) durante el último trimestre de 2013, entre ciudadanas y ciudadanos mayores de 18 años, y que, según explicaron los especialistas que presentaron ayer los resultados, fue realizada sobre una muestra de la población que es “representativa del 80 por ciento del país”. Es la primera vez que en la Argentina se realiza un estudio de este tipo, diseñado para registrar prácticas de la vida cotidiana que delata qué sucede con los estereotipos y sesgos de género puertas adentro.

El estudio, que recoge respuestas de más de 65 mil personas, representativas de un universo de 26 millones de mayores de 18 años, residentes en hogares de localidades con dos mil o más habitantes de todo el país, es “el primer operativo de cobertura nacional en la temática”, explicó Alejandra Jorge, responsable de su realización junto con Julia Pistonesi. Para llegar a esos resultados, la encuesta se implementó como módulo de la Encuesta Anual de Hogares Urbanos (EAHU) para “captar información respecto de la participación y el tiempo destinado” a tareas domésticas, cuidado de miembros del hogar y trabajo voluntario fuera del hogar. “El objetivo era dar cuenta de las condiciones de vida de hombres y mujeres. Mucho se ha escrito acerca de los prejuicios machistas, y si me preguntaban a mí una sensación pre-encuesta, habría arriesgado que entre la población más joven la distribución de actividades domésticas era más igualitaria. Y me habría equivocado”, señaló Ana María Edwin, directora del Indec, durante la presentación. Los resultados, añadió, muestran que “falta mucho por recorrer para generar igualdad no sólo en el mundo del trabajo”, algo que poco antes había señalado Olga Hammar, presidenta de la Comisión por el Trabajo con Igualdad de Oportunidades, quien acompañó la cita.

A su turno, la directora del Consejo Nacional de las Mujeres, Mariana Gras, dijo que “esta información es un insumo para evaluar mejor qué política llevar adelante sobre reparto de tareas no remuneradas”, dijo Gras, que se refirió, además, a la brecha entre lo que se declama en la vida pública y lo que efectivamente sucede en la vida privada. “Si una sale a la calle y pregunta a cualquiera si la sociedad argentina es machista, porque es políticamente correcto o porque está convencido, a quien se le pregunte va a responder que no. Y sin embargo vemos que, por más que trabajen fuera del hogar, las mujeres siguen ligadas a las tareas domésticas”, agregó, antes de asegurar que se trata de una “cuestión cultural” que “se puede modificar”.

La encuesta buscó “cuantificar el trabajo no remunerado en hogares y brinda información sobre la contribución de hombres y mujeres al desarrollo de la sociedad, al aporte de los hogares a la economía”, señaló Jorge, quien subrayó que esos trabajos no remunerados “no están incluidos en las mediciones de las economías nacionales”, pero sí integran las formas de trabajo reconocidas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). La encuesta englobó bajo la etiqueta de “trabajo doméstico no remunerado” a tres tipos de actividades: quehaceres domésticos, apoyo escolar y cuidado de personas (ancianos o niños). De acuerdo con esas categorías, el 88,9 por ciento de las mujeres encuestadas realiza trabajo doméstico no remunerado, contra el 57,9 por ciento de los varones. Aunque está lejos de ser pequeña, la brecha es menor en Tierra del Fuego (91,7 de mujeres y 75,5 de varones), mientras que se incrementa notablemente en Salta, donde estas tareas son realizada por el 85,2 por ciento de las mujeres y el 46,6 de los varones. En la Ciudad de Buenos Aires, las mujeres tienen una tasa de participación del 88,1 por ciento y los varones del 62,6. La medición en horas también muestra fuertes desigualdades: en promedio, por día, las mujeres dedican 5,7 horas a las actividades domésticas no remuneradas, mientras que los varones dedican dos horas cada jornada, menos de la mitad. Curiosamente, quienes más horas dedican cada día a estas tareas son mujeres y varones de Tierra del Fuego (las fueguinas dedican 7,4 horas cada día, los fueguinos, menos de la mitad, 3,5); por su parte, quienes menos tiempo dedican a esto son las y los riojanos (3,7 horas ellas, menos de la tercera parte, 1,1 hora ellos).

“Estos números demuestran que las mujeres trabajan en promedio un extra de tres horas más cada día que los varones, sólo que en actividades domésticas no remuneradas”, señaló Jorge.

Quienes registran la tasa de participación más alta en estas tareas son las mujeres de entre 30 y 59 años (el 93,2 por ciento de ellas); los varones de la misma franja etaria son también los más abocados a ese trabajo, pero con una participación 30 por ciento menor (el 61,3 de ellos). Las mujeres que más toman a su cargo las tareas son aquellas en relación de pareja estable, sea formal o informal (el 95,3 de ellas lo hace), seguidas por las jefas de hogar (el 89 por ciento) y las hijas, hijastras o nueras (79,8). Jorge evaluó que esta brecha “señala cómo al interior de las familias se reproducen estereotipos y roles de género”, en las nuevas generaciones.

En promedio, los varones más atareados en lo doméstico son los separados o divorciados (el 70,4 por ciento), seguidos por los que viven en pareja (60,4), los viudos (59,8) y los solteros (50,2).

Por otra parte, las mujeres separadas o divorciadas dedican a lo doméstico una hora y media menos que las que viven en pareja (6 horas frente a 7,5), lo que llevó a Jorge a señalar, con cierto humor, que “las mujeres divorciadas ganan una hora y media libre cada día”.

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